martes, 8 de septiembre de 2015

La saga/fuga de J.B. (15) Gonzalo Torrente Ballester. Vagas lejanías




"Imágenes de un mundo en que no hubiera más que mujeres"


La saga/fuga de J.B. (15) 
Gonzalo Torrente Ballester 

La teoría de la creación de niños por destilación a través de alquitaras llega a oídos de don Acisclo desvariada. El misterio se congrega en el confesionario. Es la mujer de Galaor la que acude al sacramento y le confiesa que su marido, por miedo a la desaparición de las hembras, se ha lanzado a hacer uso de la suya con verdadera incontinencia que para el confesor traspasa la línea roja del cumplimento conyugal (quatuor eadem nocte; cuatro en la misma noche en romance) con variantes y exigencias que a ella se le antojan más pecaminosas de lo acostumbrado. 

En vista de que la verdad inicial se ha modificado al ir y venir de boca en boca, don Acisclo se presenta en casa del boticario, don Perfecto, al objeto de ir directo a las fuentes originales: la colección de revistas científicas francesas que guarda en el sanctasanctórum de la ciencia en Castroforte. De vuelta a casa se pone a redactar un sermón condenatorio de cualquier intento de reproducción del género humano fuera de los métodos naturales estimados por la tradición y por los doctos. Pero las ideas brillantes se resisten a brotar de la mente, seguramente porque ya le rondaban por la imaginación imágenes subterráneas que lo estorbaban. Ya veía en su intelecto un mundo exclusivo de mujeres organizadas en conventos y orquestas; “de este mundo se habrían excluido, entre otros objetos, las jeringas, las lavativas, las mangarriegas, los volcanes, las fuentes de surtidor, los grifos del agua o del vino, y todo cuanto implicase expulsión de líquidos en chorro o gota a gota.” 

Los encargados del gobierno de esas sociedades deberán tener cualidades intelectuales y morales únicas, fotocopia del propio don Acisclo, repetición y multiplicación bioquímica del mismo modelo. Era su oportunidad de perdurar, de gobernar el mundo y ser el único hombre sobre la tierra, una vez excluidos todos los varones por innecesarios. Su íntima y original utopía aflora desde los rincones más secretos y escondidos del alma. 



"Una sociedad de la que se habrían excluido los varones por innecesarios"


 Es una lástima que el clérigo renuncie al sermón porque la teoría no esté bien anclada. Los parroquianos echan de menos la posición clara del clero, alejada del modo subjuntivo carente de objetividad cuando no paran de llegar  rumores desde los Estados Unidos que ya están listas las probetas de plástico de las que saldrán las nuevas criaturas de dos en dos. 

 Lanzarote ruega a José Bastida que escriba algo sobre el asunto, pues el infundio ya ha llegado a las tabernas y mercados. El mismo Castroforte corre peligro de desaparición el día en que la patraña alcance y penetre en las clases populares. Bastida promete ponerse manos a la obra esa misma noche. Como carece de conocimientos de jerga de biólogos, le pide al boticario su colección de revistas y en un par de horas escribe un artículo, incluso con una entrada presentando al autor como uno de esos sabios investigadores españoles desparramados por el mundo que publican en las revistas científicas mejor consideradas y en espera del Premio Nóbel. Según el sabio la cosa va para largo, pasarán al menos mil años antes de conseguir un cromosoma proporcionado, al ser el actual del tamaño de un chícharo, tiene suficiente material genético para crear un mastodonte porque la verdadera dificultad no radica en hacer la síntesis sino en lograr el germen del tamaño exacto para producir género humano. Ahí radica el verdadero peligro de una producción que repueble el mundo de dinosaurios plesiosauros y gigantescos toros prehistóricos con grave perjuicio para los toreros de arte, alma cascabelera apuñalada de miedo y acostumbrados a reses chicas. 

