miércoles, 26 de febrero de 2014

Eso era amor. Dejar las cosas en sus días (5) Laura Castañón





"Quería estar en ella, que no tuviera más remedio que pensar en él"

Dejar las cosas en sus días (5) 
Laura Castañón 

La creación de momentos de tensión narrativa es una obligación de cualquier autor que le interese mantener el ritmo de su relato, el atractivo para el lector. La autora despliega muchos de esos momentos a lo largo de su novela, a medida que va introduciendo nuevos personajes cuyas vidas se entrelazan, los adorna con el ir y venir del tiempo para no permitirte acomodar en una sola historia sino que te obliga a mantenerte pendiente de  un ramillete de ellas. Al fondo siempre fluye el juego fatal de la lucha por el poder: los desamparados que se unen para defenderse de la arbitrariedad de los poderosos o las pasiones que los atenazan, las desdichas, los anhelos, el miedo o la violencia que acompañan a los personajes en una sociedad cerrada. 

Nadie sospechaba que Efrén había rechazado hacer uso del reclinatorio forrado de terciopelo en la delantera de la iglesia a cambio de un asiento en los bancos desde el que observar a Camino con discreción. “Se pasaba la misa entera aguardando el momento en que Camino se acercara a recibir la comunión. […] El modo en que abría ligeramente la boca para que don Macrino depositara la comunión en su lengua.” Observador irreverente con las prácticas religiosas como Valle Inclán en las Sonatas. 




"Vegetación de ribera en el valle, un poco más arriba los castaños, los robles y los abedules, y ascendiendo el roble albar"

La joven viuda del valle es también el objeto de deseo de Gustavo, ingeniero que había llevado mala vida en Barcelona. Acabó la carrera a trancas y barrancas entre Madrid y la Ciudad Condal,  de donde huyó para esconderse de unos amores oscuros y conflictos de honor y faldas. Le gustaban las mujeres muy jóvenes. La rivalidad en el valle está servida. 

 La autora recurre a la música para marcar los momentos de transición o paradas narrativas, se olvida de las descripciones del paisaje o de la presencia abrumadora de la naturaleza asturiana, de los claros amaneceres o puestas de sol encendidas. Muy a tono con la novela negra, recordamos aquí al agente Bevilacqua y su selección musical. De hecho la protagonista confiesa que siempre ha sentido la necesidad de distinguir unos árboles de otros para rendir el merecido homenaje a la variedad vegetal asturiana. Van Morrison suena por la autovía camino de Madrid los ratos que su madre deja de hablar. Las dos se dirigen al Congreso porque se aprueba la ley de la Memoria Histórica y quieren estar lo más cerca posible del lugar. 



"La mirada de Efrén aquella tarde de junio en que se detuvieron los planetas perfectamente alineados en la antojana de su casa"

Siempre atenta a dotar a la narración de equilibrio entre lo importante y lo liviano, que no quiere decir insustancial, sino necesario para aligerar la gravedad de la trama, Camino siente las miradas de pasión de Efrén. Desde la muerte de Xelu tiene el don de descifrar los misterios que anidan en el fondo de una mirada. Le pusieron el nombre de Camino, nombre raro para Asturias, no para la lindera León donde son legión. Ella lo defiende, al menos no le pusieron Celestina o Conchita, hoy sería Vanesa, Jésica o Jennifer. 

 Lo más parecido a la felicidad que Bruno concebía era “el segundo anterior al beso”, fugaz como las estrellas de Bagdad. Solo lo había sentido con Margarita en el parque, vestido con pantalones cortos y rodillas al aire con ronchones. En muchas perchas había colgado su sombrero, muchas otras habían pasado por su cama, sin hacer parada en su corazón. Si antes no le había importado  la mirada de la gente, menos iba a reparar ahora en los ojos que nos miran. Pasados los cincuenta y cinco, pocas cosas le importaban,  había comenzado la cuenta atrás. 

Sidra admiraba a Francisca, hija de don Gustavo, porque era muy fina de modales, alta, guapa, boba y hablaba en francés fluido. A pesar de que la hiciese sentir el  patito feo en el país de los cisnes cuando fueron a San Sebastián de vacaciones a la edad de trece años. 



"La retahíla de mujeres que constituía su biografía amorosa había ido dejando un sedimento de amargura"

La rareza que Manuel y Germán Espino representa en el valle les hace congeniar cuando coinciden en la Escuela de Capataces de Mieres. Ambos hablan francés y Manuel lee a Verlaine en su idioma original. Germán se había criado en Berlín, Roma y París, por lo tanto habla los tres idiomas. Sobrino del máximo dirigente del Sindicato Católico, era el representante y supervisor de la doctrina del Marqués y de  sus intereses europeos. Sidra está encantada de esta relación de amistad entre su hermano y Germán porque así se lo imagina más cercano. 

