martes, 6 de octubre de 2015

Novelas Ejemplares (1). Prólogo. Miguel de Cervantes. Anciano con brillo en los ojos





"Al cincuenta y cinco de los años gano por nueve más y por la mano"

Novelas ejemplares 
Prólogo 
Miguel de Cervantes 

Corre el verano de 1613, el autor mira al lector a los ojos y le dirige unas letras a modo de presentación de sus últimos relatos. Las cartas están echadas para empezar a jugar la partida del último viaje, la que siempre se pierde, te pongas como te pongas. Cervantes cuenta con sesenta y cuatro años bien vividos, tanta experiencia acumulada que se permite calificar de ejemplares a la docena de historias que manda a la estampa. Han pasado ocho años desde la publicación de la primera parte del Quijote y se dispone a escribir una pequeña introducción de la entrega, poco convencido de la conveniencia de hacerlo en vista de la polvareda levantada por el prólogo de la primera parte del Quijote. 

Dice que sólo gracias a un amigo secunda con el presente. Su ambición se vería satisfecha si el tal amigo grabara su retrato en la primera página, como es costumbre hacer en la época, acompañado de un pie de foto explicativo: su justamente afamado autorretrato. Cervantes traspasa los siglos y se hace un selfie con palo y todo para no atosigarse, buscando siempre la distancia correcta sin invadir los terrenos sagrados de la mala sombra. 




"Algunos que querrían saber qué rostro y talle tiene quien se atreve a salir con tantas invenciones a la plaza del mundo"

 En efecto, el amigo le deja vacío, compuesto y sin novia, “en blanco y en figura.” A cambio, ganamos los lectores, porque no le queda más remedio que echar mano de la pluma y escribir dejando para los restos una muestra en bronce de la inseguridad de los grandes, la célebre fragilidad cervantina que, sin embargo, es capaz de sacar del caos de las palabras sin ahormar la obra fundacional de la novela moderna. “Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros” Los dientes como obsesión, a menudo mencionados en su obra maestra. Y los veinte años de nada pero que argenta los pelos, antes dorados,  del más pintado. “El cuerpo entre dos estremos, ni grande, ni pequeño.” Cervantes que huye de la extravagancia, en busca de la centralidad, ambiguo como los políticos que evitan el apartamiento de los extremos y pescan en el caladero de votos de la moderación. 

Hace camino entre la soldadesca. Muchos años de soldado forjaron su espíritu altivo. Las cordilleras de toros con el orgullo en el asta de Miguel Hernández, cojonudismo hispano, gallo de pelea que nunca rehúsa el desafío, reciedumbre de trinchera. Cinco años y medio de cautividad le amansan la bravura. Cuando sale de nuevo al camino de la vida, rumia su derrota. La mano izquierda seca, la de los naturales,  es el recuerdo que le queda de la Batalla de Lepanto:  “la más memorable y alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros." Orgulloso de haber sido militar, de defender el imperio bajo las banderas invencibles de Carlos V, el hijo de la guerra. 

Dejar que un amigo escriba el prólogo es tontería. El aventamiento de alabanzas o vituperios al ingenio del escritor, una pérdida de tiempo. Como lo han dejado colgado, le resulta forzoso valerse de su propio pico de oro para proclamar las cuatro verdades fundamentales, incluso entendidas por señas. Dirigiéndose a los amables lectores advierte que los relatos no tienen ni pies ni cabeza ni entrañas, todo lo escrito ha pasado por el filtro de la razón y del discurso cristiano por lo que no moverá a malos pensamientos ni al descuidado,  ni al cuidadoso, ni al desocupado lector. 



"Se cultivan con curiosidad los jardines"


 Nos invita a la lectura de estas Novelas Ejemplares porque no siempre se está en los templos, no siempre se ocupan los oratorios. Por algo “se plantan las alamedas, se buscan las fuentes, se allanan las cuestas y se cultivan con curiosidad los jardines.”  La velocidad de los jardines que requiere un jardinero sin prisas, como la lectura atenta. 

Añade que aplicó su ingenio a la novela, se proclama el primero en hacerlo en lengua castellana, pues las muchas que por ahí andan son traducciones de autores extranjeros. Por lo tanto,  las suyas no son plagio ni robadas; tampoco palabra etérea o inactiva. A la vista está que sus obras crecen después de publicadas en manos de los lectores y el tiempo que las aviva. 

 Antes de ir a dar con los huesos a una fosa común, el osario de una iglesia y si la vida no le deja antes de tiempo, anuncia nuevas historias dilatadas de don Quijote y Sancho, Los trabajos de Persiles y las Semanas del Jardín. Nos anima a los lectores a descubrir el misterio que tienen escondido y ruega a Dios que le dé fuerzas y paciencia “para llevar bien el mal que han de decir de mí más de cuatro sotiles y almidonados. Vale.”


Había un anciano 
con brillo en los ojos 
de ver como de nuevo 
está cambiando el tiempo
Depedro





Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué bien comenzado: por el prólogo, como se debe, en el que Cervantes juega con el género para dejar clara su aportación y su lugar en el mundo literario del momento, no fuera a ser que a los jóvenes se les olvidara... Polémico y juguetón, como debió ser. Y qué bien ilustrado con esas fotos de un espacio maravillosamente bejarano.

Abejita de la Vega dijo...

Cervantes se reafirma como escritor, sabe su valía y no ha de callar. Ironiza consigo mismo y parodia los prólogos al uso, con retrato incluido, con orlas y latinajos.
Un placer leerte y disfrutar con tus fotos. No nos saltamos los prólogos.
Besos, pancho.

Ele Bergón dijo...

Siempre me ha gustado este prólogo que se hace Cervantes así mismo en las Novelas Ejemplares y sin embargo, en algunas ediciones, en especial las recientes, lo ha eliminado. No entiendo su porqué.

Bienvenido a la lectura del nuevo curso.

Un abrazo

Luz

La seña Carmen dijo...

Los que malgastaron nuestro dinero en alimentar su fetichismo tratando de buscar unos huesos, para convertirlos en objeto de culto, bien habrían hecho en leerse varias veces este retrato.

Menos mal que como en todo proyecto científico, la experiencia adquirida habrá servido para otras causas más nobles.