viernes, 28 de abril de 2017

La saga/fuga de J.B. (28) Gonzalo Torrente Ballester. Lugares de buena nota.





"Don Benito Valenzuela, sordo a los gritos, más bien estoico, empuja su bola por el campo de batalla, la incrementa de más cuerpos, de más fusiles, de más latas de conserva, de más metralletas, de más heridos."


La saga/fuga de J.B. (28) 
Gonzalo Torrente Ballester 

Bastida se queda en la taberna del Espiritista. Allí escucha cómo le regaña a Julia por sus despistes. Bastida lima unos versos que pueden acompañarse con el Allegretto de la Sinfonía VII de Beethoven. Aquella mañana la clientela era de gatos: 





El espacio de la taberna llena de gatos es como una plaza atravesada por gente en todas las direcciones. Los caminantes que no van “a ninguna parte están haciendo algo como matar el tiempo, tomar el sol o pasar el rato.” 

A todo gato le llega su xaneira (época de celo), sin dejar de estar alienado vive con intensidad la atracción de las ancas de cualquier Zapaquilda, siempre que no haya sufrido la poda del menestral, claro. Si se aviva el problema, se corta por lo sano, como ahora es popular hacerlo con los gatos de piso, la mansedumbre sin rebeldía de las mascotas aristocráticas. Pero un gato no es más que un gato, no se le puede pedir pensamientos ni respuestas más allá de un miau. 

Llegado el anochecer, Bastida se dirige a la Casa del Barco. Aparece Barallobre, súbito como un ciclón. Confiesa que se siente poseído por el espíritu del verdadero canónigo Balseyro, el legendario, el que en esos momentos recorre la ciudad. Al pasar por el Casino, los socios le tiran tizas del billar. Hoy la gente “debe estar, como si al terminar el tercer toro, se suspendiera una buena corrida.” Tener dos identidades distintas y en épocas diferentes, no importa que la otra sea virtual o fingida para respirar dos veces, vivir el doble. La dualidad que permite la segunda oportunidad, que te dejen espacio para tomar el segundo aire un poco antes del "segundos fuera." 

 A continuación el autor echa el resto para contarnos la transformación de Barallobre a canónigo Balseyro tal como la observa Bastida. A la luz temblorosa de una cerilla para encender un cigarrillo, se produce en la estancia un silencio de mármol frío. Barallobre carece de piel terminada en poros y pelos. Tiene una piel desordenada, como en ebullición, las células se apresuran a transformarse y la pigmentación cambia de matiz. Después cuenta la visita al Papa de Roma. Balseyro no es un tipo cualquiera. No sabe con quién está usted hablando. Al Papa le habían ido con cuentos y no lo quiere recibir. Como no está dispuesto a que el viaje a Roma sea en balde, se mete por la ventana. De primeras, aguanta el chaparrón papal, por menos han excomulgado a algunos. Pero como el Santo Padre debe ser argentino o algo, hablan. Entre otras cosas le predice la Revolución Francesa y el Concilio Vaticano, pero Su Santidad no le hace caso. Conjetura que debe tratarse de una profecía prematura. Es como si alguien hace spoiler de una película y te quedas in albis porque no has visto el principio. 




"Descendía como por una pendiente a una velocidad que todavía no era alarmante"

Si ahora escasean los hombres sabios, en aquellos tiempos los doctos cabían en un microbús, eran un grupo exiguo. Se reunían los sábados en algún lugar de Alemania. Iban por el aire con las hembras a la grupa. El llevaba a Metchilde. Nostradamus y Rufino Periclausus nunca faltaban a la cita. El obispo de Villasanta se encaprichó de ella y tuvo que cedérsela. Cuando estaban en la cama, la convertía en sierpe o perra para mosqueo del obispo que se subía por las paredes. Lo peor fue cuando le sale un bulto en el estómago y le diagnostican embarazo por un homúnculo, ahí empiezan sus desventuras porque le mandan prender. 

