martes, 28 de febrero de 2012

Habla popular de Lumbrales (118)

La entrada de la choza impedida por las zarzas


Ranear:
Esforzarse, llevar una existencia nada facil. “¿Qué tal va todo? Pues mira, aquí andamos raneando”.

No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Rañir: Hacer el ruido característico cuando se frotan unos dientes contra otros.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Rapar: Coger."¿Qué haces ahí de quieto, rapando frío? "
No está en el DRAE con esta acepción.
No está en el DCT con esta acepción.
BDE: S. XIII. Del gótico HRAPON “arrebatar, arrancar, tirar del cabello”, comparar con el alemán raffen, inglés rap, escandinavo antiguo hrapa.

Raspajear: Permanecer muy atento. “No raspajeó durante toda la película”.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Raspagilón: Roce, rozadura. De raspagilón significa de refilón, cuando algo no choca de frente sino sólo lo roza. Ver de raspagilón: Ver a alguien sólo un momento, o sin tiempo suficiente para identificarlo plenamente. “La piedra le dio de raspagilón, que si no, lo escalabra”.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.



Rastra: Tronco grueso de árbol en forma de horquilla que se usa para arrastrar las piedras de un empicadero o de una cantera.
No está en el DRAE con esta acepción.
No está en el DCT con esta acepción.
BDE: “trineo”, 1495, “cosa que arrastra”.




Rastro:
Tablero grande que lleva muchos dientes de hierro y que se usa para moler los
terrones. También se le llama así a un cañizo poco pesado con escobas entrelazadas que se le pasa a los cereales recién nacidos para favorecer su crecimiento.
DRAE: mismo significado.
DCT: Especie de rastra de travesaño ancho, con púas de madera o hierro. Es utilizado para arrastrar la mies en la era, para alisar la tierra y para recoger las morenas.
BDE: hacia 1140. Del latín RASTRUM “rastrillo de labrador”, de donde se pasó a la huella que éste deja y de ahí a “huella o pista, en general”.

Ratón: Obsequio en metálico o en especie que se da a los novios el día de la boda.
No está en el DRAE con esta acepción.
No está en el DCT.
BDE: S. XIV. Rata: Voz común a las principales lenguas romances con las románticas y célticas, que debió de extenderse por todas ellas desde antes del S. VIII. Origen incierto. Quizá onomatopeya del ruido de la rata al roer o al arrastrar objetos a su agujero.

Raya: Divisoria entre terrenos de dos pueblos contiguos. En esta zona, La Raya por excelencia es la frontera con Portugal.
DRAE: 2. f. Término, confín o límite de una nación, provincia, región o distrito.
DCT: Término, confín o límite de un municipio.
BDE: “línea”, 1288. Voz común al castellano con el portugués (raia) y el francés (raie). Probablemente derivado del latín RADIUS “rayo de carro”, “rayo de luz”, por la forma rectilínea que tienen estos objetos.

Raza: Al sol. Los jubilados saben buscarle bien las vueltas al sol para las tertulias: “Aquí matando el tiempo a la solana, a la raza del sol”.
DRAE: 4. f. Rayo de luz que penetra por una abertura.
No está en el DCT con esta acepción.
BDE: al entrar la palabra en castellano vino a confundirse con el viejo y castizo raça “raleza o defecto en el paño”, “defecto, culpa”, 1335, de otra etimología (RADIA, colectivo de RADIUS “rayo, raya”): de ahí que en su sentido racial el vocablo tome en castellano en el S. XVI casi siempre un matiz desfavorable.

Reballa (d) o: Levantado, tormentoso. Palabra derivada del portugués o gallego. “El tiempo está reballao”.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Reballar: Lo mismo que aballar. “Se reballó un airón muy fuerte que casi nos tira del niazo”.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.


El color verde aceituna en algunas palabras o expresiones indica que son de reciente incorporación, posterior a Mayo de 2007.

Abreviaturas utilizadas:
DRAE: Diccionario de la Real Academia Española.
DCT: Diccionario del Castellano Tradicional.
BDE: Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Coromina.


domingo, 26 de febrero de 2012

El Tormes guarda la cabeza

El toro de piedra inmortalizado en un pasaje de El Lazarillo de Tormes está descabezado y roto. Al final de la entrada he transcrito un texto que arroja un poco de luz sobre el misterio de la decapitación. Tomado del librito de 28 de mayo de 2002: SALAMANCA. DEL RÍO EN LA RIBERA. CIUDAD DEL TORMES.




"Salimos de Salamanca, y, llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y, allí puesto, me dijo:

-Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro de él.

Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome:

-Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo".
Lazarillo de Tormes



"Pues sepa vuestra merced ante todas cosas que a mí llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la cual causa tomé el sobrenombre, y fue desta manera. Mi padre, que Dios perdone, tenia cargo de proveer una molienda de una aceña, que está ribera de aquel río, en la cual fue molinero más de quince años; y estando mi madre una noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme allí: de manera que con verdad puedo decir nacido en el río."
Lazarillo de Tormes

Lázaro nació dentro del río, el mismo lugar que guarda la cabeza que le abrió a la vida. ¡Qué imagen literaria tan rotunda para alguien de origen humilde!



(Dentro de los actos que, en el año 1954, celebraban el centenario de nuestro "Lazarillo de Tormes", y con motivo del traslado desde el Museo Provincial, e instalación en la plaza de Santiago, del toro de Salamanca, se dio a conocer el siguiente escrito, cuyo origen hay que situar en torno al año de 1867.)

Aleccionador sería averiguar por qué tan infausto individuo, cuyo nombre la historia debería haber sepultado en el silencio, pero en mala hora no lo hizo, a saber, el gobernador de esta Salamanca cuando transcurría el año de 1835, José María Cambronero (al que privó de cualquier tratamiento honorífico, incluso del simple "don"), por qué -vengo diciendo- concibió la malhadada idea que después en cruel decisión puso por obra en una tan inicua como inexplicable orden: la de arrojar a las benévolas, gloriosas y soñadoras aguas de nuestro Tormes el toro de la puente.

Aleccionador -decía- porque conocer, descubrir los caminos por donde una tortuosa mente pudo llegar a semejante cloaca de incultura y barbarie, podría prevenir y dificultar el que otros concibieran tamaño despropósito y parieran, teniendo para ello poder, órdenes de tan terribles consecuencias.

Pues, ejecutada la orden por esbirros sin nombre, incapaces de rebelarse contra el inicuo ejercicio del poder, por cobardes ejecutores de la infame tropelía, cayó el dos veces milenario toro, y contra el fondo (¡tales serían la esquina, el odio, la bestialidad de los brazos mercenarios!) fue a romperse en tres pedazos.

De esa manera, el que había logrado superar indecibles pruebas, inimaginables agresiones, ya de la madre naturaleza, ya de la maldad y de la estulticia humanas; el que habíase instalado por derecho indiscutido, allá en las sombras de medievo, en el nobilísimo escudo de armas de esta Salamanca, junto a la encina y sobre la puente romana; el que fuera inmortalizado (si puede así decirse y si es que de inmortalidad necesita tan perdurable piedra) por el anónimo autor de nuestro Lazarillo...

De esta manera -decía- fue a romperse en tres pedazos, a saber: por un lado, la cabeza; por otro, las dos mitades en que el cuerpo se quebrara.

Y en el fondo de nuestro Tormes caudaloso, bravo como nuestros toros en su embestida, durante los inviernos; manso y refrescante en las primaveras; maternal y cómplice de ardores amorosos y pasiones, en los veranos..., en nuestro río fue borrándose de la memoria de las gentes, acaso tal fuese el designio del gobernador.

Y sepultado por los siglos de los siglos habría quedado si el azar, o la suerte, o tal vez la que llaman providencia quienes en ella creen, o el profano destino, la moira, en fin, no hubiese avisado de su presencia.