 El Poncio queda tan satisfecho del artículo que le da veinte duros de los fondos reservados, con tan mala suerte que se quedan en el camino, entre los dedos huéspedes de algún comisionista intermediario. Desde los tiempos de Mitriades -por citar a alguien desconocido y remoto- pasa lo mismo en estas tierras del sur de Europa. Los que quieren vivir a costa de los demás, engañando, estafando. Se valora más al trepa allegado, a la  picaresca que al trabajo honrado y bien hecho para ganarse la vida. 




"Lo importante es precisamente el orden, el del cosmos, el de la sociedad, el de la música."


 La tranquilidad del Poncio no es duradera. La inquietud surge de nuevo de la niebla en una noche en que los ríos Baralla y Mendo escupen neblina que se espesa al llegar el atardecer. Un caballero de aspecto llamativo,  tocado de boina y  gabardina entra a todo correr en Castroforte por el camino de Villasanta. Va de taberna en taberna contando que ha visto un coche aparcado en el pazo de Bendaña. Bien puede tratarse de don Jesualdo el Americano. Trae la baca del taxi cargada hasta los topes de maletas extranjeras. Al pagar el servicio no tiene pesetas, los dólares entusiasman al taxista. 

 El regreso de don Jesualdo Bendaña trastoca la rutina, el caos de la armonía invertida. El orden caótico de los habitantes de Castroforte, amalgama de soldados rasos y generales, directores de rondalla y solistas de violín. Escritores de sueltos y propios. El loro Belcebú, periódicos leídos. Galios y godos. Inmigrantes y nativos. El hermano Agatocles, Robespierre. El falsificador de moneda. Burlador de la censura, el reino del lápiz rojo. Golondrinas de un solo verano.

Criollita de mi pueblo, pebeta de mi barrio, 
La golondrina un día su vuelo detendrá; 
No habrá nube en sus ojos de vagas lejanías 
Y en tus brazos amantes su nido construirá. 

Su anhelo de distancias se aquietará en tu boca 
Con la dulce fragancia de tu viejo querer... 
Criollita de mi pueblo, pebeta de mi barrio, 
Con las alas plegadas también yo he de volver.
Carlos Gardel






Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.



4 comentarios:

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, pancho:

Me estás haciendo retroceder en el tiempo, con tu constancia y buen hacer. Compruebo que estoy perdiendo memoria, al llegar a mi serie incompleta de entradas dedicadas a LA SAGA/FUGA DE J.B.

Torrente Ballester, En 1972, tenía ya su público lector cuando escribió este libro complicado y divertido. Quiero decir, que tenía las ventas aseguradas con sus fieles seguidores.

Ay, don Acisclo, ¡qué forma de repartir!, y su enterarse de las vidas íntimas en el confesionario. Galaor ante la revolución científica pensó que había que aprovechar el tiempo.

Imagino a don Gonzalo cantando. En 'El tango en Broadway', película de 1934 - que se puede encontrar completa en YouTube-, se puede escuchar el que tú has seleccionado.

Abrazos

P.D.: Si la fotografía es actual, por aquí van más adelantadas las calabazas. Pensando en “las otras” que me evoca la palabra, recuerdo un trabajo estupendo y valiente que publicó José Sánchez Rojas en 1907. ‘A propósito de los exámenes.’ y que nos ofrece Gerardo Nieto en su Blog ENTRE EL TORMES Y BUTARQUE.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡Eso sí es traer a Gardel al vuelo!
La novela crece por excesos, pero su verosimilitud parte del tono costumbrista -cachondamente costumbrista- que le da el bueno de Torrente Ballester. Véase lo que cuentas aquí como ejemplo.

Paco Cuesta dijo...

Bien mirado las cosas no han cambiado tanto si sustituimos la alquitara por procedimientos actuales; en este sentido La saga/fuga es una verdadera premonición. Y que decir de las comisiones. La vida sigue igual.
Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Don Gonzalo no soñó nunca con tamaño admirador.
Besos, Pancho.