sábado, 29 de marzo de 2014

Dejar las cosas en sus días (9), Laura Castañón. Que no se quede callado quien quiera vivir feliz




"Alguien había partido en dos su vida; un corte longitudinal y perfecto que dividía su tiempo con Benilde y su tiempo con Camino"

 
Dejar las cosas en sus días (9) 
Laura Castañón 

La relación de Aida con Bruno por correo electrónico continúa. Hoy ya sería por “guasá”. En noviembre de 2007 la publicidad del periódico sufre un desplome. Mientras para el gobierno la economía juega la “champion”, en la redacción no se renueva a los contratados temporales; la plantilla en cuadro. La cabeza va del periódico al hospital. Paloma apenas ya habla y Aida necesita saber por qué los cuadernos están en su posesión y no en manos de su autora, su abuela Claudia. Ahora no tiene tiempo para dedicarle a su padre, quizás más tarde. 

 DOMINGO 24 DE JUNIO DE 1923 
"Ayer no pudimos ir a la hoguera porque se murió Manuel."

Con esta nota tan escueta tomada del diario de Claudia, recibimos de sopetón el mazazo de la muerte de Manuel. Qué manera más sabia de arrastrarnos y embebernos en la lectura. Los momentos escabrosos cuanto antes mejor, la muerte viene cuando quiere, de repente, nunca es anunciada. Pasa en la vida real y también en la ficción. ¿Por qué la autora corta con este personaje? 


 "Si llovía tal vez pudiera olvidarse de esa tontería de la foguera y esa innecesaria confraternización con toda la gente de Bustiello"

Otra virtud de la novela es que el interés no decae, no languidece. La tensión narrativa se mantiene a lo largo y ancho de toda ella. 

La primavera viste sus mejores galas de San Isidro a San Juan, poco más de un mes de amargura para Sidra. Desde "aquello" no se volvieron a dirigir la palabra. Manuel sospecha que esa actitud de su hermana se debe a que conoce lo suyo con Germán. Manuel y Sidra se despiden, el se va a Madrid hasta que Germán pueda marchar a París. 

Los Baizanes son dos hermanos gemelos, mineros recios que llaman la atención por su corpulencia. Muerta su madre al darlos a luz, los cría su abuela Queta, la del Tordu Baizán. Cría a la vez a otro nieto, hijo de Mercedes que hizo carrera en el "puti" de Mieres

 “Estos guajes son capaces de comer garbizos”, exclamaba a menudo la abuela mientras preparaba las ollas de fariñas para dar de comer a tanta humanidad. Descubren que para mantenerse en Bustiello es necesario  ser bravos para el trabajo y mansos y nobles con los jefes. Con esas miras y su fuerza bruta se constituyen en la guardia pretoriana de Vicente Madera, secretario del Sindicato Católico. Tienen atravesado a Germán porque sin ningún esfuerzo, solo por ser hijo de un conocido del Marqués, maneja las cuentas del Sindicato. Es un marica, pero nadie se lo recrimina. Estupenda descripción de los homosexuales que en esta época existían en todos los pueblos, forzados al silencio para sobrevivir, medio escondidos para pasar lo más desapercibidos posible, muchos dedicados al cuidado de los padres mayores y disimulando su inclinación sexual: “Después de haber alcanzado un récord mundial de pedradas a lo largo de los años de infancia, dichos sujetos permanecían lo más ocultos posible: desarrollaban trabajos discretos, vivían con sus madres, a las que atendían hasta su muerte, iban mucho a misa, cuidaban de los sobrinos y ya procuraban no dar que hablar.” 




"Los Baizanes comen a Dios por una pata"

Efrén halla en los brazos de Camino un cobijo en el que refugiarse de sus dudas. Se abraza a ella "como si al hacerlo se sumergiera en un abismo de eternidad." Vive en dos mundos paralelos, separados por algo invisible, pero efectivo, hasta el día en el que Benilde le descubre. El niega la deslealtad, pero nada evita su sentimiento de cobardía e indigencia ética por vivir en la falsedad de dos relaciones simultáneas. 

Aida recibe un mail de Ara, biznieta de Efrén y médica también en el que le cuenta que sabe por transmisión oral que su bisabuelo murió con el hígado destrozado. Se da a la bebida cuando Benilde le pone las peras al cuarto y le obliga a abandonar a la amante enfermera. La informa en el correo de la afinidad estrecha que tenía con Claudia y Andrés. Se nos anuncia que el final de Andrés será en la Guerra Civil. 

“Todos los tíos son iguales.” Exclama Aida,  decepcionada al comprobar la doblez del comportamiento de Efrén Rubiera. 


 "Le daba lo mismo porque en los ojos de Efrén solo leía un abecedario de amor"

Benito Montañés aprecia a Camino porque crio a su hija Claudia, pero la infidelidad conyugal no encaja en la línea recta de su esquema mental, de estricto catolicismo  preconciliar. Se ofrece a echarle una mano en la búsqueda de un nuevo empleo. De primeras ella se resiste a aceptar, pero no tiene más remedio que rendirse si quiere darle de comer a su hijo. 