Y todo sucedió tal y como relataré anónimamente, pues no quiero que mi nombre, aún siendo para gloria, se empareje en los libros con el del cruel gobernador.

Paseaba yo con mi amigo, poeta aureolado por el popular aprecio en nuestra Salamanca, cuyo nombre también omito por ser en esto parejo su deseo con el mío. Leía él un madrigal a los encendidos rubores de su amada al escuchar del enamorado poeta demanda de matrimonio.

Fue aquel el instante en que un brillo extraño en medio de la copiosa corriente (mediaba un luminoso día de abril, frío pero embalsamado por los mil aromas y colores y sonidos con que la vida suele presentarse en esta tierra nuestra) llamó nuestra atención. Y nada habríamos hecho si una súbita embestida de viento no hubiera mostrado la piedra y, como en un relámpago, no hubiera traído a nuestras mentes el recuerdo del desaparecido toro. Y quiso nuestra fortuna que por los alrededores estuvieran acampados unos zíngaros, que de paso hacia la vecina Portugal iban, los cuales acudieron a nuestra voces y, aún no comprendiendo nuestra lengua ellos, ni nosotros la suya, nos ayudaron de tan eficaz manera que pudimos corroborar que de la mitad trasera del toro se trataba.

Renuncio a explicar nuestro gozo, tan sólo comparable a la impaciencia con que hubimos de aguardar la llegada del siguiente día, pues aquel ya de anochecida se retiraba cuando coronábamos con harto trabajo nuestro hallazgo.

Y en los días posteriores, con el concurso de otros amigos, pues los zíngaros siguieron su camino, pudimos localizar la otra mitad del toro, a considerable distancia de la hallada. Más fue inmisericorde la decepción cuando comprobamos, llorosos casi, que estaba la mitad delantera desposeída de su cabeza. Razón por la que decidimos proseguir la búsqueda; y la llevamos a cabo, febriles, hasta que los calores de junio fueron congregando en las orillas de nuestro río un enjambre de mozos y mozas, enamorados y felices gozadores de la vida; presencia, si bien gozosa, molesta para nuestra tarea, y que nos desanimó sobremanera.

Dimos por entonces cuenta del hallazgo, si bien tristemente incompleto, a las autoridades que reputamos competentes en el caso, autoridades que a los encargados de nuestro Museo Provincial encomendaron el asunto. Y el resultado fue que, tras penosos trabajos, y con la concurrencia de mozos vigorosos y de atezadas yuntas de bueyes, más de veinte hubieron de emplearse, quedaron las dos mitades del toro salvas, aunque maltrechas y mutiladas... Evitaré proligidades e iré al grano.

Pues fue el caso que las autoridades decidieron acoger, con los debidos honores, pompa y cuidados, la mole del descabezado toro, al tiempo que se formó una cuadrilla para que recorriese nuestro Tormes, palmo a palmo, sin dejar una cuarta, en busca de la desaparecida cabeza. Mas el trabajo resultó estéril, a pesar del tesón puesto en él, a pesar del peculio público a él dedicado, a pesar de la tenacidad con que cada abril se remprendían, con más escrupuloso cuidado cada vez, los trabajos de búsqueda.

Y el caso es que, hasta el momento presente, sin cabeza puede admirarse nuestro toro en el Museo Provincial, en nuestro convento de San Esteban, que hace de él ostentación como del más preciado tesoro de la ya de por sí rica y gloriosa historia de nuestros monumentos.

Y sólo me queda ya hacer votos para que aparezca la dicha cabeza. Seguramente, por desgracia, ya convertida por la acción del agua en anónimo canto rodado.

Pueda algún día nuestra insignia más antigua lucir donde estuviera, es decir, en la gloriosa puente.

