domingo, 18 de mayo de 2014

El sí de las niñas (1) Leandro Fernández de Moratín. Busco una salida





¿Y sabes tú lo que es una mujer aprovechada hacendosa, que sepa cuidar de la casa, economizar, estar en todo?

La tienda del anticuario. Luis Paret y Alcázar. Museo Alcalá Galiano. Madrid. 

El sí de las niñas 
Leandro Fernández de Moratín 

Corre el año 1760 cuando Leandro Fernández de Moratín nace en Madrid y el reconocido como mejor alcalde de su ciudad, el ilustrado rey Carlos III, acaba de acceder al trono. Era hijo de Nicolás Fernández de Moratín, abogado y también afamado escritor. Por sus memorias sabemos que estuvo a punto de morir a la edad de cuatro años, acosado por la viruela. La típica secuela de esta enfermedad influye en su carácter reservado y poco sociable, le empuja a buscar refugio en la biblioteca privada de su padre. También su temprana inclinación por la literatura se ve influida por las tertulias literarias y el ejemplo de los amigos literatos de su padre. 

De formación autodidacta, en 1787 gracias a la amistad que le une a Jovellanos viaja a Francia como secretario del político liberal, Francisco Cabarrús. Se gana fama de pedigüeño (El que no llora, no mama); bajo la protección y el apoyo de Godoy, favorito plenipotenciario del Rey, obtiene una sinecura que le permite abandonar sus oficios manuales y dedicarse a escribir. Asimismo consigue licencia para representar “El viejo y la niña” en 1790 y una pensión para viajar por Europa de 1792 a 1796. De estos viajes nos quedan las agudas observaciones recogidas en sus cuadernos y su concepto del drama como sátira del teatro que se representaba en la época. El teatro del Siglo de Oro se había ido degradando en exageraciones, inmoralidad y chabacanería, había dejado de interesar al gran público. Los ilustrados ofrecen sencillez, naturalidad y respeto a las reglas estrictas del teatro. 

A pesar de de los cargos de responsabilidad teatral que ocupa, fue la suya la voz que clama en el desierto de la incomprensión. Traduce a Shakespeare y Molière. Su gran éxito no tiene lugar hasta 1806 con "El sí de las niñas", el triunfo de un afrancesado. Fueron veintiséis días seguidos de representaciones, más que las concurridas comedias de magia del momento. Aún reconociendo el ingenio y el arte del teatro clásico, tratan de erradicarlo con su crítica acerada dramaturgos de la época como Iriarte, Forner o Leandro Fernández de Moratín, también cargan contra los sainetes populares de Ramón de la Cruz. Sin embargo, debido a su prestigio y éxito entre las clases populares los esfuerzos reformistas resultan inútiles. 


 Leandro Fernández de Moratín nació en Madrid el diez de marzo de 1760, a principios del reinado de Carlos III


La acción tiene lugar en una posada de Alcalá de Henares. El escenario es una sala de entrada a una fonda con cuatro puertas numeradas, escaso mobiliario y una decoración austera que nos dan una idea clara de que los personajes están allí de paso, lo que realmente importa es la acción. Los hechos ocurren en diez horas, de siete de la tarde a cinco de la mañana. Don Diego lleva dos días sin salir de la posada, no quiere que lo vean. El criado Simón, tumbado en el banco de la sala, debe estar mejor acomodado que en la habitación mugrienta con estampas del hijo pródigo y el ruido de las caballerías que no paran de entrar y salir de las caballerizas. Don Diego le ruega al criado que no diga a nadie que el objeto del viaje es sacar a Paquita de un convento de Guadalajara para llevarla a Madrid. La madre, Irene, aún no ha regresado. Don Diego asegura que “yo no he buscado dinero, que dineros tengo; he buscado modestia, recogimiento, virtud.” Sabe que en el convento se ha dedicado a “bordar, coser, leer libros devotos, oír misa y correr por la huerta detrás de las mariposas y echar agua en los agujeros de las hormigas.” Entre la madre de la chica y el pretendiente de edad avanzada, pretenden arrebatar la capacidad de decisión de la hija por considerarla inocente e incapaz de tener criterio propio, amparados en una cultura machista e incomprensible,  que hoy resulta intolerable solo para una educación occidental europea; no hay más que alzar la vista para comprobar que tres de cada cuatro mujeres del mundo carecen de esa capacidad de decisión. 


Acompaño a mi sombra por la avenida, 
mis pasos se pierden entre tanta gente, 
busco una puerta, una salida 
donde convivan pasado y presente... 
De pronto me paro, alguien me observa, 
levanto la vista y me encuentro con ella 
y ahí está, ahí está, ahí está...
Victor Manuel/ Ana Belén

 


  
Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

5 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Magnífica introducción a la lectura. En efecto, Moratín perteneció a aquella brillante promoción de hombres y mujeres españoles de su tiempo que, de haber triunfado, hubieran conseguido la modernización del país que nuestra historia echa en falta...

Gelu dijo...

Buenas noches, pancho:

A lo que dices del éxito en 1806, copio del libro ‘EL SI DE LAS NIÑAS’ con portada del cuadro de Joaquín Espalter.
pág.14
“Poco después del estreno de la obra en Madrid, se repuso en Zaragoza por un grupo de nobles aragoneses, con tanto éxito como el del estreno.”
Vemos -por tanto- el cuidado de Don Benito Pérez Galdós, aplicando las fechas en ‘La estafeta romántica’ (Episodios Nacionales), que cuadran con el recuerdo de Valvanera, del día que le hizo partícipe “del secreto” su amiga Pilar Loaysa.

¡Cuánta información nos dejaban los pintores en sus trabajos!

Un abrazo

P.D.: ¡Qué bonita la Puerta de Alcalá, con su alfombra de flores! La verdad, es que se merece la canción, que surge como un irresistible piropo primaveral.

Abejita de la Vega dijo...

Moratín buscaba una salida y lo tildaron de afrancesado.

Ahora también la buscamos, que triunfe la Razón con mayúscula. Rita trae luces para doña Irene que falta le hacen.

Besos, Pancho.

Paco Cuesta dijo...

No era fácil cambiar el esquema teatral, Moratín. Lo hizo
Un abrazo

Myriam dijo...

Justamente por lo que dices en las últimas líneas, ¡Moratín sigue siendo actual, aún hoy en el mundo, pleno S XXI!.