El crimen se nos cuenta cuando ya todo ha pasado, en un gesto narrativo típico de las novelas de crímenes y acción, como si el narrador hubiera estado presente en el interrogatorio a los sospechosos posterior al crimen o hubiera tenido acceso al sumario. Huye de la distribución maniquea de buenos y malos. Al mezclar las clases sociales, reparte culpas en el asesinato. A primera vista los Baizanes tenían todas las papeletas para ser los sospechosos principales, no en vano tenían experiencia en el manejo del cuchillo, eran los matanchines del pueblo en las matanzas. Confiesan que ellos no fueron, ellos solo querían recuperar el dinero del Sindicato. Además se creían impunes, quién se iba a preocupar del paradero de  dos afeminados homosexuales. Veremos otro día cómo se desarrolla la historia . 


Le tengo rabia al silencio por lo mucho que perdí
le tengo rabia al silencio por lo mucho que perdí,
que no se quede callado quien quiera vivir feliz
que no se quede callado quien quiera vivir feliz
Atahualpa Yupanqui



Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

miércoles, 26 de marzo de 2014

La saga/fuga de JB (4), Gonzalo Torrente Ballester. El ojo de tu ombligo ya no me da la espalda





"Todas las castas dominantes participaban en la esperanza de que sus rostros alcanzasen la apetecida simetría"

La saga/fuga de JB (4) 
Gonzalo Torrente Ballester 

La clase dirigente era monócula frontal, he ahí el origen del cristalito redondo que algunas castas como los poetas portugueses, los militares prusianos o los diplomáticos italianos se ponen debajo de las cejas. Cuando los antepasados miraban por un ojo frontal y otro a modo de retrovisor,  hubo una rebelión de los que miraban solo por el cogote; estos mataron a los de monóculo mirar y establecieron por vez primera la igualdad de los peores. Unas cuantas generaciones más tarde la gente recobró el ojo frontal antes de que se comprobara la sustancial ventaja que significaba la visión subfrontal binocular. La adaptación no se hizo realidad de un día para otro. Don Torcuato propone en su teoría un plazo elástico de unos dos millones de años de Transición cuyo comienzo y cuyo fin puede adelantarse o retratarse en veinte o treinta milenios. 


"Llevar un cristalito inserto debajo de cualquiera de las cejas, fórmula asimétrica, y por lo mismo ardua, de mantener la distinción de castas."


Los orígenes de la visión binocular están en la aspiración generalizada de mejora del sistema visual. Prometeo es la prehistoria, no tiene muchas luces quien se arriesga a robar el fuego al cielo cuando lo tiene bien a mano todas las noches en la relación con sus mujeres. Torcuato somete el mito a un tratamiento gramatical riguroso. Se da cuenta de que para hallar el origen de la palabra collar debe buscar: ¡Las cuentas! Halla similitud y complementariedad entre los mitos y cuentos de la antigüedad. Véase si no para comprobarlo el cuadro adjunto de dos canciones populares distantes en tiempo y espacio, posibles restos del himno primitivo: 



Basándose en el enunciado inicial: “Alguien hizo algo prohibido y fue castigado”, reconstruye la historia de la búsqueda de un ojo, recreación paródica del mito de la creación del primer hombre y del engaño mitológico de Prometeo al gran jefe Zeus. Ni que decir tiene que no necesita más explicación ni pie de foto, ni más nada porque el silogismo así surgido es agua clara, su significado es literal y comprensible. 






Mientras Taste está preparando los trebejos para pintar un jabalí por encargo del Gran Brujo, Yetti le propone plasmar un hombre con dos estrellas bajo la frente en semejanza al dios que le habló en sueños. Taste se resiste porque va contra las reglas y porque teme al Gran Brujo que no descansa en su esencia de guardián de las buenas costumbres y le vigila escrupulosamente la obra. Le pide también que lo haga de frente porque es vanidoso y presumido, le apetece servir de modelo el mismo. El artista se vuelve a resistir pues constituye herejía y va contra los patrones aceptados, se juega la horca. Al final acepta si se trata de una caricatura: “Una cara de hombre con dos ojos es una caricatura, y en eso tenemos bastante libertad.” “Trabajaron varios días y varias lunas” y Taste trazó una maravillosa figura humana, recreándose en la suerte, como si los dioses dirigieran su mano, pero faltaban los ojos que son el alma de la pintura, lo que le da vida y mirada. Yetti se siente complacido porque se reconoce en la pintura arcaica, semejante al dios del sueño. El primer fresco religioso de la historia. “De pronto, Taste humedeció en grasa oscura los dedos, corrió a la pared y dejó dos manchas debajo de la frente.” El resultado fue:  “Un sueño traspasado de voces y de luces, paseado por dioses radiantes y hombres binóculos.” 

