domingo, 2 de marzo de 2014

Dame la libertad de los pájaros de la marisma. Dejar las cosas en sus días (6) Laura Castañón




"Habían conseguido desarrollar un lenguaje tejido en las miradas por fugaces que fueran,  el caso es que sus días transcurrían en dos planos independientes"
Dejar las cosas en sus días (6) 
Laura Castañón 

La narración se detiene en dos de los varios frentes abiertos. Uno es la historia de amor entre Efrén y Camino en el consultorio médico en el que ella ha entrado de ayudante; el otro es Aida que encuentra una residencia para Paloma con vistas a las vías del tren. 

La habilidad de la enfermera, como la llamaron pronto, libera a Efrén de gran parte del trabajo físico directo con los pacientes. Mientras tanto él le puede dedicar más tiempo al aspecto psicológico de su trabajo, que tanta semejanza tiene a un sacerdocio y que tanto bien hace a las personas enfermas. Nadie sospecha de la relación pecaminosa entre ambos. Tampoco ellos encajan en los que incumplen los mandamientos de pensamiento, obra u omisión. 


"Camino y Efrén vivían aquel amor extraño, aquella pasión silenciosa y desmedida arropados por sombras, ocultos por castaños milenarios"

Las preocupaciones acumuladas durante el día impiden a Bruno dormir por la noche. Intercambian correos cuando las claras del alba se cuelan por las rendijas de las persianas. El más leve malestar de los hijos le afecta y provoca el insomnio. El ser padre es un trabajo fijo para toda la vida, no hay manera de despedirse de los hijos. Sus problemas son los tuyos propios. Aida le contesta casi a vuelta de correo porque una pesadilla tampoco la deja dormir. No se trata del trabajo, son las noticias de los antepasados que chocan con el silencio impuesto durante la Guerra Civil. La barbarie que paraliza. Aquellos eran problemas y no que su hija Lisis se meta en un reality de televisión. 

Como Sidra habita en las nubes del enamoramiento platónico de una mirada de Germán, no repara en las condiciones lamentables en las que llegan las trillizas de una excursión al Cuitu Ramón a la búsqueda del milagro de una aparición de la virgen en semejanza a Fátima que por aquellos días se le había aparecido a tres pastorcillos en la Cova de Iria. El miedo al lobo legendario las hace bajar deprisa y despavoridas de vuelta a casa.  

Después de cabalgar en un mar de dudas, Andrés se decide a hurgar en su propio pasado y escribir su vida. Intenta recordar. Su infancia en Madrid regresa como una pesadilla. Como no “se fiaba del talento inexistente de Bruno para la escritura”, decide hacerlo él mismo. Descubre que es más fácil decirlo que hacerlo. Si ya es trabajoso recordar; escribir resulta agotador. Su obsesión por la perfección convierte la escritura en un suplicio. Cuando lees lo que otro escribe, te dan ganas de colgar la pluma en la espetera como Cide Hamete al terminar de escribir El Quijote. En su casa ocurre un hecho truculento que le deja marcado para toda la vida. Se cría en casa de un maestro con gato de nombre Felipón que se despereza al sol. De su infancia destaca sus estancias y viajes a un pueblo de Toledo. Un día no es capaz de recordar la contraseña del ordenador y da permiso a Bruno para que indague si Aida quiere escribir la biografía. 


"Y el rumor del viento en las espigas cuando una primavera pasaron unos días en el pueblo de Humbelina"

El ingeniero Gustavo vive en la mentira permanente. Se ha refugiado en la rutina inalterable para encubrir su desviación. Con la excusa de la dirección espiritual de un cura catalán desplazado a Oviedo, visita la casa de citas más lujosa de la capital para aliviar sus urgencias sexuales pagando aranceles. Se muestra celoso del médico por tener tan cerca a Camino, también su objeto de deseo. 

Aida recurre a la manía de colocar cajones y ordenar libros cada vez que el miedo, el desconcierto y las dudas se ciernen sobre su vida. El paso del tiempo hace que las anotaciones de su cuaderno crezcan con nuevos personajes y circunstancias, son como un árbol que todas las primaveras se multiplica y expande sus ramas. Comenta sus preocupaciones con Asier mientras trabaja el amarillo del tiempo alojado en una foto de un joven minero caído en la Revolución del 34. 


Dame la libertad del agua de los mares
Dame la libertad de la tormenta
Dame la libertad de la tierra misma
Dame la libertad de la tormenta
Dame la libertad del aire
Dame la libertad de los pájaros de las marismas
Vagadores de las sendas nunca vistas
De noche mi corazón conmigo mismo pelea
Si eso no es mal vivir, que venga Dios y lo vea
Al moro me fui a buscarte, en tu casa me metí
Y ahora que estamos juntitos, a ver quién me aparta a mi
Juan Peña, El Lebrijano 



 


 Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero 

4 comentarios:

Paco Cuesta dijo...

La historia de Efrén, Camino Claudia y Andresín, es de esas que calan, se quedan con el lector, de una u otra manera todos ellos son fieles a una causa.
Un abrazo

Ele Bergón dijo...

Parece que los personajes están todos mal colocados, por eso parece muy sólida la relación de Efrén y Camino. La historia me encanta, al menos durante el tiempo que la están viviendo y Efrén es uno de los personajes que mejor está definido y con apenas unas pinceladas. Camino también es un personaje de los que tienen una gran fuerza

En el coloquio con Laura, hablamos de esto y ella nos dijo que en principio no estaban pensados para tanto protagonismo, pero que después se impusieron.

Los personajes de la historia de ahora y la historia en sí, creo que tiene menos fuerza, personalmente me gusta más la historia de siglo anterior.

Paloma al estar en los dos siglos también me gusta como está tratada.

Ya he terminado el libro y todo encaja con sorpresas para el final

Buen trabajo

Un abrazo

Luz

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Una de las cosas que más me gustan del estilo de Laura Castañón es cómo presta atención a esos pequeños detalles que agarran a la realidad: pequeños detalles en la relación de Efrén y Camino, ordenar cajones... ¿Quién no se reconoce en ellos?

Abejita de la Vega dijo...

Acunada por las notas melancólicas de la Negra Sombra de Rosalía...pincho en la página principal para ir para abajo; que todavía no he leído tu entrada sobre "Dejar las cosas...". De Galicia a Asturias pasando por Salamanca.

Leo. Vivir en la mentira es el sino de Bartomeu pero hay un mentiroso de mayor calibre en la obra. Será la "traca final" que dijo Laura. Vivir siendo otro, qué fuerte dirían los chavales. Fuertísimo.

Un abrazo