sábado, 14 de diciembre de 2013

Porque no pude aguantar el dolor





"Los salones del palacio estaban pintados de blanco y en las paredes colgaban litografías de Joan Miró"


Todo lo que era sólido (3) 
Antonio Muñoz Molina 

En la historia reciente de España hay un momento de inflexión en el que la marcha  de la economía se estanca y empieza a ir de mal en peor. Empezamos a rodar pendiente abajo, incapaces de parar el desplome, continuamos la caída y aún no sabemos dónde pararán los escombros del derrumbe.

Entre el año 1997 y el 2007 el suelo se revaloriza el quinientos por cien porque hay mucha demanda de viviendas. Se hacen casas para media Europa en suelo español. 



"Había dinero para todo. Para abrir nuevos centros del Instituto Cervantes en las ciudades más caras del mundo".

A los billetes de quinientos los llamaban los Binladen porque su aspecto era un enigma, pocos eran los afortunados que los habían visto y tocado; sin embargo, parece ser que circulaban más que en ningún otro país europeo. Cuando Zapatero gana las segundas elecciones en el 2008, la economía crecía al ocho por ciento. Había que ser muy cenizo para hacer caso de la quiebra de los bancos americanos o prestar atención a Irlanda e Islandia entrando en bancarrota. Como consecuencia de la bonanza económica, se expande la lengua, se crean Institutos Cervantes en las zonas más nobles de las ciudades más importantes del mundo. En Brasil se iba a declarar al español obligatorio en los colegios de enseñanza secundaria y se necesitarían numerosos profesores de español. En diciembre de 2004 el presidente del gobierno Rodríguez Zapatero, con su sonrisa a cuestas, recibe a unos cuantos directores del Instituto Cervantes, MM entre ellos, y al futuro ministro y escritor César Antonio Molina en la Moncloa. Las litografías de Miró colgadas de las paredes eran la escueta expresión de la inane modernidad, la marca de identidad del interior. Las distintas estancias se volvían aburridas de puro modernas, asépticas, jóvenes y luminosas; ningún misterio que desvelar. Le sorprende que el presidente no disimule el atractivo de mandar: “Cuando te sientas aquí es cuando tocas de verdad el poder”. 

 Invitan a la comitiva a sentarse a una mesa trasparente de grandes dimensiones. Tenían que dar voces para hablarse unos a otros. La charla gira en torno a temas sin sustancia hasta que el presidente tantea el terreno con una ocurrencia de las suyas. Resulta que está pensando en traer los restos de Machado y de Azaña. MM le contesta con un endecasílabo terminante del propio poeta sevillano: “Solo la tierra en que se muere es nuestra”. Y no se habló más del asunto. 

Había dinero para despilfarrar en colosales edificios, imposibles de mantener para una economía cimentada en arenas movedizas, y de repente no lo hubo. 


"Espacios de tránsito que induzcan a la serenidad y aseguren cuanto antes la orientación"

La primera vez que MM llega a la nueva y flamante T4 fue un día al amanecer de regreso de New York. La hora cambiada y la confusión de un viaje contra el sol, huyendo de su tumba. Cuando uno llega a un aeropuerto,  atontado de un viaje transatlántico, quiere cosas abarcables como la antigua terminal, no la complejidad de la T4 que sobrecoge al viajero con los “techos ondulantes como teclas de acordeón sostenidas por vigas de colores”. 

El paisaje de Madrid es extraño. Uno no acaba de acostumbrarse al cambio de perfil, las cuatro torres gigantes que desentonan en mitad del secarral del centro peninsular, levantadas a marchas forzadas en el solar de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid. Madrid carece de la continuidad de una ciudad paciente, hecha poco a poco, con paciencia de siglos al ritmo pausado del golpeo lento de la maza sobre el cincel de los canteros. 

 “Los que no somos tan jóvenes tenemos la obligación de atestiguar lo que hemos visto con nuestros propios ojos”. Lo rápido que cambió aquella clase política primeriza que se amedrentaba de los bedeles de uniforme cuando los saludaban en Las Cortes. Qué rápido se acomodaron a la moqueta y al coche oficial con chófer. Apenas habían pasado diez años de la llegada de la democracia y un ministro ya señalaba a España como el país del pelotazo: “El país donde uno se puede hacer rico más rápidamente”. Observamos cómo muchos de aquellos conocidos militantes clandestinos fueron apartados a las primeras de cambio, relegados a la irrelevancia o retirados después de una o dos legislaturas. Otros se hicieron profesionales de la política y se jubilaron con pensiones de por vida y cajas fuertes bien repletas de billetes de quinientos que no dejaron huella. Algunos de los veinteañeros que llegaron a la política en 1976 se ungieron de una apostura patricia y alcanzaron la jubilación en la presidencia de consejos de grandes empresas y de Cajas de Ahorro que se arruinaron durante su dirección. 


Durante la Transición se volvieron a llenar las plazas de toros como en los mítines legendarios de la Segunda República

Los primeros años de la recién nacida democracia fueron emocionantes para un amplio sector de la población, sobre todo para aquellos jóvenes interesados en política. Había efervescencia y ganas de participar en algo que todos sabíamos histórico. Los mítines se celebraban en las plazas de toros con los tendidos y el ruedo abarrotados de público, como en aquellos mítines legendarios de la Segunda República que habíamos visto en fotos ajadas por el uso y que el paso del tiempo había vuelto amarillentas. No era raro que algún conocido fuera en alguna lista de las decenas de partidos políticos que representaban al amplio espectro ideológico del momento. Nunca faltaba la sorpresa al descubrir las ideas políticas de gente que no se había significado ni en una dirección ni en otra. Si algo se añora de aquella época en que todo estaba por hacer es el dinamismo de los agentes sociales. Sobre todo al compararlo con los partidos y sindicatos estructurados y anquilosados de ahora, dirigidos desde hace décadas por los mismos políticos, patricios acomodados,   profesionales perpetuos de la política y de la cosa pública. 

Tampoco el paseo por aquellos años en que se respiraba libertad fue un camino de rosas. Eran años de plomo para los terroristas, empeñados en torcer la libertad recién ganada con atentados y muertos casi a diario, la democracia se estaba inventando cada día bajo la presión de las bombas y la vigilancia del ruido de sables en los cuarteles. 

Fueron años muy estimulantes para la creación literaria, cultural y musical  porque el porvenir no estaba garantizado, predominaba la transitoriedad, la incertidumbre en el futuro. Aunque la libertad nunca fuera completa porque no llegó a abandonarnos una cierta sensación de miedo de que los males de la explosión de libertad que vivíamos nos llevaran a una involución y vuelta atrás. 

"If I trust in you, oh please
Don't run and hide
If I love you too, oh please
Don't hurt my pride like her
'cause I couldn't stand the pain
and I would be sad
if I knew love was in vain"
The Beatles 




Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


6 comentarios:

Paco Cuesta dijo...

Aquellas charlas multitudinarias tenían el sabor de lo no vivido, de un mundo por descubrir, de una ilusión desilusionante.
Un abrazo

Ele Bergón dijo...

Éramos unos "pobres ricos" que gastábamos sin medida y nunca nos preguntábamos que de dónde salía tanto dinero y así, unos con más irresponsabilidad que otros, fuimos creando un país donde el humo se vendía por toneladas.

Un abrazo

Luz

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Recuerdo aquellas noticias que decían que en España se construía más que siete países europeos juntos... y cómo nos llenaba de orgullo todo aquello, caídos como estábamos en la ceguera.

Gelu dijo...

Buenas noches, pancho:

No me gusta identificar por el lugar de procedencia cuando al hacerlo no es para aportar valores y reconocimiento a su tierra.
Estos personajes deben tener un atractivo irresistible para los que toman las decisiones, pues vuelven a hacer parecidas ofertas después de las ruinosas.
¿Quién está realmente detrás de estos negocios ventajosos para unos cuantos?
¿El ciudadano cómo puede protegerse de estos vendedores de humo, manirrotos, tan despilfarradores con el dinero que no es suyo?
¿A quién colocamos en representación de todos, capaz de hacer declaraciones en voz alta que sumasen pinceladas al retrato fiel de su incompetencia?
El enriquecimiento rápido, cuando es solo apariencia y cosmética, no es otra cosa que endeudamiento y empobrecimiento general.
En cuanto a Antonio Machado, para nuestra vergüenza, sus restos deben reposar en Colliure.
Se nos han olvidado los últimos días de él, de su madre, y el padecer de su familia y de tantas otras personas.

Un abrazo.

P.D.: Esa planta (¿buganvilla?), hermosa hasta retorcida, agarrada fuertemente a la pared brotará con la primavera.

Abejita de la Vega dijo...

Los que vivimos la transición y el ruido de sables ya somos un poco "padres baúles" cargados de recuerdos que nos permiten ver lo de ahora con una perspectiva diferente; es bueno que los que no lo vivieron lo tengan también presente, que no se trata de batallitas de abuelito. No fue un camino de rosas...y salimos de aquello.

De esta saldremos, tiremos de la cuerda. Se acabó la ceguera. que no nos engañen con espejismos, que estamos hartos de trampantojos.

Besos, Pancho.Feliz Navidad.

Myriam dijo...

Que gráficas las descripciones que hace AMM, parece estar viendo las escenas en las que el se reúne con funcionarios y empresarios. En cuanto a Barajas, de acuerdo con él en lo de los techos ondulantes, pero la nueva terminal es muy cómoda para el inmenso flujo de gente y está muy bien señalizada. Recuerdo aquí la vieja: todos apretujados como sardinas en lata (no te exagero, antes me quedo corta, era un drama empujar y pasar por entre los cuerpos para poder ir al baño o a la máq. a comprar una botella de agua. La nueva es inmensa (en mi serie de Tránsitos, la primera foto) pero lo bueno que tiene es que caminas tanto que haces mucho ejercicio jejeje y es saludable. Igual pienso que la podrían haber hecho con techos menos altos y un poco más chica.

Ya se que me fui pro los cerros de übeda, pero siendo el autor de la región, aun estoy en tema jejeje.

Besos