 Pero la cosa no queda aquí ya que ambos entienden que la nueva doctrina binocular merece ser diseminada. Las hembras serán mejores receptoras porque al gustarle el mordisco en la nuca durante el acto de la posesión, no les importará el trasvase del ojo occipital al frontal. Además Yetti predicará el fomento del rito de la peregrinación a la cueva. Le sugiere a Taste que recorra todas las cuevas de la Tierra pintando hombres binoculares semejantes a los dioses. En poco tiempo las efigies de Adán y Eva inundan las paredes oscuras de las cavernas. 



 "¡Las estrellas del dios!", gritó Yetti; y cayó de rodillas."



Yetti es ejecutado por orden del Gran Brujo, a Taste se le da por devorado por algún carnívoro hambriento; sin embargo, los frescos de hombres esbeltos y mujeres binoculares son desde entonces lugares de peregrinaje, primero para las mujeres y luego para los hombres que se abrazaban “a la mujer de caderas estrechas, mirar rasgado y dúplice y vientre estéril.” 

Sucedieron calamidades, largos periodos de tinieblas, vinieron interminables glaciaciones de tiempo hasta que un día “nació un niño con el ojo trasero desviado.” Otro día los Grandes Brujos y los prebostes apuestan por la apetecida simetría. El hombre y la mujer se aparean vientre contra vientre. La novedad tiene adeptos. La sancionan los brujos y los teólogos por la indudable ventaja que esta posición supone a la hora de la concepción.

Una vez que nace el primer niño de ojos simétricos hijo del pueblo, hacia el solsticio de verano, lo proclaman dios. Los padres reciben tierras y esclavos para que lo traten a cuerpo de rey (como se trata a los toros bravos en las fincas) y pueda de mayor servir de semental. El Gran Fecundador, así evolucionado, puede “transmitir por herencia caracteres tan parsimoniosamente conseguidos.” 


"El Congreso de Grandes Brujos decretó que los fundamentos de la sociedad se quebrantaban, y que de aquella novedad solo podría resultar una anarquía que diese al traste con civilización tan dolorosamente conseguida."

De vez en cuando, por capricho de la genética, sale un virojo; cuando eso ocurre, no se le descarta, se le trata como fenómeno de circo, se le destina al culto por su rareza. Como los virojos son bastantes –uno de cada cuatro o cinco-, dependiendo de épocas y lunas, deciden considerar esclavos a “cuantos tuvieran los ojos desviados del eje de simetría.” Una de las jóvenes muchachas encargadas de calentarle por las noches se toma tan a pecho su cometido que lo asfixia. Los descendientes, por sorteo, se comen el cerebro del Gran Fecundador. Como se pueden suponer, tocaron a poco, pues poca era la materia gris del especimen. Pero gracias a ella había podido cubrir a miles y miles de hembras. 

He aquí - más condensado aún – la síntesis personal del disparatado esfuerzo del narrador por resumir la teoría del origen de las especies de los evolucionados de mirada simétrica que fue expuesta en un discurso por don Torcuato del Río con ocasión de la fundación de la Tabla Redonda.


¿Quién hará mi trabajo debajo de tu falda?,
la boca que era mía ¿de qué boca será?,
el roto de tu ombligo ya no me da la espalda
cuando pierdo contigo lo que gano al billar.

Aunque nunca me callo, guardo un par de secretos,
lo digo de hombre a hombre, de mujer a mujer.
Ni me caso con nadie, ni guardo pa’ mis nietos,
por no tener no tengo, ni edad de merecer. 
Joaquín Sabina 




Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

domingo, 23 de marzo de 2014

Dejar las cosas en sus días (8) Laura Castañón. Cuerpo de ola






 "En algún punto impreciso del fondo permanecía el cadáver de su padre, que el mar no había devuelto"


Dejar las cosas en sus días (8) 
Laura Castañón 

Efrén acudía en tren a las tertulias de la Claraboya de Oviedo con los intelectuales de la época entre los que destacaba Antonio Gamoneda (seguramente el padre del poeta). También iba a Gijón a visitar a su madre que seguía viviendo en el barrio de pescadores. A veces subían a dar un paseo por el elegante Bulevar de Begoña donde observaban a los paseantes y la mezcla de clases sociales arriba y abajo del paseo. La tristeza le asaltaba al contemplar la mar, la tumba de su padre: “En momentos como aquellos, venía la tristeza con un equipaje de años perdidos y cristales rotos y toda su conciencia era un desorden que le llevaba a preguntarse quién diablos era el, quién era Efrén Rubiera y cómo era posible vivir aquella vida de jirones y mentiras, de anhelos y despropósitos.” 

Sidra le había cogido el gusto a las fiestas que la invitaban, pero solía tornarse en tristeza y decepción a bordo del coche de vuelta a Pomar por la ausencia de Germán. No se atrevía a expresar sus sentimientos por miedo al qué dirán, a que la llamaran fresca. 