Los lectores nos enteramos de que Aida y Bruno pasan cuatro días juntos en Madrid cuando ya han pasado y de ellos no queda más que la sucesión de instantes enumerados de uno en uno en un mail para corazones románticos: El sol amarillo, tu sonrisa, la luz colándose por las persianas, los celos retroactivos, la marca que os dejasteis en el cuello como dos adolescentes en celo, el pañuelo que me puse, tu forma de abrazarme. La ternura cuando hablas de tus hijos aunque creas que no se te nota, el lunar de tu rodilla, las fotos de tu cartera, tus secretos, los míos. Tu forma de mirar el cielo, tu don maravilloso, tu pasión. Tu forma de susurrar debajo de las sábanas como dos que se cuentan un secreto. La pereza que nos dejó sin salir de la cama en todo el sábado, tus invenciones, mis silencios. El modo en que enredabas tus dedos en mis rizos, esto que aún sigue en mí y que no sé qué es, pero que se parece tanto al amor… comenté: 
—Me entusiasman tus ojos. 
Y eEso era amor
Le comenté:
-Me entusiasman tus ojos. 
Y ella dijo: 
               -¿Te gustan solos o con rimel? 
-Grandes,  
                    respondí sin dudar. 
Y también sin dudar 
                               me los dejó en un plato y se fue a tientas. dijo:
Ángel González. Jesús Márquez





 Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero  


sábado, 22 de febrero de 2014

Hierve como el ruedo en tarde de toros. Dejar las cosas en sus días (4), Laura Castañón





"No podía pretender construir textos con frases definitivas cuando ni siquiera tenía material para ello más allá de la propia memoria"

Dejar las cosas en sus días (4) 
Laura Castañón 

Ahora que el olvido le ha cubierto con su sombra y el lado oscuro de la memoria le ha hundido en su seno, Bruno quiere escribir la vida de su padre, pero su padre no colabora, se resiste a “despertar la bestia. Esa especie de cruzada, tan insensata como cualquier otra, por sacar del olvido lo que costó tanto tiempo enterrar no podía traer más que amargura.” Aida sería ideal para hurgar en su memoria extraviada, en la lóbrega oscuridad poblada de ladridos y de olvido. 

Es domingo por la tarde, Aida escribe un mail como si fuera un diario. La escritura le sale a borbotones. Quiere contarle a Bruno sus orígenes, inventariar sus progenitores, poner orden en su pasado. 

La autora se nos revela una experta en llevar las situaciones al extremo y cómo salir de ellas con humor: “Gritaba porque le dolía; porque odiaba estar así por culpa de aquel imbécil con bigote y sus expansiones maritales.” La frialdad de Sidra había nacido de los dolores de su madre primeriza. Don Benito le confiesa a Don Macrino que quiere hacerse cura, lo que antes ya le había revelado a Ángeles y que la hizo subirse por las paredes. 


"Cuando su mirada se cruzó con la de Germán, una revolución de primavera enloquecida se había instalado en alguna parte de sí."

Aida es ascendida a directora del periódico. Paloma cae enferma y teme por ella, tiene prisa de que le cuente los recuerdos, por eso se lleva el portátil a la residencia, “vive una especie de esquizofrenia a tres bandas en la que se mezclaban los jarabes y los termómetros, las historias antiguas y las informaciones más recientes de la ciudad.” Le cuenta que Begoña desaparece para siempre de Pomar cuando recibe un rechazo de Benito al pretender ocupar el puesto de su difunta prima Ángeles. Antes de que Aida se vaya, le pide que haga gestiones para cambiarse a una residencia desde la que se pueda ver el tren aunque no sea nada más que durante los días escasos que le queden por vivir. 

"Los más enterados [...] empezaron a decir que se parecía a la basílica de Covadonga."

Bruno fue pareja de Macarena. Se había juntado con ella por su facilidad de abrazar todas las causas justas del planeta, desde la lucha contra la matanza de focas en Canadá al apoyo a los saharauis desplazados a los campos de refugiados de Tinduf. Para que deje de llorar, accede a adoptar una niña china. Desaparece pronto, llevándose consigo a la niña también. Bruno aprovecha el insomnio para desnudar su vida en un mail largo dirigido a Aida dormida. Escribe entre nórdicos y norteñas que se imagina rendidas. Ha llevado una vida canalla a contrapelo de lo que un padre quiere para sus hijos. Para que ella no pueda llamarse a engaño, la madrugada le encuentra volcado sobre el portátil describiendo un desayuno de niebla destemplada. 


No eran muy amigos de los bares estos teóricos

En un paisaje desolado de hambrunas, caciquismo y diferencias sociales, la iglesia se organiza para hacer frente a las corrientes sociales de finales del XIX lideradas por los escritos y enseñanzas de Marx, Engels o Bakunin que amenazan con dejarles sin clientela. El Marqués es seguidor a ciegas de León XIII cuya encíclica Rerum Novarum es su evangelio y punto. Se la sabe de memoria e intenta ponerla en práctica en Bustiello. Dispone que en lo alto se construya la iglesia, semejante al santuario de Covadonga que es lo más alejado que muchos afortunados habitantes del valle hayan ido nunca; en un plano intermedio, los caserones de los ingenieros y médico; en el nivel inferior, decentes casitas encaladas con huerta y jardín. Las escuelas regidas por los Hermanos de la Salle que ponen disciplina en las aulas y obligatoriedad a la asistencia. Luchan contra el absentismo durante las campañas agrícolas de siembra y recolección.



"Andres Braña cerraba los ojos para intentar atrapar aquella imagen inédita en su memoria."

Siete amigas se reúnen los terceros jueves de cada mes para cenar y hablar al ritmo creciente de las botellas de vino que se vacían. Aida no les cuenta lo suyo con Bruno a través del teléfono e internet

Andrés Braña tiene noventa y cuatro años,  pero en su carné rezan cuatro menos. Le han diagnosticado la enfermedad de los recuerdos perdidos, pero no se resigna. Está dispuesto a plantear batalla, a luchar por seguir recordando, aunque sepa a ciencia cierta que “si aquel edificio que era lo que resumía toda su existencia se iba desmontando, tal vez la memoria bromeara de ese modo y antes de arrojar al olvido definitivamente los fragmentos de su historia le permitiera asomarse a ellos en una suerte de recuperación fugaz previa a la niebla definitiva.” Se pregunta si no debería escribir los recuerdos que aún le asaltan mientras sea capaz de interpretarlos, antes de que se conviertan en garabatos incomprensibles.

Esta es la canción de las noches perdidas
si quieres te la cambio por un rato en tu cama,
hierve como el ruedo en tardes de corrida,
va como los besos en los telegramas.
Y tiene nombre de mujer
como la libertad, como la nieve,
los fujitivos del deber
cogen su maldición y se la beben
Joaquín Sabina. Pastora Vega




 Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero  


miércoles, 19 de febrero de 2014

La cajita de cenizas. Dejar las cosas en sus días (3). Laura Castañón,






Aida siempre tenía la esperanza de que hubiera historias secretas, tan literarias, con las que convertir un relato familiar en una novela apasionante"

Dejar las cosas en sus días (3)
Laura Castañón

El médico, Efrén Rubiera, es buena gente. Visita a los enfermos crónicos de mina aunque no se lo pidan. Hace todo lo que puede por aliviar el dolor de los que sabe que pasan los días “sentados en la antojana abriendo la boca como si quisieran masticar el aire que le faltaba y las noches sentados en la cama para poder respirar.” 

Don Benito Montañés se muestra receptivo a su proposición de formar una rondalla en el valle, el mismo sería el profesor. Su idea es ofrecer alternativa a las horas de ocio, apartar a los mineros de la taberna después de la jornada laboral. Disfruta al contemplar al soslayo la ternura con la que Camino cuida a los dos niños y les da de mamar. La siente cantar por dentro. “Imagen que recorrería sus noches, que aliviaría sus miedos, que consolaría sus desdichas.” Don Castañón tiene un come come por dentro que le corroe, siente remordimientos de un olvido; un mes antes del mortal suceso en la mina, Xelu, el marido de Camino, le había rogado que lo sacara del puesto peligroso que ocupaba en el tajo. A cambio le había pedido traicionar a los suyos, dar los nombres de tres compañeros que pensaban sindicarse para defender sus intereses y sus vidas. 




"Todos eran conscientes de que ya llevaba años de regalo encima, que la muerte estaba siendo especialmente benévola con él"
Poco a poco, a medida que la novela avanza, nos vamos enterando de la biografía de don Efrén. Nacido en el seno de una familia de pescadores humildes, la suerte se alía con ellos para tener el privilegio de los ricos: estudiar los últimos años del siglo XIX, primero en Oviedo y luego Medicina en Valladolid. A primeros del mil novecientos, recién casado con Benilde, llega como nuevo médico a Bustiello. El dinero para pagar sus estudios llegaba de Cuba, mandado por alguien como agradecimiento a sus padres que le atendieron y curaron de un balazo en un momento apurado. Efrén conocía de primera mano la forma de matar del mar y la tierra. El tributo que la naturaleza exige al hombre por quitar el hambre a los que extraen el sustento del agua salada y de sus entrañas el negro y traicionero carbón. 

La autora recurre al género epistolar, a la carta que diariamente escribe Benito Montañés al Señor Marqués de Comillas para narrar los sucesos luctuosos ocurridos en la cuenca minera con el resultado de once muertos y numerosos heridos en los enfrentamientos entre los mineros y la Guardia Civil. Un paseo a un pueblo cercano de toda la familia Castañón es la excusa para una lección de expresiones populares del habla asturiana y su extensión y correspondencia con el correcto castellano. Coger en cuello, regodones y podinga es el pretexto. Las tres trillizas se emplazan como defensoras del habla popular contra Sidra que parece el DRAE y está a favor del habla de Madrid. Sidra tiene dieciocho años y se enamora de una mirada que le lanza Germán. 



"La adusta Sidra Montañés, sin que nadie pudiera hacer nada por remediarlo, acababa de enamorarse"

Aida vive sola en un apartamento en Gijón desde el que se ve un trozo de mar. No le gusta nada la becaria de la minifalda azul, hija de un consejero del periódico. Su ignorancia la hace ser insolente y descarada. Está lista para tomar la alternativa, recibir los trastos de matar de su padrino Fermín Centeno que deja el periódico. Visita a su tía abuela, Paloma, dos veces por semana en una residencia después de un ictus que la dejó imposibilitada. Ahora que se ha muerto,  intenta recordar todas las cosas que le ha contado de la Casa de Pomar. Ahora que ya no está, lamenta no haber preguntado más cuando estaba viva. Solo quedaba de ella una cajita con alguna foto y poco más. 



"Para haber conseguido la licenciatura en Historia, no se podía decir que fuera muy metódica, y la Molesquine tenía más de bosque que de fichero".

Bruno tiene cincuenta y ocho años y vive solo con su padre nonagenario que dedica su tiempo a navegar por internet mientras se lo permita la sombra del olvido alojada en su cerebro dañado. Sus numerosas aventuras amorosas han dejado el rastro de tres hijos de treinta, veintiocho y una niña adoptada. Los hijos son cómicos, se dedican también al mundo de la farándula. Con su hija, Lisístrata,  se ve poco. Es actriz de escaso talento y se dedica a la caza nocturna de alguna cara famosa que engorde su CV. Oscar compone canciones sin éxito. En un mail se confiesa con Aida, se acusa de ser insoportable y de tener un lado oscuro. Se pregunta cuánto tiempo le soportará antes de salir corriendo. 

 Hace demasiados meses
que mis payasadas no provocan tus
ganas de reir.
no es que ya no me intereses
pero el tiempo de los besos y el sudor
es la hora de dormir.
duele verte removiendo
la cajita de cenizas que el placer
tras de si dejo.
mal y tarde estoy cumpliendo
la palabra que te di cuando jure
escribirte una cancion.
Joaquín Sabina



Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero 

sábado, 15 de febrero de 2014

Raíces y cimientos. Todo lo que era sólido (y 17) Antonio Muñoz Molina





"Las bicicletas tienen un ruido de trastos sobre el adoquinado de la plaza"


Todo lo que era sólido (y 17) 
Antonio Muñoz Molina 

Como todos los años, Muñoz Molina regresa de EEUU a comienzos de verano. Esta vez regresa desconfiado. Ha visto en los periódicos ciudades mortecinas, osamentas de edificios, esqueletos de bloques de pisos abandonados, gente encerrada en sus casas por miedo a los merodeadores, ladrones que roban el cobre de las instalaciones eléctricas. Las calles son una trampa con hoyos profundos porque se han llevado las tapas de hierro de las alcantarillas y registros de los distintos servicios. Siente alivio al comprobar que la gente de su barrio sigue abarrotando las terrazas. Algunos negocios de inmobiliarias han cerrado, pero son sustituidos por fruterías y tiendas de chinos. Proliferan las tiendas de compra de oro. 


"Como las ventanas de Amsterdam son grandes y no tienen cortinas puedo ver mientras escribo fragmentos de vida en las casas de enfrente"

“Estar siempre yendo y viniendo refuerza el hábito de las comparaciones.” En septiembre pasa mes y medio en Ámsterdam. Agradeció el alivio del clima tras los calores sofocantes del agosto en llamas madrileño. Holanda es un país agradable, no se ven plásticos en las cunetas de las carreteras y las casas tienen jardines arreglados en la delantera, cada cual más atractivo a los sentidos como si participaran en una competición. En la ciudad no se ven los extremos de pobreza de Nueva York. Las bicicletas son el mejor medio de transporte. Ahora le ponen candado, pero antes no. La gente no usa el coche por el precio prohibitivo de los aparcamientos en el centro de la ciudad. Sorprende que los camareros te atiendan en un inglés excelente. El centro de la ciudad está vivo, lleno de tiendas pequeñas donde la gente compra. No se ven los centros comerciales ni las rotondas que pueblan las afueras de las ciudades españolas. “Las casas hechas para durar han mejorado con el tiempo.” La restauración de edificios es la norma, respetando siempre el toque personal, la tipografía tradicional adaptada a los canales que surcan las calles;  construcciones parecidas, pero distintas. Ejemplo de concordia civil: “nada es monótono, nada chirría. Lo familiar y lo sorprendente se refuerzan entre sí.” 



"Las bicicletas son un transporte eficiente y racional y un ejercicio saludable"

Los holandeses son expertos conductores de bicis, el extranjero se siente un patoso ante tanta maestría. Educados, alejados de la grosería de los conductores españoles que se transforman a bordo de un vehículo y de las actuaciones de segmentos de la sociedad que se repiten: montañas de basuras generadas por cualquier evento, linchamiento de cualquiera que critique algo, médicos agredidos por usuarios de la Seguridad Social, profesores de la Enseñanza Pública insultados por los padres, a veces tiroteados por alumnos. Bebedores en las calles, pistoleros encarcelados que celebran con champán los asesinatos. 



"Arquitecturas de cuatro o cinco siglos se suceden y alternan a la orilla de un canal"

Se han malgastado muchas energías en sembrar la discordia, en hacer la vida más difícil al adversario. Equipos completos de asesores dedicados a elegir las palabras más hirientes para hacer el acuerdo imposible. Lo peor de todo es que parece que no hemos aprendido nada, volvemos a basar la recuperación en los mismos errores de “especulación y desarrollo destructivo a corto plazo”, en demoler lo antiguo -por ceguera o rapiña- por considerarlo feo y obsoleto y que hoy lamentamos porque habría sido fuente de riqueza. Los separatas sembrando “discordias que nos perjudicarán a todos, también a ellos, al rebajar más aún el crédito internacional de nuestro país.” Seguimos gobernados por los mismos “toscos segundones que no sirven más que para la menuda intriga partidista gracias a la cual ascendieron.” 

A continuación enuncia una sucesión de propuestas para salir de la mediocridad: limitación de mandato de los políticos, listas electorales abiertas, profesionalidad e independencia de la Administración, revisión de la maraña de empresas públicas, leyes a eliminar para no interferir en la iniciativa privada, atraer el talento en lugar de ahuyentarlo, defender el valor de lo público en contra de los interesados en utilizar los contratos amañados para enriquecerse. 


"Más de sesenta mil descendientes de los judios españoles y portugueses que habían encontrado en ella refugio contra nuestra intolerancia fueron deportados durante la ocupación alemana y murieron en los campos de exterminio"


“El porvenir inmediato es un espacio en blanco.” En Holanda un candidato proclama el cierre de fronteras y la salida del Euro. Los islamistas radicales predican la Guerra Santa en las mismas calles en las que el autor se pasea en bicicleta. Sesenta mil descendientes de los judíos que huyeron de la intolerancia española del S. XVI mueren en los campos de exterminio nazis. Theo Van Gogh es asesinado en 2004 por un islamista radical. En España los bancos siguen engullendo millones de Euros con la excusa de que la bancarrota del chiringuito bancario sería la quiebra de todo el sistema. Hay voces que anuncian que resurgirán los ecos populistas de corte xenófobo, similares a los surgidos en los años treinta. Si sucedió entonces, puede volver a suceder. 

En un ventanal sin cortinas de una casa de Ámsterdam, iluminada solo por una luz tenue, se ve a alguien escribir en un portátil. Los últimos tranvías iluminados, ya vacíos de gente, cruzan la plaza de adoquines. Unos ciclistas expertos, volcados en los manillares, pedalean con lenta regularidad. Se oye el fragor de los guardabarros agitados por las vibraciones de las calles adoquinadas. 

Se acaba el día y también el ensayo, el futuro no depende de nosotros porque hay corrientes que te arrastran aunque no quieras. Como afirma Machado: Qué difícil es/cuando todo baja/no bajar también. Pero también lo contrario es cierto, se puede imitar la excelencia en vez de seguir la corriente que te hace caer en la fosa séptica de la grosería y la palabrería. España necesita soñar, sacudirse el sufrimiento de las pedradas de la gente tosca. 


 "Una mujer atractiva va en bicicleta con los labios pintados y con tacones y un cigarrillo en la mano que no sujeta el manillar"

Que cada uno haga su trabajo lo mejor que pueda y sepa, que cumpla con su deber. Los padres que enseñemos a los hijos que el mundo no es una guardería, que su vida será más difícil que la nuestra y que necesitarán saber más que nosotros para salir adelante. 

Respetar a las personas que hacen cosas valiosas para hacer la vida más agradable y denunciar a los farsantes de la moda. Los historiadores que se dediquen a "desbaratar los embustes y las leyendas que nunca dejan de difundir los intoxicados por las ideologías.” Dejar de echar la culpa al enemigo exterior y apelar a la responsabilidad personal. Que no dé lo mismo hacer las cosas bien que mal. Aprender a valorar la verdad y que la mentira nunca encuentre acomodo. El simulacro ha terminado. Hay que fijarse en lo que ha salido bien en otros lados para adaptarlo como un modelo “ y no nos queda más remedio que empeñarnos en ver las cosas tal como son, a la sobria luz de lo real.” 

 Huérfana España
raíces y cimientos,
epidemias, cicatrices,
blasfemias y sacramentos,
¿por quién doblan las campanas?
San Fermín en vena,
la de Triana
contra la Macarena.
Sabina y Francesco de Gregori




Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero


miércoles, 12 de febrero de 2014

Dieciséis años tenía. Dejar las cosas en sus días (2) Laura Castañón






"Habdía que sed más digudoso a la hoda de aplicad la nodmativa en lo que a la blasfemia se defiede, que es una vedgüenza"
 
Dejar las cosas en sus días (2) 
Laura Castañón 

Aida ha entrevistado a Bruno y le manda por mail un adjunto con la entrevista escaneada de la edición de papel. El e-mail merece análisis. Llama la atención por la longitud y la gran cantidad de datos que contiene porque invita a los lectores a investigar por qué en él se habla del origen de Aida y un enlace de Nuberu de youtube. Ejemplo de la asociación de la novela clásica publicada en papel y el mundo virtual de internet, teatro y periodismo donde “la palabra es oficio y es vicio.” La despedida: “ya sabes dónde estoy” es de Calle Melancolía. 

De ceremonia en ceremonia, de la tristeza del enterramiento de la madre a la alegría del bautismo de la hija a la semana siguiente del nacimiento y así pasa la vida. La presencia del Marqués acarrea ajetreo en la casa. Los invitados al banquete son las fuerzas vivas del valle. Comen, beben –algunos más de la cuenta- se desatan las lenguas y hablan de la situación social. La minería se une y crea conflictos defendiendo sus derechos. La Iglesia tratando de influir. El Marqués promete mejoras sociales, escuela para las niñas, sanatorio, farmacia y casas baratas para los mineros. Cada uno vela por sus intereses. Los de la vista baja y cáscara amarga de Galdós piden aumento de salario y participación en los beneficios. 


 "Pronto se abrió paso una ternura inexplicable cuando los veía a los dos compartiendo el serón de la cocina"

Aida cuenta para el consejo de dirección como candidata adecuada a directora del periódico para el que trabaja. Tiene quince años de antigüedad en la empresa y está reconocida como una periodista de raza y gran versatilidad. Lo mismo hace una crónica de un partido de rugby que un pleno del Ayuntamiento o un especial publicitario. Conoce la ciudad y controla el movimiento de las asociaciones que articulan la actividad cultural. Además se lleva bien con todos los redactores del medio. A mayores,  su vida parece estabilizada después de que la relación que comienza por mail termine con sus huesos en una ONG con campo de actuación en Nicaragua. Solo tiene un defecto, tira a rojelia. 

La edad de Camino no llega a la veintena y ya está cansada del corrosivo e injusto fluir de los días. En un breve espacio de tiempo ha atravesado todos los estados civiles. Ha pasado de soltera a viuda pobre con hijo a las espaldas, nodriza de la niña Claudia y futuro más negro que el carbón que mató a su marido minero. 

La costumbre de las actividades repetidas trae la tranquilidad a la casa. Sidra da un paso al frente, toma el timón porque el padre sale temprano y no vuelve hasta tarde. Los informes que Benito Montañés manda a diario al Marqués parecen partes de guerra últimamente. El padre es como una sombra a cuyo cobijo Sidra crece con “sus ojos grises, como invernales lagos helados” y ejerce de sargenta inquisidora con las hermanas menores.

Bruno había decidido dedicarse a escribir justo cuando descubrió que “su padre empezó a hundirse en las aguas de la incoherencia.” 




 "Hasta le dolía la posibilidad de que su propio bebé viera menoscabada la cantidad de leche para compartirla"

 La visión de los dos niños mamones que le sacan las entretelas le dan fuerzas a Camino para sobreponerse a “aquel mundo de silencioso luto." Con la primavera crece la sombra del fresno y de la higuera hasta el sufrimiento y siente que entre la pareja de mamones se establece una extraña complicidad al compartir la leche, los cinco lobitos y el aserrín aserrán. 

La bandeja de entrada del correo de Aida está que arde, abre un nuevo correo de Bruno, el cuarto en una semana. Le brinca el corazón. Otro mensaje de Pablo Lucas le da cuenta de que han encontrado una fosa común con los restos de nueve fusilados de la Guerra Civil, le indica que quizás entre ellos estén los restos de su abuelo. La jueza es un problema, pone dificultades a la investigación. 


 "Cocodrilos, sobre todo cocodrilos, que esos sí que eran lagartijas gordas y no las que había en el muro del sanatorio y en el de la huerta de atrás."

Paloma era la mejor cazadora de lagartijas del contorno cuando aún las había en todos los muros que miraban al sol. Quería aprender las canciones en la fala asturiana que el Chano, su hermano de leche, le enseñaba a cambio de unas embuelzas de cerezas de su árbol particular, hasta llenarse los bolsillos. Por primavera se encaramaba a su cerezo cuajado de flores blancas como la nieve. En lo alto se sentía a salvo de todos los miedos, de Sidra y de la masa oscura de mineros que avanzaban en procesión ocupando todo el ancho de la carretera. 

Bruno y Aida se intercambian correos y proponen abrir un Messenger. Parece prehistoria digital. Ella quiere encontrar los restos de su abuelo para enterrarlo junto a su abuela, Paloma. Se estrecha el cerco entre los dos, se tienden pasadizos entre ambas fortalezas. 

 Deciséis años tinía
guapos años gayasperos
que xueguen y salten
semeyando xilgueros ...
Yeres una neña Aida
que na rexón asturiana
xugabes dando a la comba
ú tos amigues saltaben ...
 

Nuberu





 Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero



domingo, 9 de febrero de 2014

Desfiladeros de águilas. Todo lo que era sólido (16) Antonio Muñoz Molina





"Una rebaja general y limitada de las identidades, un tránsito de las firmezas rocosas a la ductilidad de los fluidos"

Todo lo que era sólido (16) 
Antonio Muñoz Molina 

El debate sin miedo y sin mirar de reojo para comprobar que lo que dices cae bien entre los tuyos se hace más necesario que nunca. Poner sobre la mesa los hechos claros y diáfanos para sostener argumentos sobre qué corregir y qué apoyar. Nunca olvidar que la unión hace la fuerza, de este lío salimos juntos o nos hundimos por separado. Ejemplos que lo corroboran hay de sobra a lo largo de la historia. Cuando hay desunión todos pierden. Como en la Guerra Civil que la República perdió con prácticamente todos los recursos de la nación a su disposición, por hacer la guerra cada uno por su cuenta. No conviene olvidar que el golpe de los militares fue un fracaso, que solo triunfó en las zonas más pobres, despobladas y atrasadas. 

Nada más acabar la II Guerra Mundial, los franceses y los alemanes que habían tratado de aniquilarse mutuamente en dos terribles guerras mundiales consecutivas, fueron capaces de plantear juntos el germen de la Unión Europea. No debería ser difícil que los políticos y los ciudadanos españoles más politizados pudieran alcanzar compromisos en un nuevo proyecto común después de treinta y cinco años de desacuerdos. Quizás solo sea necesario rebajar un poco la dureza de pedernal de las creencias, nadie pide hacer apostasía de ellas. Tampoco estaría mal que los geniales artistas y literatos que inflaman el corazón de las gentes ingenuas con sus genialidades manoseando las palabras sagradas de patria, tierra y libertad, bajaran del altillo de vanidad y se contaminaran de realidad. 


"Dejarse influir y dejarse fluir uno mismo, no enquistarse en el caparazón de lo inamovible"

Comenzar la pedagogía democrática de aprender a aceptar al que piensa diferente. Los monárquicos aprender a convivir con los republicanos, (como los defensores del toro bravo llevan conviviendo con los antitaurinos desde hace mil años), los separatistas que empiecen a aceptar que hay gente que no se quiere separar. Es preferible no unirse a proyectos que pretenden restar, no sumar. Si a pesar de todo,  algún día juntan amplias mayorías; abrirles la puerta para marchar, siempre como una excepción porque una amputación siempre es una anomalía, algo muy serio que no se puede hacer a la ligera ya que afecta a toda la comunidad de ambos lados de la nueva frontera. Y con el compromiso serio de aceptación y respeto a los que no quieran separarse por no perder lazos afectivos más viejos que la tos. 

En la Guerra Civil los dirigentes de cada bando la única finalidad que tenían en su cabeza era aniquilar a los del otro bando, no concederles ni un amago de legitimidad. Escarmiento y borrarlos del mapa era la consigna. Esta es la primera lección que debemos aprender si pretendemos entendimiento. Reconocer al contrario y tratar de encontrar puntos comunes que apuntalen la convivencia. También aceptar que todos somos cambiantes, no enrocarse en un dogma. Consentir que el cambio de opinión sobre cualquier aspecto no es ni traición ni deslealtad ninguna. Admitir que la limpieza de sangre es impracticable, llevamos muchos siglos enredados y contaminados. Los españolistas, tolerar que haya compatriotas que hablan otros idiomas y tienen rasgos culturales distintos, también estos que el castellano no es una lengua enemiga sino una riqueza y que dominar las dos lenguas oficiales de una comunidad da más que quita. “Se puede ser algo y algo más también. Se puede ser dos o tres cosas al mismo tiempo.” 

"Europa es una isla de bienes públicos, libertades individuales y protección social"

En caso de los inamovibles integristas de ambos bandos, espíritus puros de la perfección identitaria, al menos llegar a acuerdos sobre cuestiones prácticas porque los actos hablan más que las palabras. Las palabras son gratis, al pronunciarlas la verdad suena igual que la mentira: “Las palabras le permiten a uno ser heroico sin correr ningún peligro, radical sin privarse de todas las comodidades de la influencia y el dinero, patriota sin haber hecho nada en beneficio de la comunidad, generoso y al mismo tiempo ladrón”. 

Ciegamente dedicados a la palabrería, hemos descuidado los actos: el robo, la extorsión, el chantaje, el ensanchamiento de la grieta entre ricos y pobres, condenados a la ignorancia y al atraso al ponerle precio alto a la educación de calidad. 

Tasar nuestras propias palabras para que no añadan más discordia y medir las de los demás para comprobar si se corresponden con los actos. Necesitamos claridad y limpieza, llamar a las cosas por su nombre, “comprobar los hechos. Examinar los actos. ” “Prestar más atención a las personas que actúan que a las que hablan”, pues “no hay trabajo real que visto de cerca no sea admirable.” 


"Ni que vivir angustiados por el miedo a una enfermedad de la que no puedan curarse ni a tratamientos médicos que no puedan pagar"

Necesitamos control de la actividad política. La austeridad y la transparencia son tan necesarias como una prensa libre, rigurosa y objetiva en la información. En medio de un mundo tan hostil al estado de bienestar europeo,  se necesita vigilancia, activismo y conciencia de que para salvar lo esencial; es decir, la sanidad, la educación y las pensiones públicas hay que renunciar a algo más que a lo superfluo. El autor lo asegura porque observa la realidad americana con un Partido Republicano cada vez más volcado en el integrismo religioso y en el desmantelamiento de cualquier control público contra el pillaje privado. Ya no hay sitio para el halago ni la conformidad. 

MM escribe este ramillete de notas sobre el futuro carente de certezas en Amsterdam el domingo dos de septiembre, víspera del fin de la tregua del mes de agosto para que quede constancia de que escribe sobre el presente más rabioso, no como una proyección del pasado conocido escrito en el futuro. Señala que este ensayo surge como consecuencia del 15M de 2011. Mientras los periódicos extranjeros hablan del desmoronamiento de la economía, grupos de jóvenes se manifiestan en todas las capitales españolas y en lugar de irse a casa después, se quedan a vivir en las plazas. Confiesa que también responde a una forma de “compensar una tendencia al desapego hacia mi propio país, mi falta de paciencia y de atención para observar la realidad.” 

Lo que uno quiere es que el futuro no sea catastrófico, que nuestros hijos no tengan menos oportunidades, que no tengan que trabajar como esclavos y someterse a una competencia feroz por subirse al vagón del progreso. Que no sea necesario alzar muros y alambradas para separarse de los malvados de la calle. Saber que si te pasa algo, te van a atender en un hospital como hasta ahora, aunque no tengas dinero para sufragarlo. Que ellos puedan seguir yendo a Europa sin pasaportes ni visados. Estas cosas esenciales que tenemos ahora, las quiero para mis hijos como las quiere cualquiera que no sea un canalla o un desalmado. 



No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España. 
Miguel Hernández
Los Lobos



Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero



miércoles, 5 de febrero de 2014

Hay que dejar las cosas en sus días. Laura Castañón







Dejar las cosas en sus días 
Laura Castañón 

El viento castiga con fuerza los tesos del interior y los acantilados de la costa. La niña silueta destaca como si fuera un recortable oscuro contra la gama de tonos azulados del cielo y del mar. Contraluz. Jirones de nubes blanquecinas como la leche se desprenden de una masa compacta de nubes manchando de blanco el azul. La niña, imbuida del espíritu de Mary Poppins, quiere volar, pero el aire le desgobierna el paraguas formando un revoltijo de telas y varillas retorcidas fuera de sitio que le frustran el vuelo.


 

 "Las criadas que trabajaban en la casa solían quedar impresionadas la primera vez que iban abriendo las puertas". De aquí

La novela está dedicada a los más suyos, su padre esbozó una sonrisa antes de morir al escuchar algunos párrafos de la historia el último día de su estancia en el hospital. Indicio de que el humor nos puede salvar incluso en los momentos más pésimos. Una cita inquietante que resultan ser los versos de una canción de J. Diego (del dúo Victor y Diego) sobre los últimos días de la existencia de un ser humano mete en danza el veneno de la curiosidad, nos deja a oscuras y nos empuja a la lectura con fuerza por saber más de la expresión y del significado del brillante título: Dejar las cosas en sus días. 





Un pescozón sin ton ni son a Paloma es el sacudimiento extraño, respuesta al humor espontáneo como punto de partida. Las ciruelas claudias y la llegada del quinto vástago del matrimonio entre Benito Montañés y su mujer, Ángeles Ariznabarreta, tienen la culpa. Una vez más la vida nueva y la muerte que se dan la mano, la madre que muere al dar la vida a su hija. Nacer y morir tan contrarios y tan juntos. 

De fondo una huelga de mineros asturianos. Estamos a principios del S. XX. Los vehículos a motor eran aún una quimera; la comadrona que atiende el parto va y viene a lomos de un caballo de la casa. La autora agavilla un manojo de ingredientes atractivos para abrir una historia. Poco a poco nos vamos enterando de que la voz narradora principal es Aida, la protagonista, pero no la única,  y el punto de vista está en tercera persona. Laura Castañón salpica de vez en cuando detalles en el relato que nos hablan de la época. Primero apunta breves indicios que después amplía a medida que avanza la historia. Esta forma de escalonar la intriga, de decir a medias, de invitación a seguir leyendo es una técnica usada en las novelas de suspense y de acción. La progresión de la narración no es lineal, la autora utiliza frecuentes saltos en el tiempo y flashbacks. Algo que se detecta desde el principio es el uso cuidadoso de los diálogos, con mucho sentido humorístico dentro y los distintos registros del habla perfectamente adaptados al nivel cultural de los personajes. A menudo recurre al habla popular asturiana como una forma de distinguir la clase social de los personajes. 

Aida investiga y narra la historia de su familia. Ángeles, bisabuela de Aida, murió de parto. Nadie se lo podía imaginar cuando unos años antes había parido trillizas. Pero la muerte llega cuando quiere, incluso alcanza a una vasca recia, fuerte como el roble de Guernica. Para muestra valga la amenaza que cae como un derrumbe sobre su marido cuando pretende completar el trío de vírgenes madrileñas con otra María: ¡¡Ni María de la Cabeza, ni María de los Pies, o ya sabes dónde vas a dormir lo que te queda de vida, cojones!! 


 "El azul era el del matrimonio, el rosa el de Sidra, el amarillo el de Manuel, el violeta el de las trillizas.

En casa había un entierro que organizar y una cría recién nacida que amamantar. La criada, Dorotea, se encarga de buscar nodriza por los alrededores. Se decide por Camino, viuda con un hijo de un mes. Sidra era la hermana mayor, “como si de pronto se hubiera instalado en la adultez”, toma las riendas de la casa para que esta siga funcionando. Aida tiene cuarenta años y está separada de Asier. Conserva objetos de sus bisabuelos gracias a Paloma, una de las trillizas. El entierro fue una impresionante manifestación de duelo, algo nunca visto en la comarca. 

La autora pone especial cuidado desde el principio en escribir transitando entre contrarios, en mostrar la diferencia de clase social que abone el relato: “Todos asumían como normal que la casa de Montañés, al igual que la del ingeniero, fuera una mansión, y que dispusiera de agua corriente gracias a un depósito, y un cuarto de baño con una enorme bañera de cobre patinado, con un interior de estaño pulido, mientras que los mineros a la salida del pozo se lavaban por partes en una palangana con agua helada”. La distinta educación recibida por los varones y las mujeres. Mientras Manuel era instruido en “álgebra, geometría, contabilidad, geografía, dibujo técnico, geología y todo aquello que le sería útil para el futuro” , las niñas recibían clases de piano y bordado. 


"Ya se sabía que los Montañés eran como seres de otro planeta"

Hasta en la muerte hay diferencias, nada de que nos iguala. “No eran iguales las muertes de los ricos que las de los pobres”. Incluso entre los pobres había diferencias. Los había que daban trabajo a Jandro al morir, el carpintero que les hacía un cajón a medida, y los que tenían que “recurrir al ataúd que tenía la iglesia colocado en el cabildo y que se usaba para transportar a los muertos hasta la fosa donde se los depositaba para luego, ya de vacío, volver a su ubicación a la espera del siguiente entierro”. Esto sí que es no tener ni dónde caerse muerto.




Se quiere ya marchar a mejor vida
a descubrir si es de verdad su teoría.
Ya no quiere ni hablar, ni recordar, 
lo que hiciera hecho está,
para qué alimentar una agonía.
Hay que dejar las cosas en sus días
y exprimir el presente de la vida.
Ya no quiere ni hablar ni recordar, 
Victor y Diego 





Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero