martes, 25 de octubre de 2016

La saga/fuga de J.B. (25) Gonzalo Torrente Ballester. Algo estúpido.





"Detrás saldría la temerosa cadena excogitativa como sale el cuerpo estirado de una tenia."


La saga/fuga de J.B. (25) 
Gonzalo Torrente Ballester 

La historia de don Asclepiadeo olvidadizo e infiel, san Brandao mediador y la sirena entristecida por el abandono, pone a trabajar la mente de don Acisclo. La mezcla de leyendas escandinavas y portuguesas revoluciona los  terminales nerviosos del cerebro del clérigo a un violín pegado. Hoy estaría desfasado si la adherencia no fuera un móvil de la séptima generación.  

Uno no sabe cómo definir las páginas que hoy abrimos en canal, sé que son fascinantes, pero puede que algo estúpidas también. El caso es que el genio del escritor gallego y un poco salmantino penetra a empujones en la mente revuelta de don Acisclo para ordenar los pensamientos que revolotean atolondrados, los clasifica y los escribe en el código común. Busca la colaboración del lector más que su comprensión que sabe casi imposible de lograr. Busca la complicidad del lector con el desaguisado que allí se perpetra. La misión es implantar el diálogo y el arma de combate es el catecismo en la mano que ayuda a deshacer el revoltijo de ideas de este monólogo de confusión. Opta por la presentación de pregunta – respuesta como hacían los catecismos primeros y que han vuelto a poner de moda las presentaciones de power point, esquemas universales  que valen para todo: 
 - ¿Qué es fe? 
- Creer lo que no vemos (y todo así) 

 “¡¡Es el destino!!":  Una proposición sin sujeto visible cuya contemplación le parece a don Acisclo fascinante y estúpida a la vez. Empieza a desenredar la madeja que le lleva a “conclusiones: Razones, pasiones, melones.” Que ponen a prueba la supremacía de la razón a través de la mente, propensa a la cuadrícula, del clérigo pegado como una lapa a un violín del S.XVIII fabricado a mano por Guarnieri





"El azar por su naturaleza, excluye la sistematización, la simetría."


El sistema de hechos que tiene ante sí cojea, está afectado de una cierta condición legendaria que no puede convencer a don Acisclo, escéptico por naturaleza, aunque seduzca al resto de la humanidad. Lo que le ronda por la mente son pasiones a montones, verdades como melones. A ver si ahora resulta que él no tuvo que salir por piernas de Puebla, donde ejercía de canónigo, cuando la revolución de Calles, protegido por una mujer que le amaba y a la que después abandona con la promesa de volver. Ahí están el loro, el guarnieri y las nueve esmeraldas a buen recaudo en un banco de Londres, que piensa devolver en cuanto haya un gobierno en Méjico: católico, apostólico y más difícil que sea romano porque no rima. 

Choca en el asunto de las “sirenas. Penas, patenas, melenas.” Lo suyo fue cierto y vete tú a saber en qué parará lo de las sirenas, criaturas mixtas. Habrá que esperar las conclusiones de la investigación de Bendaña en las baladas nórdicas. Pero dejémoslo en que las sirenas puedan existir en hipótesis. Y una vez admitida la existencia de las sirenas, no repugnará a la razón la veracidad y admisión de los demás casos. No acaba de ver las “consecuencias. Esencias, paciencias, conciencias.” Porque si las historias de los cuatro canónigos son admisibles ¿Por qué lo van a ser las de los cuatro JB? Desde ahora mismo rectifica en sus convicciones, obligado por su honestidad mental. Y si los cuatro canónigos predecesores participaron en las historias de los JB, desde ahora mismo intervendrá en los presentes que bien pueden ser don Jacinto Barallobre, Jesualdo Bendaña o José Bastida. El tiempo dirá quién es el verdadero de los tres. Desdecirse es su destino. Los JB dejarán de ser paparruchas desde este momento. Comienzan a ver la luz algunos acontecimientos ininteligibles hasta ahora como la salvación de Barallobre o su propia expulsión de Villasanta. Son el planteamiento y nudo de una comedia bien pensada cuyo desenlace es ya inminente, cuando lleguemos al fondo secreto de la novela, claro. 