Andrés graba en audio sus recuerdos, incluidos los que “tanto empeño había puesto en olvidar.” Los nietos se han dejado enredar en un “reality” de televisión, detestables para todo el mundo, pero con otro mundo rendido a los pies y debe ver porque cada vez proliferan más en los medios, lo digo por los ecos que nos llegan. Se siente ridículo, tiene la sensación de estar confesando los secretos más escondidos a un micrófono, haciendo el paripé. La enfermedad del olvido no le ofrece ni la oportunidad del melodrama al final de los días. 


 "El paseo por Begoña era la única concesión que Lía le hacía a su hijo cuando la visitaba"

 “La virtud pública y el vicio privado” tienen en Gustavo Bertomeu su representación más genuina en el valle. En Oviedo acude a las meretrices jovencitas que le hacen feliz. Le sirven jóvenes señoritas procedentes del ámbito rural con “biografías escritas a trompicones en la piel de los días”, mancilladas por los señoritos y con asilvestrados modales rurales, amaestrados en las artes amatorias de prisa y corriendo por la madame del establecimiento. Más de una vez se había sorprendido a sí mismo observando con libidinosa mirada la desnudez de su hija Francisca mientras dormía. Su segunda mujer pagaba los platos ratos de la desviada pasión incestuosa. Nunca lo había confesado. A don Macrino lo despachaba en el confesionario con el reconocimiento de pensamientos impuros que abarcaba todo lo pecaminoso y perverso de su desviación. Esconde en el sótano un proyector de cine con imágenes de mala nota, ya desgastadas por el uso, para estimular sus prácticas onanistas. Situación bien diferente a la actual en que están a la distancia de un click de móvil u ordenador. No había caído yo en la cuenta de que también la llegada de internet esté en la raíz de la decadencia de los bares de alterne, si es que hay tal. Como antes arruinó el negocio de la música, el cine, el periodismo y la supervivencia de la literatura a duras penas en medio de la peor crisis, algo positivo a favor de la realidad virtual. La atracción que siente por Camino desaparece como por ensalmo cuando la observación sin ser visto de Paloma haciendo pis provoca una conmoción sísmica en su cerebro el día de la verbena de San Isidro organizada por Sidra. Será cabrón el tío. 

La salud de Paloma empeora. Aida se pasa por su casa y recuerda el:  "Hola, hola caracola" de recibo cuando era niña con coletas e iba a visitarla. Recoge una caja con un mazo de cartas atadas, unas fotos y unos cuadernos con anotaciones. 

Mientras los dirigentes socialistas, comunistas y anarquistas de los sindicatos mineros se enzarzan en disputas personales por hacerse con el poder, arrastrando a los afiliados, el Sindicato Católico saca beneficio del “divide et vinces”: SOMA pasa de treinta mil afiliados a siete mil. Benito Montañés sabe que esto es pasajero pues los descontentos de SOMA se han organizado en torno al Sindicato Único Minero. Ahora más que nunca debe mantenerse alerta como un centinela de las buenas costumbres, nada de entregarse a la relajación. Las horas pasadas a lomos de Hércules para visitar las distintas minas del Marqués, hacen de su caballo el confidente perfecto del orgullo que siente ante el recuento de todos los avances conseguidos en el valle,  desde que fue nombrado el encargado de poner en práctica sus ideas sociales, “visible en viviendas, economatos, colegios, sanatorios, iglesias…”  

 “Ni un céntimo menos, ni un minuto más” escrito con carbón en sitios diferentes le roían las entrañas como una amenaza. 



 "Intentaba no detenerse demasiado en los silencios de Manuel, aquel desconocido que tenía por hijo; ni en la evidencia de que su hija Sidra tendría que encontrar un novio para casarse; ni en lo asilvestrada que estaba creciendo Claudia"

Efrén había colaborado con el Marqués en la adopción de hábitos higiénicos saludables por parte de los mineros y aconsejado en la mejora de su alimentación, para un minero no era suficiente una dieta a base de borona y patatas. 

Por San Isidro,  Sidra piensa en organizar una fiesta, una verbena con todas las de la ley. Pretende sorprender a Germán y que su imaginada relación avance. Busca la colaboración de todos los allegados y el permiso de su padre para que todo salga bien: Dorotea, la modista, don Efrén y hasta el barquillero del Campo de San Francisco de Oviedo contribuye con sus productos. Por una anotación del diario de Claudia, extrañamente  en manos de Paloma,  nos enteramos de que las cosas se torcieron en la fiesta. Claudia ve cómo el espejo de la habitación de Sidra sufre su desengaño y cómo rompe a llorar desconsoladamente sobre la cama. Un secreto que únicamente cuenta a su diario. A Sidra le da por alisar arrugas, domesticar toneladas de sábanas, ordenar cajones, planchar, lavar, abrillantar los dorados y ordenar la biblioteca de su padre por orden alfabético del autor. Hasta las madreñas las deja limpias como la patena en su furor por la limpieza. 