El Tormes guarda la cabeza
Juan Luis Fuentes Labrador
(Del libro en preparación "Apócrifos")


jueves, 23 de febrero de 2012

La razón y el deseo

"Los clérigos son acérrimos partidarios de Santa Cruz"



SONATA DE INVIERNO (2)
MEMORIAS DEL MARQUÉS DE BRADOMÍN. VALLE-INCLÁN


Fray Ambrosio afirma que el seminarista recién llegado daría más que hablar que Don Ramón Cabrera si contara con una partida de cincuenta hombres. La conversación se desliza por terrenos de táctica militar. Convienen en que el valor es más productivo con organización y disciplina, pero concluye en que si contara con mil hombres a su mando, aseguraría la victoria de la Causa. Se enredan en preferencias de grandes líderes carlistas: Zumalacárregui o Don Miguel Gómez. Bradomín interviene para zanjar la discusión: “El mejor general es la ayuda de Dios”. Y Valle se luce a continuación en la descripción del ambiente de una sacristía en la que ocurren muchas cosas: “Las campanas dejaron oír su grave son, y el viejo sacristán se levantó sacudiéndose la sotana donde el gato dormitaba. Entraron algunos clérigos que venían para cantar un entierro. El seminarista vistiose el roquete, y el sacristán vino a entregarle el incensario: el humo aromático llenaba el vasto recinto [...]”

Fray Ambrosio le recuerda al Marqués que fue su maestro de latín en el Monasterio de Sobrado y como no se cree el cuento de su conversión e internamiento en el convento, el autor nos da a conocer los principios de su escritura. Sus escritos son literatura y bien poco tienen que ver con la realidad. La realidad es para vivirla, no para escribir ficción. Si acaso, realidad pasada por el genio creador del autor como si se tratase del Discurso de las Armas y las Letras de Don Quijote.


"Eran Lanceros Castellanos que volvían de una guardia fuera de la ciudad"

Como había nevado en Estella, Bradomín no puede rechazar la invitación de alojamiento en su casa que Fray Ambrosio tan generosamente le ofrece. Recorren el viejo empedrado de las calles de la ciudad leal, “arca santa de la Causa”. Antes de llegar se hacen a un lado para dejar paso a los Lanceros Castellanos, descendientes de los garrochistas del campo charro salmantino que aprendieron a alancear guiando toros bravos. Dejaron su oficio y se unieron a Don Julián Sánchez y a los aliados en su lucha contra Napoleón en estas tierras. Su estampa legendaria brilla como los Dragones franceses en la Plaza del Zocodover de la ciudad de Toledo. Gustavo Adolfo Bécquer ya nos lo había contado en la leyenda El Beso antes que Valle-Inclán. Prodigio de expresión sonora: “Entre el cálido coro de los clarines se levantaban encrespados los relinchos, y en el viejo empedrado de la calle las herraduras resonaban valientes y marciales, con ese noble son que tienen en el romancero las armas de los paladines”.

El autor nos transporta de la quimérica estampa y legendario esplendor de los Lanceros de Castilla a la gruñona “lengua de escorpión” del ama de llaves, que franquea la puerta a la pareja de frailes, y se ganan un rapapolvo por ponerle perdido del barro de las botas los suelos recién fregados, limpios como el jaspe.

Bradomín se desviste de su hábito y deja ver otro “zuavo pontificio” que tapó para escapar del maldito Cura Santa Cruz, por el que los frailes sienten verdadera veneración. Fanático del Carlismo auténtico, camisa vieja de la Causa desde los albores de la Primera Guerra, no esta “farsa de masones actual”. Le ofrece una onza de oro para que le acerque a los aledaños de la Condesa Volfani.

Es un día triste de lluvia en la Ciudad Santa del Carlismo. De la calle llegan las ráfagas de aire y agua que golpean los cristales. El toque monótono de las campanas que convoca a la novena y las cornetas que marcan el ritmo de las actividades de los cuarteles se desvanecen tras las ventanas de las casas. Los huecos de la Plaza vacía se agrandan azotados por la lluvia. Dos soldados chorreando se apresuran a cruzarla.



"El Cura ahora nos cuesta la pérdida de Tolosa"

Bradomín
tiene cita con el Rey a quien presenta sus respetos. Ante el reproche de no haber fusilado al Cura Santa Cruz, le repone que su actitud les ha venido bien porque ha dividido a las tropas republicanas al tener que atender dos frentes. Saluda al Obispo de la Seo de Urgel, altivo como los obispos feudales. Temiendo el castigo de un sermón del prelado por la historia que de su vida ha contado a los clérigos, le da la razón como a los tontos. Comen ambos a la mesa frugal del Rey que claramente ha fracasado en la promesa que su abuelo, El Bearnés, hiciera a sus seguidores de comer gallina con frecuencia: quimera de poetas.



"Y, después de llover,
Un relámpago va
deshaciendo la oscuridad
con besos, que antes de nacer,
morirán.
Ayer Julieta denunciaba a Romeo,
Por malos tratos, en el juzgado,
cuando se acuestan la razón y el deseo
llueve sobre mojado!"
Paez/Sabina.





Las tres ilustraciones de la entrada están tomadas de esta página.

Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde
La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

martes, 21 de febrero de 2012

Habla popular de Lumbrales (117)

Cualquier cosa viene bien para tapar un portillo.


R

Rabero: Ronzal 1.- Soga que se pone a las caballerías para atarlas o conducirlas. También cualquier trozo de soga que se le ata al asa del calderete para sacar agua del pozo. 2.- Cuando la mies se limpiaba a mano era lo que quedaba al extremo o a la punta del muelo, que solía estar peor limpio y lleno de grancias. 3.- Llevar de rabero es llevar detrás “Como ves siempre llevo de rabero unos cuantos muchachos.”
No está en el DRAE.
No está en el DCT con las acepciones 1 y 3.

Rabo (quedar de): Trozo de tierra que queda sin segar o sin arar en una jornada. No era deseable que los segadores dejasen rabo, porque eso suponía la necesidad de regresar al día siguiente. Por ello, dentro de unos límites razomnables, las jornadas se estiraban hasta terminar con cada tierra.
DRAE: 3. m. Parte del trigo u otra semilla que queda después de aventado o cribado.
No está en el DCT con esta acepción.
BDE: 1220-50. Del latín RAPUM “nabo”, por comparación de este tubérculo provisto de follaje en la punta con una cola peluda en su extremo; denominaciones parecidas de la cola existen en latín, germánico, eslavo y en el propio castellano (nabo “tronco de la cola”, hopo “cola peluda”). De acuerdo con esta comparación se distingue entre rabo, parte carnosa de la cola del caballo, etc. (comparable al nabo, a distinción de su follaje), y cola, parte peluda de la misma; y de ahí que luego se hable del rabo de animales que lo tienen gordo, como el perro, frente a la cola de la lagartija, etc.



Rabotazo: Golpe dado por un animal con el rabo. “El mulo rojo me pegó un rabotazo en los ojos que me dejo sin vista un buen rato”.
No está en el DRAE con esta acepción.
No está en el DCT.



Rachar:
Es sinónimo de rajar, partir quebrar o romper.”Tienes que rachar ese trompo grande, no entra en la chimenea”.

DRAE: 1. tr. Ast., Gal., León, Pal., Rioja y Sal. rajar.
DCT: mismo significado.
BDE: Rajar y raja son voces tardías, que sustituyen al antiguo y dialectal racha “raja”, hacia 1250, gallego portugués racha, rachar “rajar”. Estos probablemente vienen de re-acha, derivado de acha “raja, astilla”, procedente del latín ASSULA, vulgarmente ASCLA. Es muy posible que rajar resulte de un cruce de rachar con su sinónimo ajar, que también significó “rajar”.

Rachisol: Sitio donde más pega el sol.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.



Racho: Trozo de madera para la lumbre que se ha sacado rachando los troncos gruesos de los árboles con la destrala o con la marra y las cuñas. “Coge la destrala grande y haz unos rachos pa la lumbre”.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.



Rajadura:
Raja, javechá.

DRAE: 1. f. Acción y efecto de rajar o rajarse.
No está en el DCT.


Rallar: Hablar con insolencia. “Buena gana tienes de tanto rallar, aquí nadie te hace caso”.
DRAE: 4. intr. Sal. Hablar descaradamente.
DCT: Castañear los dientes.
BDE: Hacia 1400. Rallo “rallador” viene del latín RALLUM, derivado de RADERE “raer, raspar”.



Ramal: Soga de no mucho grosor que va unida a la cabezada de yeguas o asnos, en lugar de riendas. Llevar de ramal es tirar de un animal por el mismo para que no se escape. “La ley dice que por el pueblo hay que llevar las vacas de ramal”.
DRAE: 2. m. Ronzal asido a la cabezada de una bestia.
DCT: Ronzal que se ata a la cabezada o al cabezón de las caballerías para sujetarlas o inducirlas.
BDE: 1490.




Ramo: Escoba, o retama, que sirve para encender la lumbre.
No está en el DRAE con esta acepción.
DCT: Restos de ramas secas que se recogen para la lumbre.
BDE: Finales del S. X. Del latín RAMUS “rama”.







Rampla: Rampa.
No está en el DRAE.
DCT: mismo significado.
BDE: Rampa: “Plano inclinado” hacia 1800, del francés rampe, derivado del francés antiguo ramper “trepar”, procedente de la misma familia germánica; rampar; rampante.


Ranchera:
Lumbrarada que se hace en el campo. Cuando se hace en casa también se le llama así si la lumbre es muy grande, por ejemplo, la que se hace para la matanza.

No está en el DRAE.
No está en el DCT.
BDE: Ranchero, 1737.


El color verde aceituna en algunas palabras o expresiones indica que son de reciente incorporación, posterior a Mayo de 2007.

Abreviaturas utilizadas:
DRAE: Diccionario de la Real Academia Española.
DCT: Diccionario del Castellano Tradicional.
BDE: Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Coromina.



domingo, 19 de febrero de 2012

Primeros arrullos

Hoy. Invierno


Hoy. Verano


Ayer. 1991





Antier.

La comparación de las imágenes desde el Puente Romano separadas por el tiempo nos permite comprobar la desaparición del Barrio de Santiago, integrado por un conjunto de casas a la vera del río, a unos pasos de la Iglesia del mismo nombre, único edificio que se conserva en la actualidad. Quizás no sea la perspectiva más conocida de la ciudad, pero es la que mejor representa la visión de los viajeros antiguos, al ser ésta la primera que tenían de Salamanca tras cruzar el único puente sobre el río Tormes. Otro día hablaremos de la historia del toro de piedra junto al puente.



Ramón Mesonero Romanos, de padre salmantino, recuerda en el capítulo siete de su libro:
"Memorias de un Setentón, natural y vecino de Madrid", un viaje que hizo de niño a Salamanca en 1813, justo un año después de la Batalla de Arapiles:

“Desde los primeros arrullos que escuché de sus labios cuando me dormía en sus brazos, a los sencillos y animados ecos de las canciones de la tierra:
«Torito de la Puente
déjame pasar
que tengo mis amores
en el arrabal»

o la popular de las habas verdes:
«Ayer me dijiste que hoy
hoy me dices que mañana», etc.-,

hasta los cuentos, refranes a idiotismos locales con que amenizaba sus narraciones; desde los sabrosos frutos de aquella feraz comarca, que abundaban en nuestra mesa, hasta el traje de charro con que gustaba adornar las infantiles personas de sus hijos de uno y otro sexo; desde los muebles, estampas y demás objetos que adornaban la casa, hasta la secular escribanía, obra de uno de los famosos artífices salamanquinos, y marcada con el Toro y la Puente, armas de la ciudad -que es la misma que conservo y que he usado toda mi vida-, todo conspiraba a crearnos en la imaginación una segunda naturaleza, un verdadero entusiasmo salmantino”[…].


jueves, 16 de febrero de 2012

Nada que ocultar


"Nuevo Epaminondas de quien, andando los siglos, narrará las hazañas otro Cornelio Nepote"



SONATA DE INVIERNO.
MEMORIAS DEL MARQUÉS DE BRADOMÍN. VALLE-INCLÁN

Valle reafirma el punto de vista del narrador en el comienzo de esta Sonata de Invierno. El narrador nos cuenta desde la vejez su vida pasada. A veces, narra desde un presente que conoce el futuro. Crea un cierto grado de incertidumbre consciente en la dualidad Valle-Marqués de Bradomín; en la novela deja manco a Bradomín, en clara referencia a su propia mutilación. El autor hace literatura del conflicto del narrador, como ya había hecho Cervantes en el Quijote.

Podemos considerar las Sonatas como obras independientes, pero las sucesivas y frecuentes referencias a las anteriores las hace ser una obra unitaria.

Bradomín anciano –con los cabellos argentados de luna- hace recuento de sus días. Ha sobrevivido a todos sus amores. Hubo de todo entre ellas: Unas murieron en sus brazos; otras recurrieron a la epístola para despedirse; el resto, o bien murieron de viejas, o cuando ya le habían olvidado. Ahora ya sólo le resta llorar la muerte de la niña que le cuidó y que se llevó el secreto de sus amores tardíos a la tumba.

El autor nos desvela el final de la trama, de la misma forma que lo había hecho con Concha y la carta en la Sonata de Otoño. No importa el desenlace para tener al lector enganchado a la lectura, otros deberán de ser los ingredientes que nos convoquen a seguir leyendo, la misma estrategia que había ensayado con Concha.

La juventud del Marqués de Bradomín ha sido una hoguera de pasiones y de grandes llamas atizadas por el amor. En una frase sin rodeos nos sitúa en la coordenada espacio temporal de la historia: “Yo acababa de llegar a Estella, donde el Rey tenía su Corte”. Nos encontramos en la Tercera Guerra Carlista. Se respira derrota de la causa, que coincide con la decadencia del veterano soldado que siente un cerco de acabamiento y el frío de la vejez. Lamenta no haber sido capaz de renunciar al amor y así evitar la muerte de la chiquilla.



"Destacaba en medio de su séquito, admirable de gallardía y de nobleza, como un rey de los antiguos tiempos".

Y huyendo, como ya hiciera en su aventura mejicana, se presenta en la Corte de Estella, justo a tiempo de asistir a la misa mayor. Es la excusa perfecta para mostrar de nuevo la fascinación que Valle siente por los ropajes de la realeza, la misma que antes había sentido por la liturgia religiosa y los atuendos eclesiásticos. El porte del Rey Don Carlos es el único capaz de encajar con apostura en la armadura tallada a mano por el más aventajado de los orfebres milaneses, arrastrar el manto de armiño o ceñir la corona de piedras preciosas de los reyes godos medievales, grabadas a fuego en los códices antiguos. Bradomín no entiende las palabras de un fraile preconciliar que arenga los tercios reales. Sin embargo, le cautiva la sonoridad y el ritmo de aquella lengua remota e intacta cuyas raíces remiten a los ecos primitivos y misteriosos del origen ancestral de las txalapartas: “Yo las sentía leales, veraces, adustas, severas” como las personas que las pronuncian. Un canto al bilingüismo y una defensa auténtica de la riqueza que aporta la diversidad de lenguas en un territorio, siempre que sirvan para alejarnos del fantasma de la incomunicación.




Caricatura de Sirio

El Marqués carlista, embutido en un disfraz de cartujo, se coloca a la sombra de una columna, al tiempo que cruza la mirada con una dama del cortejo real. Se encuentra con Fray Ambrosio en la sacristía mientras uno de los dos sacristanes viejos -gente de cogulla- avivan la brasa del incensario. El fraile es un veterano de la primera Guerra Carlista que reconoce a Bradomín. Éste relata la historia de su vida. Ante las reticencias de Fray Ambrosio a admitir que entrara en el convento como acto de contrición, confiesa que: “El arrepentimiento no llega con anuncio de clarines como la caballería”. Añade que en el convento ha conseguido dominar todas las pasiones menos el orgullo. La entrada de un seminarista al que Fray Ambrosio alaba por ser valiente como un león, interrumpe el relato y también este comentario hasta la semana próxima, dios mediante y no júpiter tronante.


"Me falta un corazón
me sobran cinco estrellas
de hoteles de ocasión
donde dejar mis huellas,
con nada que ocultar,
con todo por delante,
Goliat era un patán,
David era un gigante"

Joaquín Sabina







Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde
La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

martes, 14 de febrero de 2012

Habla popular de Lumbrales (116)

Nido de cigüeña en un roble seco.

Probito:
Pobrecito. Se usa mucho con este síncope o acortamiento y cambio de posición de consonante.

No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Pujo: Zambomba. De muchachos lo hacíamos con un puchero y la vejiga del cebón. En Lumbrales se canta por Navidad esta cancioncilla, acompañándose del pujo:
“Pujo pujo, pujo
de la tía María
si no me convidas,
no serás mi tía.”
No está en el DRAE con esta acepción.
No está en el DCT con esta acepción.



Punta: Grupo de ganado vacuno u ovino menor de 20 cabezas.
DRAE: 4. f. Pequeña porción de ganado que se separa del hato.
DCT: Pequeña porción de ganado que se separa del hato.
BDE: Del latín tardío PUNCTA “estocada”.



Q


Quedrá: Es muy corriente pronunciarlo así en lugar de querrá.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Quejique: Persona que se queja continuamente por cosa de poca monta.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.



Querencia: Atracción. “Los animales siempre van onde tienen la querencia.”
DRAE: mismo significado.
No está en el DCT.
BDE: Antes cariño, 1220-50, luego “inclinación a volver al lugar donde uno ha sido criado”, 1555, y “ese lugar”.



Quereres:
Amores, pero se suele utilizar en frase negativa y entonces significa lo contrario. “No merece la pena, eso sólo trae malos quereres.”

DRAE: mismo significado.
No está en el DCT.
BDE: Querer: finales del S. X. Del latín QUAERERE “buscar”, “inquirir”. El paso a la expresión de la idea de voluntad resulta de un cambio muy antiguo, que ya apunta en latín vulgar y no es del todo ajeno a otras lenguas romances en su etapa medieval, aunque hoy ha quedado limitado al castellano y al gallego-portugués. El sentido de “amar” parte del anterior, por una evolución más moderna, aunque ya consumada en el S. XII, y debida probablemente al deseo de evitar una expresión demasiado solemne y enfática de un sentimiento íntimo.



Quesa: Queso pequeño que se hace con lo último que queda de la masa.
No está en el DRAE.
DCT: Prueba del queso recién hecho.
BDE: Queso: 980. Del latín CASEUS.



Quiénsabe:
Muchísimos. “!Había quiénsabe la gente en el entierro del probe Juan, que en paz descanse!"

No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Quiqui: Mechón de pelo sujeto con una cinta, que las madres suelen hacer a las niñas.
No está en el DRAE.
DCT: mismo significado.



Quiries: Tardar los quiries en hacer algo es eternizarse y ser un lento.
DRAE: 1. m. Invocación que se hace a Dios, al principio de la misa, tras el introito. U. m. en pl.
No está en el DCT.
BDE: Kirieleison: S. XVI, "imploración a Dios al principio de la misa”. Como la palabra Kýrie se pronuncia repetidamente en el ritual litúrgico, se ha empleado los kiries, junto con varios verbos, para indicar una acción repetida muchas veces: beber los kiries, 1613; reír los kiries, principios del S. XIX, etc.




Quisqui:
Se utiliza en la expresión Todo quisqui: Todo el mundo. Todo chichirimundi: “Demasiado bien funciona este ordenador con toquisqui metiéndole mano”.

No está en el DRAE.
No está en el DCT.



El color verde aceituna en algunas palabras o expresiones indica que son de reciente incorporación, posterior a Mayo de 2007.

Abreviaturas utilizadas:
DRAE: Diccionario de la Real Academia Española.
DCT: Diccionario del Castellano Tradicional.
BDE: Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Coromina.