Ahora la discusión se encamina a otras “metas. Tetas, cuartetas, puñetas.” Aunque mueran Sansón y todos los que con él son. Si a “¡es el destino!,” le quitamos las admiraciones nos queda una proposición copulativa con sujeto explícito que claramente es la situación. Y el que piensa es el sujeto del sujeto porque sin esa referencia nada ocurriría. Ni lo estarían pensando siquiera. No pasaría de ser un mero azar si no se repitiera porque: “Si el mismo azar se repite cuatro veces, deja de ser azar y se convierte en Destino.” 







"Si estos dedos no temblasen encima de las cuerdas."


Si seguimos con la transformación y tomamos ahora EL DESTINO ES parece que nos está pidiendo a gritos un predicado, algo que complete el significado; como por ejemplo: “El destino es cruel.” Pero quiá, no, no, no en este caso. EL DESTINO ES, aquí el predicado está en el verbo: “El predicado afirma la existencia del sujeto: “El destino existe.” Así caen por su base ciertas nociones antiguas, por ejemplo la de “Dios. ¡Amós, koljós, lanzós.” Con lo cual “Dios existe como garantía de mi libertad; el Destino la niega. Dios y el Destino son incompatibles.” 

Puestas así las cosas, no podrá casarse con Guadalupe. Su muerte en la cárcel es irresponsable. Él ha perdido la libertad. Su vida es destino. Lo que no sabe es si los antepasados tuvieron “conciencia de su condición de destinados. Amados, cuitados, colgados.” No hará nada. Atado al sofá y al destino se vive mejor. Sólo la falta de la música le haría despeñarse por el abismo de la desesperación abajo. Qué vacío tan grande si los oídos se cerraran al sonido y los dedos dejaran de temblar al contacto con unas cuerdas de violín. No hará nada, salvo no dar la absolución a la señora de Benítez de Araujo. Los dos son una pareja de estúpidos, como lo son todos los que viven pendientes de la eyaculación y del orgasmo. La humanidad entera lo es.


Then afterwards 
We drop into 
A quiet little place 
And have a drink or two 

And then I go 
And spoil it all 
By saying something stupid 
Like I love you 

I can see it in your eyes 
That you despise 
The same old lines 
You heard the night before
Frank Sinatra



El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


miércoles, 19 de octubre de 2016

La saga/fuga de J.B. (24) Gonzalo Torrente Ballester. Criatura mixta.






"Una sirena rubia se asomaba a sus playas en los atardeceres."


La saga/fuga de J.B. (24) 
Gonzalo Torrente Ballester 

La publicación de la respuesta del vate Barrantes a Bendaña es un éxito rotundo para el periódico local. Los lectores hacen cola en los quioscos esperando la salida de las sucesivas ediciones del día. Barallobre está contento por la repercusión en la prensa de su intervención: una plana completa con cinco fotos incluidas para que se fastidie el docto profesor Bendaña. Al fin y al cabo él hace de un muerto y los muertos pueden hacer y decir lo que quieran. Bastida y Barallobre celebran la victoria sobre el profesor a primera hora de la mañana con un desayuno suculento de arenques en mantequilla “con sabor a té Suchón, a tocino ahumado y a tabaco de los Balcanes.” 

Mientras tanto en casa de los Aguiar, Bendaña, indiferente al revuelo, cree que todo el mundo tiene derecho al pataleo. Considera que los argumentos expuestos carecen de valor, si acaso salva la identificación de Coralina y Lilaila por novedosa. Don Acisclo siente una profunda admiración por Bendaña desde la publicación de su teoría del derrumbe de los ídolos de Castroforte. El ya sospechaba desde antiguo que todo lo de los JB era una fábula, pero le faltaban pruebas para demostrarlo. Se aferra a la certeza de que el Santo Cuerpo Iluminado es apócrifo. Él ya llevaba años afirmándolo, pero nadie le hacía caso. Será apócrifo o lo que quiera ser, pero para la buena gente santa Lilaila es la santa particular, la suya y de nadie más, y ahora no hay manera de no creer a Jesualdo Bendaña. Se ha creado un cisma en las familias, se ha generado un conflicto que no existía. Clotilde despotrica contra su hermano por disfrazarse de vate como si fuera carnaval. Por ella como si se va a vivir con José Bastida, esa especie de mono que tiene de secretario. 

A don Acisclo la deriva al cotilleo de la conversación le aburre. No quiere ser el candil de la calle. Èl lo que quiere es oír del profesor Bendaña una explicación científica del método aplicado para el desmantelamiento de los JB y la destrucción de los símbolos, pues la “aplicación del método a ciertas figuras tambaleantes del santoral podrían dejarlo en cuadro.” Y así se lo plantea en un aparte. La explicación que Bendaña hace a continuación del método científico usado es una digresión en toda regla de cinco páginas (bien cumplidas y apelmazadas como todas las de la novela), una novela intercalada con entidad propia y materia narrativa que merece ser contada por su importancia para el devenir de Castroforte, suficiente para escribir otra saga/fuga paralela. Al menos acomodable al misterio de los JB. Agárrense bien, la imaginación haciendo horas extras. 







"El derecho al pataleo es natural e inalienable."


Bendaña le dice con la sonrisa irónica de un fino estilista adicto al trabajo de investigación, que según ha podido constatar en sus pesquisas siempre aparece un canónigo extraño como elemento determinante en las cuatro historias que ha investigado. Sus nombres son don Asclepiadeo, don Asterisco, don Amerio y don Apapucio. El Codex Magdelianensis, ese centón de leyendas conservado en Braga, dedica un capítulo al joven canónigo que vive con san Brandao en la isla. Don Asclepiadeo está dotado de voz hermosa y es tañedor de vihuela. Cuenta con sitial en el coro cerca del obispo. San Bradao lo escucha en las tardes de bruma espesa cuando el corazón se enmorriña de fado y nostalgia portuguesa. Pero Aline, una hermosa sirena rubia que se asoma a las playas al atardecer atraída por la música y la voz del joven canónigo también se enamora de él, a pesar de pertenecer al Señor. Quiere llevárselo no al huerto sino a vivir a una cueva en el fondo del mar. Ella lo enseñará a no morir bajo el agua. El obispo va penetrando en la fuerza imbatible del amor entre hombres y mujeres de tanto escuchar el cantar triste y sin esperanza de la sirena lacerada de tristeza. Quizás el Señor desee que por amor la sirena, criatura mixta, adquiera alma y pueda salvarse. San Brandao propone al canónigo joven renunciar al celibato y casarse con Aline. Ahí está él para eximirle de los votos y autorizarle al matrimonio. Asclepiadeo dice que no, es no; el olor a pescado le levanta dolor de cabeza. Los cánticos doloridos de la sirena rechazada se tornan amenazantes con el pretendido, san Brandao, las islas y sus cimientos. San Brandao sabe que los fundamentos de la isla no son seguros, te sale un día de viento fuerte y el fin está cerca. También sabe que el único que escapará a la maldición del naufragio será Asclepiadeo. La ayuda de Aline le convertirá en el último superviviente, así que le pide que cuando la mar se embravezca y los cimientos crujan, meta los Vasos sagrados en un saco de cuero impermeable y los lleve a la diócesis más próxima una vez en  tierra firme. 

La ola gigante que sepulta la isla para siempre pilla a san Brandao dirigiéndose a los fieles congregados. Les habla de la muerte y del paraíso con palabras tranquilas. El canónigo, en lugar de rezar por la salvación de su alma, lucha por su vida. "La tierra en violentos vaivenes de un temblor se estremecía." Aline le ayuda a mantenerse a flote. Le lleva a las playas de Malpica en la diócesis de Villasanta de la Estrella. Allí promete matrimonio a la criatura mixta, pero sólo después de la entrega de la carga sagrada. Se encuentra tan a gusto en tierra firme que se olvida de la promesa y de que los Vasos pertenecen a la Iglesia. Los empeña para comprarse ropas decentes. Este es el don Asclepiadeo que acompaña al mariscal de campo, Bendaña, en la conquista de Castroforte. Cuenta la historia de un tirón, como si el buen obrero de la investigación la tuviera aprendida de memoria. Advierte que si nos fijamos, la misma historia se repite en todas las leyendas posteriores: “Un canónigo aficionado a la música huye con un tesoro ayudado por la mujer que le ama.” En todas las leyendas el canónigo la abandona. Don Jesualdo Bendaña anuncia que seguirá profundizando en el estudio del origen de las sirenas, sospecha que en las colecciones de baladas nórdicas hallará que los primeros ejemplares de estas criaturas mixtas proceden de Irlanda. No resulta desconocida la relación de los marineros de Castroforte con la Isla Esmeralda, más verde que la albahaca. (Eire en gaélico). 

A don Acisclo unas se le van y otras se le vienen, aquejado de una prisa grosera, pilla el guarnieri y se escabulle. Ya en su guarida arrastra una pizarra y resume el relato de Jesualdo Bendaña. Anota: 



El secreto se esconde entre las cuatro columnas. Conoce la clave, pero no se atreve a usarla de momento. En el maremágnum del pensamiento desordenado del clérigo bulle con brío una proposición sin sujeto visible. ¡¡¡ES EL DESTINO!!!


Pedazo de mi vida 
 narraba esta canción 
 de donde me conoce 
 qué extraño pensé yo 
 qué estilo aquel qué suerte
 pude reconocerme... 

Strumming my pain with his fingers, 
Singing my life with his words, 
 Killing me softly with his song, 
 Killing me softly with his song, 
 Telling my whole life with his words, 
 Killing me softly with his song.
Pitingo



El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

viernes, 14 de octubre de 2016

La saga/fuga de J.B. (23) Gonzalo Torrente Ballester. Abrir bien los ojos.








"No se si soy espíritu o carne, de modo que no respondo de que esa fotografía sea más que la de un ectoplasma."


La saga/fuga de J.B. (23) 
Gonzalo Torrente Ballester

“Señor, los ojos de los hombres no fueron hechos para los milagros.” El rey Artús muestra su sorpresa por la presencia milagrera, una revelación de las alturas con misión redentora, justo cuando tantas dudas sobre el pasado y origen de las creencias se ciernen sobre Castroforte. Lanzarote pide permiso para publicar en el periódico las manifestaciones del vate Barrantes, les dará forma de entrevista para dotar al monólogo ensimismado de algo de ritmo narrativo en un intento de subrayar la importancia del periodismo como género literario. El entrevistado confiesa que no sabe si es espíritu o carne, pero sí memoria. En su memoria particular guarda la grandeza de los poetas únicos. Si su producción poética sólo hubiera sido buena, no habría pasado de ser un escalón para que otros subieran a las alturas. Según él, su excelencia de poeta surge de la soledad y la hondura. Ni maestros ni discípulos que valgan, sino una isla en sí mismo. También se considera un poeta desgraciado porque los críticos y profesores que explican la poesía no han caído en la comparación, la correspondencia, los procedimientos similares, el preludio, la coincidencia con los grandes poetas franceses como Rimbaud en la Estación del infierno o Mallarmé en Coup de dès. Qué decir de sus deudores, los poetas que escriben en la misma lengua: Rubén Darío y los alejandrinos rítmicos y poderosos. Las coincidencias temáticas con Antonio Machado. La Entrada en la madera de Pablo Neruda: el misterio de la blandura del gusano que, sin embargo, - dale que te pego-penetra hasta el corazón del árbol. Y el hilo de la poesía social tejida después de él por Celaya y Blas de Otero. 

Después de la sesión de fotos en distintas posturas y posiciones de manos, a veces elocuentes, a veces quietas, la entrevista gira a los terrenos pantanosos de Coralina. Es él mismo quien le aconseja que escriba las memorias para conservar todas las cosas extraordinarias que cuenta, con la esperanza de ser el amanuense. Pero de nada le sirve el sacrificio de la torre, el elegido es un saltatumbas francés que prescinde de reyes y emperadores para darle voz a arribistas, chulos y millonarios americanos. 






"No soy grande porque soy desconocido"

Mientras José Bastida y los miembros de la Tabla Redonda escuchan atentamente y sin pestañear, el vate Barrantes afirma que fueron razones de propaganda las que llevaron a inventar que Coralina Soto nació Lilaila Souto, hija de un griego y una bailaora gitana, y vino al mundo en Cádiz (la Habana con más salero) no en Gudériz de Castroforte que no figura en el mapa. No habla de su vida privada porque a nadie le interesa si un poeta olvidado amó o no amó a una mujer. Como no hay testigos, creerle o no es un acto de fe. Asegura que a él le disparó un hombre cuando se dirigía a casa de Coralina, una mujer no puede con el pistolón, arma del delito, por razones puramente biológicas. La bala le rozó las costillas aunque la cantidad de sangre que manaba escandalosa de la herida pareciera que le había llegado al corazón. Si buscó la muerte y no la curación se debió al dolor del corazón desengañado. Como aquel forastero de Borges que vino a buscar la muerte y que Carmen Linares nos eriza la piel con su cante y su  voz de diestra valiente: 

No vale ser el más diestro, 
No vale ser el más fuerte; 
Siempre el que muere es aquél 
Que vino a buscar la muerte.
Borges/Carmen Linares



Este lamento llega al alma de Bastida que tras un cruce tenso de miradas, sale del café como si una sanguijuela le hubiera chupado la sangre, con la sensación de que “la calle estaba pavimentada de cuerpos vivos, encajados unos en otros como sardinas en la banasta, de modo que no quedaba hueco donde poner los pies sin aplastar la cabeza de un niño, que se escachizaba y crujía como un huevo, o el vientre de una mujer preñada, que daba un grito y le llamaba asesino, o el pecho escueto de un anciano, cuyas costillas quebradizas rompían como vidrios, y él no sabía qué hacer, y él no tenía más remedio que pisar.” 





"Bastida se mantenía en su penumbra de donde no sacaba ni las manos"

De frente ve llegar a don Benito Valenzuela, godo activo y singular, subido a una apisonadora mixta que echa asfalto sobre los cuerpos por delante y a la vez los aplasta por detrás, desapareciendo así los cuerpos enlatados bajo el olor a chapapote (Nunca mais) y el pesazo del rodillo. 

Bastida se libra de milagro del afán aplastador de don Benito Valenzuela, nunca la luz fue tan temprana como aquella jornada en que evita pasar a formar parte del cimiento. Al llegar a la fonda se quita los zapatos para no despertar a los viajantes catalanes, hay que vender el producto en el mercado de los empobrecidos para dar trabajo y crear riqueza en Cataluña. Al entrar en su cuarto, aquello es Sodoma y Gomorra de perversión. Negros y negras de macumba ante el busto de Coralina Soto. Se abre paso entre culazos enormes que lo aplastan, se tumba en el catre y un pie de una temblorosa en trance le cierra los ojos. Ya solo oye los cánticos en portugués divino. Aquello termina “como el rosario de la aurora, negros y negras apareados alcanzaban contactos esenciales con el misterio y lo manifestaban con gritos y ayes” hasta el agotamiento. Inflamados de misticismo laico, se marchan entre cánticos de tristeza portuguesa. Cae dormido entre hombres que le roban, le quitan el sueño, lo dejan en cueros y lo entregan a un artefacto del que salen personas como adoquines de pez endurecida. 

Al salir a la calle compra el periódico, en la última página destaca el titular: EL VATE BARRANTES CONTESTA AL PROFESOR BENDAÑA.


Come writers and critics 
Who prophesize with your pen 
 And keep your eyes wide 
 The chance won’t come again 
 And don’t speak too soon 
 For the wheel’s still in spin 
 And there’s no tellin’ who that it’s namin’ 
 For the loser now will be later to win 
 For the times they are a-changin’
Bob Dylan



El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.



miércoles, 5 de octubre de 2016

Cartas Marruecas (6) José Cadalso. Soñar con androides.





"Todo lo dicho es poco en comparación de la vanidad de un hidalgo de aldea."


Cartas Marruecas (6)
José Cadalso

Ben-Beley entrega una reflexión sobre la necesidad que sienten algunas personas, enfermas de importancia y obsesionadas por el más allá, de abrazarse a la eternidad, sobrevivir a la muerte: la fama póstuma que nace de un exceso de amor propio por querer perdurarse a sí mismo, afán que no será necio si puede servir de ejemplo y estímulo a los que aún quedan vivos tirando piedras a una casa blanca, como el eterno James Dean hace en la canción de Aute de "Las cuatro y diez."

Sólo la fama del hombre de bien es apreciable. ¿Qué puede trasmitir de positivo a la posteridad la fama de un guerrero que deja tras de sí ciudades asaltadas, campos desbaratados y despoblación? Si acaso más desolación en caso de que a algún joven príncipe se le llene la cabeza de ambición y abandonando el buen gobierno del pueblo y la ciega administración de justicia se lance con un ejército a esparcir el llanto y el terror por los pueblos cercanos. Tampoco la humanidad sacará mucho provecho de la veneración a los preclaros y doctos hombres de ciencia que descubran algo nuevo y que “se envanezcan de lo poco que saben, sin considerar lo mucho que ignoran” porque pronto se descubrirá el engaño. Sólo la fama póstuma del justo y bueno será provechosa para el género humano. Si nos hubiéramos dedicado a cultivar la virtud tanto como las armas, las letras y las ideologías de ocasión y si, en lugar de ensalzar las historias de guerreros y maestros, hubiésemos escrito las vidas de hombres buenos, la gente habría aumentado su propia virtud y habría desarraigado la maldad parásita de ambición con la misma mano.






"Uno de los defectos de la nación española es el orgullo."


Ben-Beley estima que su corazón se estremecería y nada lisonjearía su oído en caso de haber sido uno de los hombres insignes que acompañaron a Tarik en el cruce del estrecho y derrotaron a las huestes cristianas a orillas del Guadalete, dejando a los godos tristes como mustios quedan los prados después de pasar la guadaña, el mortal abrazo de las hoces de Claudio Rodríguez en “El don de la ebriedad.” Las aguas del río embriagadas de rojo de la sangre de los infieles. Como consecuencia de la victoria, miles de españoles prisioneros cultivaron para ellos las tierras de labor, sometidos al derecho de conquista. Otras miles de españolas elegidas por su belleza se ocuparon del servicio. Los nietos de aquellos orgullosos conquistadores pioneros llevaron los pendones hasta las faldas de los montes Pirineos. Sin embargo, los pobres y los magnates le querían: unos porque les aliviaba de la miseria y otros porque no competía con ellos. Los extraños le amaban porque les ofrecía alojamiento, los cercanos le lloraban porque gastó su vida haciendo el bien; el glorioso y resplandeciente sol se oscureció a su muerte. Serán años de vida concedidos a su vejez.

En la carta veintinueve Gazel describe a los franceses en un intento de desmarcarse de los afrancesados. Da cuenta de un viaje a Francia, sobre todo la zona lindera con los Pirineos. Conoce los ataques que sufren los franceses por parte de los españoles religiosos, de los italianos políticos, ingleses soberbios y alemanes ásperos. Lo achaca a la envidia que sienten por el lujo que exhiben sus jóvenes, la prosperidad francesa que proviene de la etapa gloriosa de la nación, igual que los españoles eran odiados en el siglo anterior. Constata que a pesar de los defectos, tienen en el fondo un no sé qué que los hace amables. Afirma que quiere más a un francés que diga haber leído catorce mil comedias españolas sin haber hallado una escena regular en ninguna de ellas, que a otro que enumere primores de nuestros caminos, posadas y espectáculos y dé por perdidos los días gastados fuera de España. Los jóvenes franceses, a pesar del lujo persa que ostentan, tienen el valor de los macedonios como demostraron con creces en la batalla de Fontenoy derrotando a ejércitos duros de la coalición de naciones, bregados en cien batallas.






"Y dando gracias a la providencia divina de haberle hecho don Fulano de Tal."

En su empeño de parecer imparcial indaga en el verdadero carácter de las cosas sin dejarse arrastrar por las apariencias, engañosas la mayor parte de las veces.

El orgullo español se muestra como defecto, a menudo presente de manera inversa a la extracción social del individuo que se cree destinado a una misión redentora, hecho singular del cojonudismo hispano (“¡A mí Gabino que los arrollo!”). Sentencia que “el alemán pide limosna cantando, el francés llorando y el español regañando.” Exigiendo la restitución de un patrimonio robado.

Qué decir de la vanidad de un hidalgo de aldea que se pasea majestuosamente por la plaza triste de su lugar pobre, embozado en su capa de mala calidad, pero arrebatado de pertenencia, repinta el escudo de armas de su casa caída. Todo ello contrasta con el Rey lavando los pies de una docena de pobres ciertos días al año. O los magnates familiarizando con los criados más ínfimos sin mentar blasones, entronques, reatas o enlaces de conveniencia ni matrimonios desiguales que subrayan la diversidad.


Hay quien sueña con el trueno 
de la caja de Pandora 
hay quien sueña con el rayo 
redentor del Santo Grial 
Hay quien sueña con Olimpos 
donde no entre el mal de Aurora 
y quien sueña con androides 
más allá del Bien y el Mal.
Luis Eduardo Aute






El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.