Tienes ya veinte años,
cuerpo de ola,
y tu padre no quiere que salgas sola.
 Tienes sal en los ojos,
sed en tu vientre,
caracolas de sombra
y trigo caliente. 
Hilario Camacho




Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero 


miércoles, 19 de marzo de 2014

Despierta a la realidad. La saga/fuga de JB (3) Gonzalo Torrente Ballester





"En sus memorias traza un autorretrato como si estuviera delante de un sistema de espejos que le permitiera verse al mismo tiempo por detrás y por delante"

La saga/fuga de JB (3)
Gonzalo Torrente Ballester

Las mujeres se emplazan en dos bandos irreconciliables: las gaviotas, frías y volátiles; y las calientes. Las primeras manejan los resortes del poder e invitan a don Amerio a que venga a poner orden en las conciencias desde el púlpito o quizás desde el confesionario. Llega armado de entinemas y excomuniones latae sententiae. De tres fue la tanda de sermones consecutivos a las seis en sombra de la tarde, “abrazado por los godos, casi besuqueado por las godas”. Los de la Tabla Redonda lo desafían a una polémica pública en el café Suizo, don Amerio no se achanta, se muestra decidido a echar su cuarto a espadas y derrotarlos con la lógica escolástica en la mano, ellos contraatacan con Voltaire. Hasta los curas locales ayudan, rebuscan en los libros y ofrecen textos idóneos a don Torcuato para derrotar a don Amerio, resentidos porque este los humillaba con su altivez y displicencia en el trato. “Se pasó el día como si todo el pueblo estuviese con la gripe, o, al menos, con tercianas.” 

 "Todavía en los años anteriores a la guerra, se enseñaba a los niños de las escuelas, que tenían que aprenderlo de memoria"

Al caer la tarde don Amerio inicia el paseíllo con la calmosidad y firmeza del torero que presagia el triunfo. El Vate Barrantes hace en la presentación el elogio de los campeones. Don Torcuato maniobra, brinda a don Amerio, le cede la palabra al clérigo para golpear primero, pero este rechaza la deferencia, el desafiado es el. La primera andanada enfurece al canónigo cuando cita textos de San Cipriano “que autoriza a masturbarse a la mujer casada que no encuentra placer en el coito conyugal.” El clérigo repone que eso ya lo sabe, pero la mujer es mejor que no lo sepa. Con más razón en este pueblo en el que las lampreas se alimentan de cadáveres humanos, las mujeres se reúnen en tenidas masónicas y adoran al diablo en forma de miembro viril. Desde fuera se oyen los ecos del coro que canta, entonando todos a una El himno de Riego. El gobernador tiene que proteger con su humanidad el cuerpo escueto y esencial del canónigo de la ira de la gente. Poco tiempo después las tropas del pueblo rival de Villasanta se apoderan del Cantón Independiente y lo reincorporan al Estado Central. Don Amerio entra triunfante, como capellán honorario, acompañando a las tropas victoriosas. El tiempo que Castroforte permaneció sub militari manu se instala –por supuesto sin pagar - en la mejor habitación del hotel Suizo dedicado a gastar sin tasa del erario, a investigar la inutilidad: el negocio de la lamprea y su alimentación de carne humana. 

Para que el Vate Barrantes adquiriera la categoría de dandy durante el Palanganato fue necesaria la colaboración de mujeres coadyuvantes, jóvenes féminas que “tomasen a su cargo el cuidado de su ropa interior.” Don Torcuato también necesitaba cuidados, aunque estos fuesen de exigencia menor. Tenía en su casa a tres, a saber: Pepiña, a cargo de la cocina; Loliña, dedicada a la persona y ropa del señorito y Carmiña, encargada de la limpieza de la casa que incluye quitar las telarañas del Homenaje Tubular, esforzada tarea diaria. 


 "La gente,  embobada, no sabía si contemplar o dirigir su esperanza a los tubos en descanso"

El cuaderno recoge con todo lujo de detalles el día de la fundación de la Tabla Redonda. A pesar de que el redactor despacha la jornada con una generalidad referida al famoseo asistente: “Todo el mundo acudió vestido como para una fiesta.” El lío y donde se detiene de verdad es en los discursos de gran altura intelectual que permiten el lucimiento de la terna de participantes. Intervienen Lanzarote, Merlín y Artús. La sala llena, ocupada por damas y caballeros distinguidos. El pueblo presencia el espectáculo a través de las ventanas abiertas (salvo una comisión de artesanos, elegidos por sorteo, que asisten desde el interior,  arrinconados al fondo de la sala). El discurso del Vate haciendo de Lanzarote fue breve; pero también apasionado, efusivo y enormemente sincero. Las damas lloran un poquito cuando pronuncia las palabras sagradas, grabadas en bronce para la eternidad y aprendidas de memoria por generaciones posteriores de niños en la escuela: “Amo estas piedras, las nieblas de este cielo, la gloria de nuestros muertos. Os pertenezco a causa de este amor, soy todo vuestro, de modo tan real y verdadero que, lejos de aquí, sería como un cadáver caminante, cuerpo sin alma, carne vacía, nada."