Un vientecillo suave aclara la niebla y un gallardo rayo de luna ilumina la alfombra de la biblioteca. Hablan sin verse porque están a oscuras, Bastida es Paco de la Mirandolina, parto bien aprovechado, hermoso mancebo que asombra por su sabiduría;  junto a sus colegas encabeza una clase nueva de hombres decididos a cambiar el mundo del futuro a través de la acción. Otros se buscan un perro como interlocutor del monólogo, como Augusto Pérez encuentra a Orfeo o Clint Eastwood justiciero a Daisy en Gran Torino. Mientras tanto, Barallobre no hará nada, esperará el futuro echado la siesta. 

Le propone un viaje a Roma a ser testigo del saqueo o de la batalla de Waterloo, pero a Balseyro la única batalla que le atrae es la de Brunete. Mirandolina acepta la propuesta de un viaje a Ítaca en alfombra voladora, aunque sea más lenta que el avión es más cómoda porque vuela por las líneas del aire y oscila sin sacudidas y sin peligro de accidentes. Desde lo alto contemplan el atrio iluminado de la iglesia y la curva del Mendo. Observan parejas de murciélagos gigantes, semejantes a las personas de Dante que vuelan desnudas. Atisban los secretos de alcoba de los matrimonios. El procurador y la querida, Paca, como la pareja de Rubén Darío. El comerciante liado con su hija, el incesto es el único pecado que no se perdona. El tajo del Baralla, con esa rigurosa oscuridad que le acompaña al fondo, es impresionante a vista de alfombra voladora. 




"El tapiz, al llegar a una intersección de planos, eligió el que le ofrecía menos resistencia, el inclinado."

El tiempo varía desde las alturas del tapiz volador. Por eso pueden presenciar a la vez la entrada del Redoutable en Castroforte, mandado por el almirante Ballantyne, y la batalla de Brunete. En ésta palmó la mitad del regimiento que se había encomendado a la estampa de santa Lilaila un día que una ensalada de tiros los pilló durmiendo. Un soldado con pies planos no puede correr deprisa y lo cogen prisionero. Su bisabuelo bien puede ser uno de los que recibió con vítores al almirante Ballantyne en Castroforte el día que su barco se libró de la quema llegando a la desembocadura del Baralla gracias a su menor calado. Un sargento de Sarria que anda a eso del taxi en Madrid le facilita la fuga en mitad de la refriega. Siempre la suerte y la muerte. Barallobre le ruega a Bastida que se fije en la nariz de Ballantyne, porque igual que los paleontólogos reconstruyen un dinosaurio a partir de un hueso, él puede reconstruir la biografía del almirante a partir de la nariz. Examinarla de cerca camino del amor y la muerte en la Casa del Barco, mutado en la sierpe del mar, tan grande de cabeza que apenas pasa por el arco de la Puerta del Mar, para después zamparse al Almirante y al teniente Rochefoucauld con su lengua roja y áspera como un pedregal, dejándonos sin héroe. Pero no hay por qué preocuparse, las sierpes acostumbran a vomitar sus presas dos horas más tarde. 

Interesa seguirle la pista al recluta Bastida, ahora con los rojos. Desde las alturas observan cómo se arrastra detrás de una pared después de tirarle al enemigo unas granadas de mano. Se le interpone don Benito Valenzuela, godo activo y singular, que sigue con su música: dándole vueltas a su bola enorme como un escarabajo pelotero, sólo que él empesga soldados muertos, fusiles, latas de comida vacías y heridos que gritan. De nuevo detienen a Bastida los del ejército contrario porque no puede escapar deprisa debido a los pies planos. De nuevo a la espera del pelotón de fusilamiento y de nuevo es un alférez de complemento, licenciado en filosofía y letras y al que había ayudado en un examen de latín antes de la guerra, el que habla con el coronel y lo mandan a la retaguardia de maestro que buena falta hace para desasnar gente.

My baby don't care for shows 
My baby don't care for clothes 
My baby just cares for me 
My baby don't care for cars and races 
My baby don't care for high-tone places 

Liz Taylor is not his style 
And even Lana Turner's smile 
Is somethin' he can't see 
My baby don't care who knows 
My baby just cares for me
Nina Simone


Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

1 comentario:

Abejita de la Vega dijo...

Que Santa Lilaila lo salve.
Musica de Bethoven por Amor de Dios.
Felicidades y besos