martes, 7 de octubre de 2014

Nudo corredizo





 "Si le han de sacar en aquel asnillo que metieron ahora, que de ninguna manera suba en él; porque yo le tengo aparejado aquí el rucio, en que podrá ir como un patriarca."

1951-Paris-Valois


El Quijote de Avellaneda (5) 
Alonso Fernández de Avellaneda 

Capítulo IX 

Los ayes de dolor y los hipidos de Sancho llorando lágrimas vivas por su amo, condenado a galeras y sacado a la vergüenza de las calles, eran incontenibles. Aumentados por el abandono y soledad en tierra extraña. No había hombre ni mujer en la ciudad que los conociese. Quiso la suerte que por allí pasara don Álvaro Tarfe acompañado de otros siete u ocho caballeros principales. Postrado ante el, llora Sancho amargamente pidiendo compasión para su amo malparado y prisionero. Si tiene que salir desnudo y en asno a las calles, allí está el suyo de andar llano y tranquilo. 

Don Álvaro Tarfe se dirige a la cárcel donde ya están desherrando a Don Quijote de todos los hierros. El encarcelado se admira de que el noble haya franqueado la puerta de tan inexpugnable castillo sin daño aparente, duras prisiones interiores defendidas por gigantes salvajes y ferocísimos grifos de garras afiladas,  más fieros e iracundos que tigres de la Hircania. El libertador y noble caballero andaluz le aconseja que se esté quieto hasta que dé cabo y fin a la aventura. Don Quijote le promete obediencia y le ofrece su amistad. Que le acompañe en sus aventuras hasta ganar el imperio de Trapisonda, casarse con la reina de Inglaterra y tener dos hijos. El de la Ardiente Espada tendrá marcada a fuego una espada en los pechos. El segundo,  Mazimbruno de Trapisonda,  nacerá con una señal parda del color del acero, “significadora de las terribles mazadas que ha de dar en este mundo.” 

Don Álvaro consigue fácilmente la liberación del hidalgo apelando a una cristalina locura, también la de Rocinante y la restitución de todo lo que le habían quitado. Esperan al anochecer para revestir al caballero. A caballo lo llevan a la posada acompañado de un paje, ya libre de prisiones. Allí pasa dos o tres días de quietud, reponiéndose con una sonrisa ancha, riendo las gracias que Sancho cuenta y escuchando las aventuras del Caballero Desamorado. 


"A la mano derecha estaba su cristianísimo y único fénix, don Felipe III, nuestro rey y señor"

 
1986-Morristown-Silver


Capítulo X 

Venida la mañana el caballero andaluz se presenta en los aposentos de don Quijote para regalarle el oído con palabras que asombran al recién liberado, en unas tierras tan parcas en elogios a los suyos. Le dice que se le ha echado de menos durante las justas pasadas. Le informa de la presencia de descomunales gigantes y membrudos jayanes con los que luchar, tiempo habrá de resarcirse. En cuanto se los tope por algún camino, les hará pagar lo de antaño y lo de hogaño. Don Quijote lamenta la ausencia,  pero rebosa de alegría cuando le anuncia la celebración de una sortija al domingo siguiente, apenas dos días más tarde, participarán los caballeros de la ciudad y a ella acudirán hermosas infantas y princesas retozonas que inundarán de color y belleza la competición. Volverán en cielo las ventanas y balcones de la Calle del Coso. Hallará aventura a manos llenas. 

La perspectiva aventurera propuesta por don Álvaro enardece el corazón de don Quijote, se le llena el cerebro de fantásticas quimeras que le provocan despreocupación y abandono del cuerpo, cercano al arrobamiento. Se olvida de su apariencia física. Con las bragas a medio poner, mirando al suelo sin pestañear, arremete con el brazo contra la pared. A los gritos acuden Sancho y un paje que lo descubren semidesnudo, con la camisa un poco corta por delante y dejando a la vista las vergüenzas por detrás. 




"El día de la sortija que se había de jugar, estuvo, en comiendo, la Calle del Coso riquísimamente aderezada, y compuestos todos sus balcones y ventanas con brocados y tapices"

1986-Morristown-Silver

“Por vida del soguero que hizo el lazo con que se ahorcó Judas” grita Sancho viendo a su señor peor de lo que estaba. Le ruega que baje de las alturas imaginarias porque las verdaderas aventuras están abajo, en la cazuela y en la taza bien llena de malvasía regalo de la casa. Siempre mejor- por supuesto- que andar buscando quimera con meloneros que santigüen a uno el espinazo. Don Quijote se enfada con el escudero, le acusa de goloso y de no buscar la honra del verdadero caballero andante, “sino, como Epicuro, henchir la panza.” 

Llega don Álvaro Tarfe con cinco o seis caballeros principales, participantes todos en la sortija del domingo y riñe a don Quijote por haberse levantado. Luego le llama soberano y príncipe y le levanta la cabeza más de lo que estaba, contando aventuras de su mundo deformado con gravedad y reposo. El debate que se entabla sobre el reparto de libreas y sus colores más la decisión de Álvaro Tarfe de revestir a don Quijote con todas las piezas y armas de la armadura que le había regalado en Argamasilla, le exaltan el entendimiento. Salta de la cama de un brinco dispuesto a abatir con furia no pensada la soberbia de los famosos gigantes y jayanes descomunales. Los presentes se retiran ante la tanda de acometidas y cuchilladas que rasgan de arriba abajo los tapices colgados de la pared, dejándolos a jirones, no fuera a dar tras ellos tomándolos por jayanes de allende la ínsula Maleandrítica. Tal demostración de fuerza deja a don Quijote para el arrastre, “hijadeando de suerte que no le alcanzaba una respiración a otra.” 

 It's like we had a noose and baby without check
We pulled until it grew tighter around our necks
Each one waiting for the other, darlin', to say when
Well baby you can meet me tonight on the loose end
Bruce Springsteen



Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


Las ilustraciones están tomadas de aquí

4 comentarios:

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, pancho:

Me hacen sufrir, también, las penalidades de este Don Quijote.
Menos mal que has compensado las tristezas con las ilustraciones.

Un abrazo

P.D.: Bien escogida la canción.

Abejita de la Vega dijo...

Te sigo, con la admiración de siempre.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

No ha tardado Avellaneda en llevar a don Quijote a prisión, de donde le salvara un grande de España en su anterior salida. Por cierto: cómo hace crecer a este Álvaro de Tarfe Avellaneda y cómo supo verlo Avellaneda.
Te pido perdón por olvidar esta magnífica entrada (qué buen la ilustración seudovelazqueña, que desconocía) en la mía del pasado jueves: la recojo en la del que viene.

Paco Cuesta dijo...

Nuestro caballero y su escudero en esta segunda parte andan siempre dependiendo de la ayuda ajena.
Un abrazo
He tenido algunos problemas con el equipo, disculpa la ausencia