"En el Palanganato no hubo nunca más que brujas, y no hablo en metáfora"

Merlín menciona a los “brujos y brujas de que había constancia en papeles privados, procesos inquisitoriales y cuentos de viejas.” Señala el redactor que las señoritas se durmieron. Don Torcuato las despierta con la voz de tambor del Rey Artús. Arma su discurso como una corrección de la teoría de la evolución de Darwin. Aquí el narrador, Sr JB, en nota a pie de página, le deja al lector la opción de saltarse una decena de páginas de golpe y porrazo sin leer. Por supuesto es la voz que clama en el desierto, por el poco caso que le hacemos, que en realidad es su ingeniosa estrategia para llamar la atención, aprendida de la experiencia de toda una vida escribiendo y sin dejar de dialogar con el receptor de sus escritos. Por eso mismo consigue que el lector se concentre aun más en la maravilla de la imaginación desatada del discurso de don Torcuato que sigue a continuación.

El discurso abarca la evolución del hombre desde sus orígenes de mono que desciende de los árboles hasta que se yergue y deja de andar a cuatro patas. Describe – asimismo- el proceso de desplazamiento de los órganos sensoriales, es decir, la boca, la nariz y los ojos desde abajo hasta arriba. El homo antiguo tenía la ventaja de que “el ojo del colodrillo escrutaba a retaguardia, lo que dificultaba mucho los ataques por sorpresa.” Tenía la desventaja de que al estar medio cegato, podía verse reducido a la esclavitud y a ser bestia de carga. Estos humanoides de trasero mirar fueron los primeros en adoptar las costumbres de cohabitar a oscuras, de noche, o al fondo de las cuevas y los pioneros en sustituir la caricia visual a la luz del día por el magreo. 

 I'd sacrifice anything come what might
For the sake of havin' you near
In spite of a warnin' voice that comes in the night
And repeats, repeats in my ear:
Don't you know, you fool, you never can win?
Use your mentality, wake up to reality.
But each time that I do just the thought of you
Makes me stop before I begin
'Cause I've got you under my skin.
 Frank Sinatra





Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero 



domingo, 16 de marzo de 2014

¿Qué es la hierba? Dejar las cosas en sus días (7) Laura Castañón





"A Benito Montañés le costaba mucho explicar que nada de lo que le rodeaba le parecía guardar la geometría adecuada"

Dejar las cosas en sus días (7) 
Laura Castañón 


Benito siente desasosiego por el cariz que toman los acontecimientos en esos años de principios de siglo. En sus viajes a Madrid por cuestiones relacionadas con la empresa le entran dudas al comparar la modernidad de los escaparates con la austeridad en la que intenta educar a la prole, un añadido más a la preocupación por los personales desahogos prostibularios en la capital. 

Aida se empeña en sonsacar a Paloma. Ella se resiste, pero poco a poco va contando cosas, no como forma de conocer el pasado para evitar repetirlo sino como mero cotilleo. Prefiere quedarse en las tardes felices de Pomar antes de que la calamidad se cerniera sobre el valle. 

Bruno pensaba que todos tenemos un tiempo propio que nos pertenece, tiene la sensación de no haberse despegado en su vida de la sombra de Andrés. Piedad desmentía su creencia de que había sido un matrimonio no muy enamorado. La imaginación de Bruno vuela cuando descubre un libro de Federico García Lorca dedicado a Ángel. 


"El lavadero era el escenario que marcaba la confluencia de todas las frustraciones y de las inciertas dichas de las mujeres de los obreros"

Mientras las mujeres de los obreros resuelven las diferencias a tirones de pelos en los mentideros del lavadero, los burgueses se reúnen en el sun parlor de la casa de Agustina, dueña de la fábrica de chocolate. 

Bruno y Aida se intercambian correos que parecen intrascendentes para el avance de la trama, pero así nos enteramos de que su primera mujer, Marisa, está enferma. Su padre la adoraba porque tiene problemas de salud, pensaba que metería en vereda al hijo. Aida intenta consolarlo, le cuenta la aventura de su amiga, Jimena, que de sainete casi acaba en tragedia. Una historia de médicos y cómo la mujer celosa marca su territorio. 

El humor es elemento fundamental, no falta en algunos capítulos. Los habitantes de la Casa de Pomar viven en una burbuja, alejados del drama de la calle, a la manera en que Galdós esconde a sus personajes de la guerra en la Estafeta Romántica. La mirada que Germán le lanzó a Sidra aquel día,  la tiene alborotada. El sprit es la pluma del osprey justo cuando la pájara se echa para huerar. Francisca descubre en el armario de Sidra que su madre tenía un sombrero con sprit auténtico. Sidra tiene una fiesta y se esfuerza por estar guapa. Se fija para sus vestidos en las modelos de las revistas de moda que su padre le trae de los  viajes a Madrid. La modista del pueblo tiene dificultad para encontrar esas telas vaporosas. 

Matias es profesor de Matemáticas en un Instituto de Zamora, pero procede de un pueblo de Asturias. De pequeño iba con su padre al pueblo los veranos a echar una mano en la recogida del heno. Un día oye hablar a su padre con el abuelo, tres generaciones sucesivas hablan sobre un suceso de cuando la guerra. “El abuelo había señalado con la guiá a algún punto al otro lado de la sebe recubierta de espinera”. Allí enterraron a unos anarquistas de Gijón cuando la rendición. “Hay que dejar las cosas en sus días”,  sentencia el abuelo apesadumbrado. Aquel lugar cubierto de maleza, donde la hierba crece más espesa, es sagrado desde entonces. Aida se ha puesto en contacto con la web de la memoria histórica. Aida y Pablo dejan la conversación cuando suena el teléfono, Paloma ha empeorado. 


"Aquí fue donde mataron a aquellos anarquistas de Gijón, ¿eh?"

La seriedad de Sidra es la antagonista de la risa que comunica a Claudia con Andrés y que alivia la pesadumbre de Manuel. La risa es la argamasa que cimenta la relación de Claudia con Manuel, juega con ella hasta provocarle carcajadas que la desencuadernan de risa. “Manuel deambulada por un calendario de desamparo”, vive en un sin vivir al ser el dueño del secreto de la relación de Sidra con Germán, una historia de atracción no correspondida, unilateral. Únicamente su cuaderno, escondido en el fondo del armario para que nadie lo sepa, sabe que escribe versos. Los pelos largos y la barba cana de Walt Whitman es el modelo de los artistas decadentes de París que coquetean con las drogas. Los mayores comienzan a pensar que Manuel es un poco manfloritu. El extranjero es el otro mundo, el que lo libre de las pedradas y collejas que le aguardan cada vez que sus pasos se aventuran más allá de las paredes de la Casa de Pomar. 




A child said, What is the grass? fetching it to me with full hands; How could I answer the child?. . . .I do not know what it is any more than he. - See more at: http://www.poets.org/viewmedia.php/prmMID/19711#sthash.dNJsYbxI.dpuf
 A child said, What is the grass? fetching it to me with full hands;
How could I answer the child?. . . .I do not know what it is any more than he.
Orson Wells- Walt Whitman

A child said, What is the grass? fetching it to me with full hands; How could I answer the child?. . . .I do not know what it is any more than he. - See more at: http://www.poets.org/viewmedia.php/prmMID/15816#sthash.f3XS9Jzc.dpuf
 


A child said, What is the grass? fetching it to me with full hands; How could I answer the child?. . . .I do not know what it is any more than he. - See more at: http://www.poets.org/viewmedia.php/prmMID/15816#sthash.f3XS9Jzc.dpuf
Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero  



miércoles, 12 de marzo de 2014

Quiero volver. La saga/fuga de JB (2). Gonzalo Torrente Ballester





"Ustedes no pueden comprender hasta qué punto aniquila esa oquedad interior , ese vacío!"

La saga/fuga de JB (2) 
Gonzalo Torrente Ballester 

La novela echa a andar con una reflexión sobre el narrador. José Bastida monologa solo, pero no será por falta de personajes principales con los que dialogar. Podía haber escogido a un miembro del clero representado por el Obispo Bermúdez o el Canónigo Balseyro; de la milicia, encarnada en el Almirante Ballantyne; de la cultura, personificada en el Vate Barrantes para entablar diálogo, pero confiesa que no lo hace porque no se le ocurre, porque en esa época no debía estar de moda entablar conversación. Así es más libre para  dejar volar la improvisación a través de las distintas épocas y tiempos de la historia. La elección del monólogo es una oportunidad a la libertad expresiva. De hecho únicamente Julia se dirige a el. Los niños en manada, que son crueles con los que reconocen más débiles, le rodean, le tildan de orangután pies planos y le sacan cantares a su supervivencia que atraviesa las épocas históricas: 

Jose Bastida, 
hombre inmortal 
que a los cosacos 
dio libertad; 
y los cosacos, 
agradecidos, 
le regalaron 
un orinal. 

Como presenta un aspecto escuchimizado, Julia roba la nata de la leche de un dedo de grosor a su padre para intentar sacarlo de la extrema delgadez. 

A pesar de la carencia de energías, como figura de rana enderezada, JB guarda respeto e interés por la superioridad de la Palabra Poética en la polémica entre el inglés, Mr Bastid, el francés Monsieur Bastide y el ruso Bastidoff. JB no se atreve a echar su cuarto a espadas en un coloquio de “calidad intelectual tan levantada.” 

La gente discute por las estatuas. Las estatuas son las primeras sufridoras de los cambios de régimen o de gobierno, las más favorecidas por la suerte en caso de conflicto son arrinconadas en algún almacén, las demás se las descabalga de sus pedestales de mala manera porque ellas no se defienden. Es fácil tirar estatuas. Desde la habitación con luna para mirarse se ve la estatua del almirante, “siempre tan sola y sin embargo tan querida.” 

JB trabaja en una academia dando clases de Gramática y análisis sintáctico. Un día tiene que coger su sombrero y marchar para siempre por acceder a dar clases particulares a la señorita Vieites. 



 "Sus personalidades son tan absolutamente complementarias, que, no solo suman diez todos los componentes correlativos, sino que, superpuestos los gráficos encajan."


La lectura es una sucesión continua de personajes, alargados en su descripción hasta la caricatura, que arrastran una historia bajo el brazo a cada cual más disparatada. Como muestra basta un botón. Nos detenemos en unas ilustraciones que aparecen a mitad de la novela que llaman la atención en medio de tantas hojas repobladas de datos y palabras. Mientras que la personalidad del Vate Barrantes es levógira, la de Torcuato del Río es dextrógira,  que no es lo mismo que ser de izquierdas o de derechas. Torcuato sería un izquierdista progresista y el Vate un integrista conservador si trasladamos la visión de la época a la actualidad a causa de sus posiciones anti o pro clericales. La noche anterior a la proclamación del Cantón Independiente de Castroforte del Baralla sucede una fuerte discusión entre Torcuato que quería expulsar a los curas porque estorban y el Vate Barrantes que afirma que son necesarios por si las moscas, por si hay algo más allá y no hay quien libre a uno de las calderas de Pedro Botero. Además -añade- perderíamos las ganancias habituales de los peregrinos al Santo Cuerpo Iluminado, y los ingresos por limosnas que Rogelio Barallobre había cedido al erario público del Cantón “en un arrebato de generosidad cívica.” Aunque fuera gracias a la compensación de un trato fiscal favorable a sus futuras importaciones. Quid pro quod. 



"El resultado de la insaculación fue, al mismo tiempo que espectacular, altamente satisfactorio"

Volviendo al tema del “Reactivo Ford” o prueba de los dieces, “consiste en sumar los índices numéricos correlativos de los componentes de dos personalidades en pugna”, cada una de las parejas suma diez, el número redondo. De esta forma tenemos a parejas de ficción como: Rómulo y Remo, Marco Antonio y Cleopatra o Rucio y Rocinante cuyos compartimentos suman diez, el número redondo. La sorpresa surge al comprobar que los componentes del Vate Barrantes y Torcuato del Río también, lo cual no nos lleva a deducir que su existencia no sea real porque constan razones empíricas de que vivieron y murieron como todos. 

La Voz de Castroforte aumenta la tirada y el número de suscriptores a raíz del episodio del Magnífico Estornudo. Según cuenta la leyenda es el estornudo del señor Castiñeira el que provoca un tifón de fuerza incalculable que arrasa las costas de Japón. Las campanas tocan a muerto por cincuenta mil almas que abandonan el cuerpo. Todo el mundo se queda tan pancho por esta mágica explicación, sin la menor inquietud intelectual sobre la raíz del fenómeno. Don Torcuato del Río replica en un artículo que la magia no influye en la meteorología: “El estornudo del señor Castiñeira se había producido en condiciones excepcionalmente favorables de calor y elasticidad del aire, por lo que se había convertido en brisa nada más salir del café, y de brisa en viento, y de viento en tempestad, y de tempestad en tifón, y como los cimientos del Archipiélago Japonés sean frágiles de suyo, como que están hechos de piedra pómez, pues aquella masa de aire que se movía a velocidad increíble los había sacudido y roto en varios lugares.” 

"Todo hombre, aun el más racionalizado, conserva en el fondo del alma un poso al que la razón no alcanza, y que si se deja sin salida acaba creciendo como un forúnculo e invadiendo la personalidad completa"

Está comprobado que los habitantes de Castroforte conocían los secretos del refinamiento carnal y variedad sexual gracias a las revistas especializadas que Rogelio Basallobre recibía del extranjero. Don Torcuato abogaba por la liberación de los ancestrales hábitos eróticos cuando se pregunta:  "¿Qué puede esperarse de un pueblo que no conoce otra postura que la normal, y además a oscuras y con el camisón puesto?" Y añade: “La decadencia histórica de los godos no obedece a otra cosa que a la monotonía y pobreza de sus costumbres amatorias y a la extraña moral a que dieron origen”. “Manifestaremos nuestra independencia fornicando en la postura que no dé la gana.” Concluye Don Torcuato con determinación. 

 Sailed on the Sloop John B
My granddaddy and me
'Round Nassau town we did roam
We'd been drinkin' all night
Well I got into a fight
Yeah and I feel so broke up
I wanna go home
Van Morrison & Lonnie Donegan 

 
 

Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero