domingo, 29 de octubre de 2017

Novelas Amorosas y ejemplares. El jardín engañoso.(2) María de Zayas y Sotomayor. Rienda suelta.





"Como amaba tan de veras a su esposo, se entristeció de lo que los demás se alegraban"

Novelas Amorosas y ejemplares 
El jardín engañoso (2) 
María de Zayas y Sotomayor 

El demonio aparece sin invocarlo en el momento justo, como el ejército de salvación nacional, en medio del humo como el genio de la lámpara de Aladino. Se ofrece a don Jorge para construir en un día el jardín delante de la casa a cambio del alma. Él le echa el buen provecho y rubrica la cédula que el diablo trae consigo preparada para no perder tiempo, sin importarle que firma una pena que durará eternidades a cambio de un gozo efímero. 

Con las claras del día Jorge ya está en la placeta comprobando el milagro por lo infernal del jardín digno de monarcas, la más bella obra jamás vista. Todos madrugan para admirar la construcción que derriba la fortaleza del honor de Constanza. Ella se desploma al suelo muerta de espanto al ver el imposible cumplido. Al volver en sí, media hora más tarde, pide a su marido que le dé la muerte por haber puesto precio al honor de toda la familia. Morir como Lucrecia, pero con más severidad, solo por pensar el deshonor, la ofensa cuyo único remedio es la muerte. 




"Cosa que muchas veces sucede ser freno a las inclinaciones de los hombres la desigualdad"

Don Carlos se lo piensa, pues es mucho lo que pierde con el quebranto. Sabido es lo que Aristóteles dejó dicho para los restos: “El que escoge mujer más rica que él, no compra mujer sino señora.” Y la autora aclara la sentencia: La mujer sin hacienda toda la vida procura con su virtud y humildad “granjear la voluntad de su dueño.” Constanza está ahora convencida de que hizo mal en poner precio a la virtud, algo que no tiene precio. Al ver un amor tan intenso, capaz de cumplir imposibles, el que estorba es él. Y a darse muerte, a meterse la espada en los pechos se dispone cuando lo detiene don Jorge con “Tente, Carlos, tente” semejante al bíblico: “Detente Abraham, no mates a tu hijo Isaac.” Un golpe de suerte que hace suyo el dicho hecho canción: “La muerte es sólo la suerte con una letra cambiada.” La exime de la palabra dada. Que sea don Carlos de Constanza y Constanza de Carlos y muera don Jorge que pierde la joya que le mantiene con vida. 

Aparece el demonio que cédula en mano levanta la obligación de don Jorge porque no quiere en el infierno alma de quien se sabe vencer. Le suelta la rienda, afloja el nudo, exonera de culpa y dona libertad.  Y que el mundo se admire de que en la maldad también cabe virtud. Y dicho esto,  se evapora entre una humareda espesa y hedionda que sigue sin disiparse del todo en Zaragoza

Todos los presentes hincan las rodillas y dan gracias a Dios entre lágrimas por librarles del maligno. Don Jorge pide perdón a Constanza por las molestias que su pasión inoportuna le haya causado. De paso pide la mano de Teodosia a quien antes había despreciado. Ese mismo día se desposan y al siguiente celebran la boda solemne con mucha fiesta para toda la ciudad. 




"No puedo negar, señora mía, que hiciste mal en poner precio por lo que no le tiene"


Corrieron los años, tuvieron hijos y fueron felices. Al morir Teodosia le encuentran escrita de su mano esta maravilla que aquí damos fin. Una manera original de resolver el asunto del narrador del relato que guarda similitud con el Quijote y los cartapacios del Alcana de Toledo. Hay que leer las historias hasta el final si no queremos perder la sorpresa, aunque nadie la pida. 

Como la historia no es larga -María de Zayas organiza un cine fórum o un debate de lectores después de la lectura o la proyección-, la completa con los comentarios de los oyentes de la maravilla acerca de qué personaje principal ha hecho más en pro de un final feliz. Resumiendo, después de las deliberaciones pertinentes, concluyen que el demonio “por ser en él cosa nunca vista el hacer el bien.” 

La autora deja para el final el desenlace del conflicto planteado al principio de la obra. El día primero del año, día de la Circuncisión, se desposan don Diego y Lisis. Castiga la ingratitud de don Juan, anota la marcha de Lisarda y promete una segunda parte si la obra es estimada como desea y espera. Promesa que cumple diez años más tarde para coincidir con los diez años que también había tardado Cervantes - yacimiento de inspiración- en dar a la estampa la segunda parte del Quijote treinta años antes.


Cuando se quiere a fuerza 
rebasar la meta 
y se abandona todo 
lo que se ha tenido. 
 Como tu traes el alma 
con la rienda suelta 
a ti también te suelto 
y te me vas ahorita.
Jose Alfredo/María Dolores Pradera



Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


martes, 24 de octubre de 2017

Novelas Amorosas y ejemplares El jardín engañoso (1) María de Zayas y Sotomayor. Fiebre en las alas.




"Dio vuelta a su patria y se presentó a los ojos de sus padres"


Novelas Amorosas y ejemplares
El jardín engañoso (1)
María de Zayas y Sotomayor

Laura, madre de Lisis, toma la palabra para contar de viva voz su maravilla a los oyentes y lectores de siglos posteriores. Nos advierte que los hechos narrados no son una verdad notarial escriturada, pero bien lo pudieran ser. Significa que se concede una tregua  en el conflicto entre las dos realidades: la realidad aburrida del día a día impregnada de costumbre aprendida y la engañosa realidad paralela, el mátrix de la ficción que traiciona el sentido común. No hay novedad en cuanto a la materia narrativa, un ejercicio cabal de universalidad. Los temas tratados son tan antiguos como el mundo: la traición, los celos enfermizos, el amor, la envidia corrosiva, etc. Incluso que el demonio trate de agradar al hombre con el fin de ganarlo para su causa no es nuevo. Si algo hay que presente alguna novedad temática es que aún quede un demonio que haga alguna buena obra. Un demonio que sea buena gente sí es una rareza. Nos cuenta así la autora qué vamos a encontrar los lectores antes de empezar la lectura, para que no nos hagamos de nuevas. Su deseo es moralista, prevenirnos para que estemos alerta ante las malas tentaciones. Un enredo sin las alas febriles de la poesía, tan presente en las otras maravillas, ausente -sin embargo- en este relato breve. 

En la muy leal ciudad de Zaragoza, trofeo glorioso del Reino de Aragón, vive un caballero noble y rico, correspondido en nobleza por su mujer, gallarda dama. Dos hijas como dos soles, Constanza y Teodosia, alumbran y alegran sus días. Llegadas ambas a la edad de la discreción, don Jorge, primogénito de familia principal, se aficiona de Constanza; Federico, el hermano pequeño, ama a Teodosia. Mientras don Jorge se ve algo correspondido por Constanza -siempre a distancia, claro- jamás Federico logra alcanzar un mínimo favor de Teodosia, atraída por don Jorge. Teodosia, envidiosa de ver a su hermana mayor amada, empieza a malmeter entre ellos para separarlos. Constanza interviene ante su hermana al ver el gesto cabizbajo de Federico por el despego con que ella le trata, siempre a escondidas para que don Jorge no se entere, pues los hermanos no se llevan bien. Más fea se pone la cosa cuando ve a Federico dar la mano a Constanza durante una de las frecuentes conversaciones que mantienen para tratar de mediar con Teodosia. Nada es lo que parece. Ante el ataque de celos que don Jorge manifiesta, Teodosia sigue urdiendo el enredo. Ve la oportunidad de meter cizaña para romper la relación de su hermana con don Jorge. En un aparte, le dice que Federico y Constanza se aman e incluso tienen concertado casarse, completando así la traición. Don Jorge monta en cólera por la deslealtad de Constanza y la osadía de su hermano a quien asesta una puñalada cruel, “rindiendo a un tiempo el desgraciado Federico el alma a Dios y el cuerpo a la tierra.” 




"Muerto el malogrado mozo por la mano del cruel hermano"

Inmediatamente después pone pies en polvorosa; huyendo de la justicia se presenta en Barcelona donde embarca en una galera rumbo a Nápoles, despidiéndose de España para siempre. 

El olvido ya empezaba a hacer su efecto acostumbrado en Constanza, que no en Teodosia, que quería ver casada a su hermana por tener vía libre con don Jorge, cuando aparece don Carlos en Zaragoza. Otro noble galán, más blasonado que rico, hombre maduro venido de la montaña que también se enamora de la belleza de Constanza. Como no hay amor sin astucia, se aproxima a Fabia, la madre, como primera maniobra del cortejo para acercarse a la hija. Una vez ganado su afecto, finge un tabardillo cruel que lo postra en cama y Fabia lo cuida como un hijo. Viéndose morir, a un paso de la sepultura, recibe los sacramentos y llama a Fabia para testar. Su última voluntad es ceder a Constanza toda su hacienda como dote ya que Dios no le ha permitido gozar de su hermosura. Fabia acepta el regalo de cien mil ducados venidos de la montaña y junto a su hija se ponen a rezar para que Dios haga el milagro de la curación. Tanto lloran y rezan que don Carlos sana con rapidez y en un mes ya son marido y mujer. Los dos hijos que tienen entierran los devaneos de la vida pasada. 

Cuatro años más tarde aparece don Jorge por Zaragoza para alegría y contento de Teodosia y de los padres que de dos hijos perdidos en un día, ahora recuperan a uno. La tristeza es para Constanza que ve romperse el sosiego por la actitud de galán descarado hacia ella. Ella no sale de casa sino a misa por no dar lugar al acoso del mancebo precipitado. Hoy tendría encima la afilada espada de Damocles de la violencia de género. Mejor cantarle endechas a la luna, como señalaba Felipe Sassone. 

Hablando se entiende la gente civilizada y no enajenada de infalibilidad vaticana. Constanza cita a don Jorge para aproximar posturas. Le ofrece su amor fraternal si acepta a Teodosia que mata por él. Pero, quia, le responde que verdes las han segado: “Amándote he de morir, y amándote viviré hasta que me salte la muerte.” 




"En concederme este bien me ganáis, no solo por verdadera amiga, sino por perpetua esclava"

En vista de que las posiciones son ciegas, sin ninguna intención de ceder, como los resabiados que están de vuelta de todo, ella le pone precio a su honra. La proposición indecente del millón de dólares de una película de éxito. Un imposible. Será suya si se mete jardinero. Si a la mañana siguiente ha construido un jardín envidia de los jardines pensiles de Babilonia delante de la casa solariega. Y si no lo consigue, acceda a ser esposo de Teodosia. Loco y perdido, con las neuronas exprimidas de tanto pensar, se echa al monte a maldecir a la cruel y rigurosa mujer. Aparece el diablo cuando más hundido se halla para sacarle del pozo de la desesperación. 

Lo dejamos aquí para terminar en otra entrada este “Jardín engañoso”, queda lo más interesante de la historia: el desenlace y la reflexión final acerca del narrador con sorpresa y la promesa de la autora de nuevas historias. Nadie puede dudar de los conocimientos narrativos de la autora y de su interés por narrar desde la originalidad, tampoco del ascendente cervantino de María de Zayas que escribe unos treinta años más tarde.

Golondrinas con fiebre en las alas, 
 Peregrinas borrachas de emoción... 
 Siempre sueña con otros caminos 
 La brújula loca de tu corazón.
Le Pera/Gardel

   

Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

jueves, 19 de octubre de 2017

Novelas Amorosas y ejemplares Aventurarse perdiendo (2) María de Zayas y Sotomayor. Camino a solas.






"Di orden de haber la llave de la puerta falsa por donde salió don Félix para ir a Flandes"

Novelas Amorosas y ejemplares
 Aventurarse perdiendo (2)
María de Zayas y Sotomayor

Entierran a Adriana en la zona noble del cementerio. Qué solos se quedan los muertos. La riqueza y la calidad vencen los imposibles de la época por haber muerto por sus propias manos. Esa misma noche el padre de Jacinta despierta a las cuatro de la mañana, llama al hijo y, armados hasta los dientes, se disponen a reparar la honra de la familia, pero ya Jacinta está acogida a sagrado en un convento, avisados por el criado Sarabia (Un personaje secundario que adquiere importancia paulatina como en las obras de Shakespeare).

Don Félix quiere romper el cerco el primer día de clausura para salir a visitar a su familia. Lo esperan fuera el padre y hermano de Jacinta y al primer cruce de espadas atraviesa el corazón del hermano de Jacinta. Con la llegada del día toda la ciudad se entera de la quimera. Félix marcha para Flandes,  “refugio de delincuentes y seguro de desdichados,” en vista del cariz que toman los acontecimientos. El Corregidor intenta sacarlo del convento y ya el alcalde de Corte viene a detenerlo. Deja a su padre el encargo de amansar las partes y negociar su vuelta. Marcha a Barcelona en cuyo puerto están atracadas las naves que trajeron los tercios europeos para sofocar la rebelión de los moriscos y que esperan al Conde de Lemos que marcha de virrey a Nápoles. De Nápoles a Flandes al mando de una bandera marcha don Félix.

Como el padre agraviado no puede vengarse de don Félix, decide hacer daño donde más  duele: Impedir que las cartas le lleguen a ella o al suegro. O manipularlas. Un día intercepta y amaña una de un capitán amigo de don Félix en la que cuenta que don Félix ha muerto durante una reyerta en Barcelona. Una muerte que provoca dos vocaciones religiosas, dos monjas nuevas: Isabel y Jacinta, que toma hábitos desengañada del mundo al pensar “que faltando don Félix no quedaba en el mundo quien me mereciese.” Muere su padre y hereda cuatro mil ducados de renta con los que hace y deshace a su antojo en el convento. Mientras tanto don Félix se entrega al juego y a las damas en Bruselas. No se acordó de España ni de Jacinta durante los seis años que allí estuvo.




"Me puse en poder de don Félix,  que en tres mulas que Sarabia tenía prevenidas [...]" 



Corriendo el tiempo don Félix aparece ante el torno de las clausuradas rompiendo el sosiego y la quietud de ella en el convento. Fue oír su voz y desplomarse al suelo como muerta en un desmayo cruel. Pero como el cielo le guarda más desdichas, vuelve en sí al tercer día que es cuando se resucita. Don Félix se hace con la llave maestra que abre las puertas del convento y duerme con Jacinta todas las noches o las más de las noches sin necesidad de saltar muros ni escalar claustros como Don Juan. Mientras tanto, Sarabia parte a Roma a por la licencia que los case. Ella reconoce su pecado y agradece a Dios su misericordia por no mandar un mal rayo justiciero. De primeras el Papa dispone que haya pena de excomunión mayor, pero como el dinero vence los imposibles, cuatro mil ducados del ala les vale la licencia y la comparecencia de don Félix ante la audiencia eclesiástica.

Doce días más tarde se presentan en el puerto de Valencia a lomos de unas mulas, embarcados en una falúa rumbo a Roma donde el Papa los desposa a cambio de dos mil ducados y bajo la penitencia, para disimular, de no juntarse durante un año. Conseguido ello gracias a la influencia y buenos oficios ante la santa sede del embajador y de varios cardenales que antes habían ejercido en Baeza, cabeza de la cristiandad. Después de algunas vicisitudes llegan por tierra a Madrid a causa de una tormenta cruel. Sucede a continuación una leva, una movilización real de tropas para acudir a servir al monarca a Mamora,  con gran pesar por ambas partes a causa de la separación de al menos los siete meses que les resta para cumplir el año de castigo vaticano.

La pérdida de su dueño equivale a tres meses de enfermedad en los que no conoce la alegría ni la salud cuando recibe a través de Sarabia la noticia de la muerte del noble espadón enamorado en las aguas del puerto de Mamora. Antes ella había tenido un mal presagio, un sueño truculento en el que le llega un paquete con su cabeza dentro.

Rechaza los repetidos consejos de unos y de otros para curarse de nuevo, decide no volver al convento. Hasta que un día conoce a Celio, otro galán rico y poeta que “hablaba bien y escribía mejor, siendo tan diestro en amar como en aborrecer.” Mancebo noble sin oficio ni beneficio, pero que sabe los secretos para enamorar mujeres. Jacinta cae en sus redes “y aunque llegue a abrasarme no pienso de sus rayos apartarme,” sin embargo, calla por no parecer liviana. Celio (el más sabio en engañar que se haya visto) entra en el juego porque a nadie le pesa el ser querido. Ella, temerosa de perderle desde que le empezó a querer, deja de acordarse de don Félix por tener empleados en Celio todos los sentidos. El acompaña el desamor con darle celos, así que visita una dama libre, mercenaria del amor de las que tratan de tomar placer y dineros. Ella se queda día y noche bañada en un orinoco de lágrimas.

Celio se viene a Salamanca a estudiar letras divinas. Enterada Jacinta de que anda en amores en esta afamada ciudad, ¿qué no hará una mujer celosa? Se echa al camino, su acompañante la engaña y toman el camino de Barcelona, justo la dirección contraria. La desvalija y sola sigue su camino a lomos del unicornio azul, hasta Monserrat donde ahora se encuentra contando la historia, hundida en su amargura y guardando un rebaño de ovejas sobre un unicornio interior.



"En fin, me determiné de ir a aquella famosa ciudad"


Fabio confiesa que es amigo de Celio y como buen conocedor de su comportamiento y por el relato oído asegura que Celio la estima. Y más la querría si ella le hubiera aborrecido un poco. Le propone ingresar en un monasterio principal de la Corte, él se compromete a influir en Celio para que la visite y trueque el amor imperfecto en amor de hermanos. Ella acepta como mal menor, siempre mejor que malvivir en los montes inhabitables en los que pasa su existencia. Que pierda el cielo, que gane el imperio de sus pasiones. Ella es fénix de amor, “quiero y querré siempre a Celio hasta que ella (la muerte) triunfe de la vida. Hice elección de amar y con ella acabaré.” Al menos el alma comerá con su visión a pesar de todos los despegos y deslealtades. Y en el monasterio madrileño continúa Jacinta, Guiomar con ella, ella fue quien contó la historia a la autora para que la escribiera. He aquí otro rasgo cervantino: la fragilidad del narrador que caracteriza muchas de sus obras. Talentoso giro al final cuando ya nadie lo esperaba.

A continuación toma la palabra Matilde para declamar su maravilla que tratará de la venganza de las mujeres engañadas como ya se nos anuncia, “pues la mancha del honor, solo con sangre del que le ofendió sale.”


No me obligues a hacerte la ola 
sigue sola tu camino 
al fin y al cabo, ni sé ni sabo 
cuánto nos cobra el destino.
Joaquín Sabina



Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

miércoles, 11 de octubre de 2017

Novelas Amorosas y ejemplares Aventurarse perdiendo (1) María de Zayas y Sotomayor. Pecado mortal.




"Mi patria Baeza, noble ciudad de la Andalucía"

Novelas Amorosas y ejemplares
Aventurarse perdiendo (1) 
María de Zayas y Sotomayor 

Una vez establecido el armazón narrativo en la introducción, la autora pone blanco sobre negro el cuento que Lisarda relata en voz alta al auditorio, no sin antes recomendar a las mujeres un tipo de comportamiento. Les aconseja que si no quieren ser desdichadas, dejen de entregarse a los deseos desenfrenados de la carne porque se anegarán en ellos, junto a los claros y heroicos entendimientos de los varones, a menudo engañosos. Que estén alerta, que no se fíen de los hombres, a menudo de lealtad dudosa, un misterio arcaico difícil de desentrañar. Moralista e hija de su tiempo, declara sus intenciones desde la línea de salida, no vaya a ser que aparezca la censura, por entonces en forma de Santa Inquisición

Fabio es un mancebo ilustre de la villa de Madrid. Al paso castellano de una mula de confianza se acerca poco a poco a las asperezas de las peñas descolgadas de Montserrat que despuntan a lo lejos. Bien diferente a las autopistas, los trenes veloces y los móviles que no dejan tiempo para que los turistas, los negociantes o los viajantes catalanes se fijen en las impresionantes alturas recortadas en el cielo. Fabio cabalga acompañado de un criado, no sabemos si a pie o en caballería. Una vez en el convento adoran a la Serenísima Reina de los Ángeles y Señora Nuestra, maravillados del milagroso y sagrado templo cuyas paredes se quedan pequeñas para acoger las mortajas y muletas de los beneficiarios agradecidos por los milagros recibidos. Visita las celdas de los monjes, habitadas de santidad que “obligan con ella a los fugitivos paxarillos a venir a sus manos a comer las migajas que les ofrece.” 


"Se desnaturalizó della, y casó en Baeza con una señora de su igual"


Continúa la caminata a pie hasta lo más remoto del monte donde escucha entre suaves rumores el canto suave y delicado de un mozo, en la primavera de los años, que ha huido al monte para olvidar un amor no correspondido. Un desengaño le hace perder la vista, pero no los pensamientos que le cercan. Desesperado, pide que la pena le mate antes de morir de ella. Fabio desea conocer el dueño de quejas tan sentidas y lo encuentra llorando las pasiones que ha cantado junto a unas cuantas ovejas que cuida esparcidas entre hierbas olorosas. Al mirarse cara a cara sospecha que es mujer: le delatan sus rasgos femeninos. Le aconseja que deje el peligroso modo de vida en las asperezas de la sierra, llena de fieras y bandoleros. (Rondaría el despiadado Roque Guinart que pilló dormido a don Quijote y Sancho y no los trató mal). Ella le cuenta sus desventuras, lo que nadie nunca ha sabido. Él le promete hacer archivo de sus secretos, será una tumba. 

Jacinta nace en Baeza de familia noble, criada a la sombra de su padre y hermano mayor. Su madre muere de muy pequeña. A los dieciséis años encuentra en un sueño al hombre de su vida. Se despierta sobresaltada cuando el sueño se convierte en pesadilla. Al intentar quitarle un rebozo que le tapaba la cara, recibe una cuchillada que le atraviesa el corazón. Pero ya su retrato queda congelado, indeleblemente estampado en su memoria. Enamorada de una sombra, una fantasía, como Juana I, la loca y malograda Reina de Castilla. Querer “a un ser que no tiene ser” como dice en el octosílabo que dedica a quien no ve, pero que la tiene enamorada. 

Regresa don Félix a su hogar, a la noble estirpe de los Ponce de León. Vuelve a Baeza, a la misma calle que Jacinta. Regresa después de tres años sirviendo al imperio en los tercios de Flandes y Jacinta ve en él al mismo propietario de su sueño. Y al dueño también de casi todas las damas de la ciudad. El galán la corteja, se dan la mano a través de la reja baja del criado Sarabia y le confiesa su amor por ella, una vez vencido con oro el imposible del criado. 

Pero la felicidad es breve y es mujer porque aparece su prima Adriana, la mujer más hermosa de Baeza y la más rica heredera que también se enamora de don Félix, sin importarle los desdenes de éste, lleno de amor por Jacinta el alma. Los desprecios continuados la enferman y conociendo la madre la causa, consigue de don Félix que la visite con gran contento de todos al ver la mejoría milagrosa que acontece en ella. Los hechos provocan una cólera de mujer celosa en Jacinta que exige a don Félix que le diga a Adriana que ya tiene esposa y que nunca será suyo. Esa misma noche rinde la fortaleza, le da posesión del alma y del cuerpo para tenerlo más seguro. 


"Llegó don Félix a Baeza al tiempo que yo, sobre tarde ocupaba un balcón"

Como un hombre es uno y no dos, esa noche lo echan de menos en casa de Adriana que ni corta ni perezosa se presenta de buena mañana en la habitación de don Félix que reposaba “lo que había perdido de sueño en sus amorosos empleos.” Fue desengañarla don Félix de que en vano se cansaba, pues su voluntad ya estaba en Jacinta, esclavo de sus deseos, que Adriana cae al suelo desplomada, en un desmayo eterno. 

“¡Oh celos qué no haréis y más si os apoderáis de pecho de mujer!” Exclama Adriana. Antes de envenenarse con solimán, le vence la rabia furiosa, escribe una carta al padre de Jacinta en la que le urge a vigilar la casa porque hay quien entra en ella a mancillarle el honor. 

Dejamos a Jacinta en el convento porque la historia sigue interesante. Hay acción y material narrativo para dar, tomar y escribir, pero otro día será.


No tengas celos de mí 
que es un pecado mortal 
eso que estás tu pensando 
y vas pregonando de mi voluntad
María Dolores Pradera



Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.



miércoles, 4 de octubre de 2017

Novelas amorosas y ejemplares (1) María de Zayas y Sotomayor. Cantar llorando





"Bien haces de ser cruel,/injustamente me quexo"

Novelas amorosas y ejemplares
María de Zayas y Sotomayor

Para empezar ahí van unos breves apuntes de su personalidad y estilo: No sabemos mucho de la biografía de María de Zayas. Nace en Madrid en 1590 en el seno de una familia acomodada lo que le permite dedicarse a la literatura. Por lo tanto cuenta con quince años cuando Cervantes publica la primera parte del Quijote. Los demás datos biográficos hay que entresacarlos de sus escritos.

Cultiva varios géneros literarios, pero es en novela donde su aportación es fundamental para su desarrollo. De hecho sus relatos breves son auténticos best sellers de la época. Sólo las obras de Cervantes y Quevedo tenían tantas ediciones y lectores. Su obra literaria está recogida en dos colecciones: la primera publicada en 1637 y la segunda diez años más tarde, en 1647.




"Pequeña juzgaba el alba/de su viveza aposento"


La prosa de María de Zayas es ágil, de un gran colorido, pero fácil y amena al mismo tiempo. Dotada de un agudo sentido de la observación, plasma con acierto los vicios y virtudes del pueblo español, sobre todo de la nobleza. Los personajes principales de los relatos son femeninos, capaces de cualquier cosa por conseguir el amor del hombre amado o aplicar venganza implacable cuando las circunstancias lo requieran. Son historias libertinas, soñadas, que suelen pasar en el subconsciente de los personajes centrales, siempre dando la sensación de realidad a pesar de las calamidades y hechos truculentos que le ocurren a los personajes, casi siempre femeninos, que la autora enlaza con elementos románticos. Por ejemplo las puestas en escena de algunas de las Leyendas de Bécquer guardan cierta similitud con las maravillas de María de Zayas.

INTRODUCCIÓN 

Lisis es un hermoso milagro de la naturaleza, un asombroso prodigio de la corte madrileña. Unas cuartanas la tienen postrada en cama. Cuatro amigas, nobles y ricas, se reúnen en su casa para hacerle más llevadera la convalecencia. Organizan un sarao para amenizar la Nochebuena y los días de Pascua. Entre los invitados figura don Juan, dueño de la voluntad de Lisis, pero no correspondida por el galán que se muestra inclinado a Lisarda, prima de Lisis. He aquí una treta de la autora para crear tensión narrativa y seguir leyendo hasta el final para ver el desenlace del triángulo amoroso.

Don Juan se acompaña de cuatro caballeros nobles con lo cual la reunión se compone de diez personajes más Laura, madre de Lisis que es la encargada de organizar las intervenciones. Cada día deberán contarse dos maravillas, “que con este nombre quiso desempalagar al vulgo del de novelas, título tan enfadoso que ya en todas partes le aborrecen.” Dando a entender que el nombre de “novela” no estaba aún muy asentado entre los lectores. Para celebrar el final de las intervenciones y final de la Pascua darán una fiesta a la que invitan además a los padres de ellos y a las madres de ellas, viudas y viudos todos, porque “la muerte no dexa a los mortales los gustos cumplidos.”




"Tu amor murmura la aldea,/mirando en tu pensamiento"


La función se realiza en una habitación de la casa de Lisis revestida de las mejores galas. De las paredes cuelgan caros paños flamencos con motivos que recuerdan la Arcadia selvática y los jardines colgantes de Babilonia. Numerosas filas de taburetes bajos rodean un brasero de plata bien alimentado de brasas y fragancias diversas. La habitación iluminada por abundantes velas. Con lleno de no hay billetes en la sala, se unen otras damas que se convidan por su cuenta,  comienza la función. Los músicos tocan y, a la hora acordada, comienza el desfile de damas y caballeros con antorchas encendidas en la mano y toda la parafernalia que tanto gustaba a la aristocracia de la época. Un airoso paseo, la descripción se asemeja a los desfiles de modelos. Por parejas, conjuntados y haciendo juego. Unos de noguerado y plata; otros de negro; aquí de terciopelo liso, sembrado de botones de oro; allí de verde y de todos los colores. No se puede negar que en estas descripciones tan llenas de detalles hay una cierta sensibilidad femenina que está ausente en otros escritores de la época. 

Una vez terminada la airosa máscara, Lisis canta un romance en el que se lamenta por un amor no correspondido. Afligida de querer tanto:
 “Pues siempre son los dichosos
Aquellos que quieren menos.”

Ella llora el olvido de quien se ve entre la espada y la pared, enredado en los lazos de la hermosura de Lisarda que toma la palabra para contar su maravilla.



Y cuando la luna sale sale 
de noche, sale a la calle 
se escucha cantar a un hombre
cantar llorando, llorando a mares. 
Francisco Infantes Florido /María Dolores Pradera



Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


domingo, 1 de octubre de 2017

La saga/fuga de J.B. (38) Scherzo y fuga. Gonzalo Torrente Ballester. Dejar atrás.




"Tralalá instituido y democráticamente aceptado"


La saga/fuga de J.B. (38) 
Scherzo y fuga 
Capítulo 3 
Gonzalo Torrente Ballester 

Bastida sueña con un mundo en el que la gente renuncie al ruido. Le hubiera gustado inventar un sistema de silencio. Escandir el silencio, organizarlo en ritmos, medir el ruido de los animales pequeños al moverse y de las cosas que apenas escuchamos, ponerle acentos. Pero ya es tarde, porque cuando uno llega a una convicción, renunciando al ruido, la edad te impide darle la vuelta al alma como a un calcetín. 

Crisanto, natural de Castroforte y sereno de Madrid, era un buen hombre habitante de la noche. Bastida lo apreciaba porque cuando él malvivía en la capital, Crisanto lo invitaba a un chato de blanco y a un pincho de tortilla aquellas noches de hambre negra. Había resuelto el misterio de la Santísima Trinidad y sus problemas políticos aceptando toda clase de contradicciones. Equidistancia en todo. No cree en Dios, pero sí en los curas. Es republicano, pero le gusta el rey porque hace bonito. “Cuando venga el comunismo, los curas nos ayuden desde los púlpitos, porque, para eso de llevar a la gente por donde hace falta, no hay como ellos.” Socialista con dinero, casado, pero se le va la vista detrás de todas. Esto a Bastida le incumbía poco, porque ¿para qué un comunismo de mujeres si él no le gustaba a ninguna? Lo de Julia no es amor. Si le concede cita,  es sólo porque siempre será algo mejor que entregarse a un viajante catalán que si te he visto no me acuerdo. “Las mujeres son así. Razonan de otro modo, y es tonto empeñarse en entenderlas o que nos entiendan.” 




"¿De qué hubiera vivido desde que me echaron de la carcel?"



No dejar ningún tema para después parece uno de los objetivos de don Gonzalo en el relato, aquí aborda sin complejos la relación sexual entre hermanos en un nuevo salto repentino de Jota Be. Los hermanos Barallobre, Jacinto y Clotilde. Ella es la hermana mayor, diecinueve años la adornaban la noche de tormenta en que se desliza en el cuarto del hermano pequeño porque tiene miedo. Se abraza a sus quince años temblorosos y se deja hacer. Él no dijo que no. Lo mete dentro de ella porque lo quiere mucho. A la noche siguiente no hay tormenta y ella no va al cuarto. Ella tiene en su cuerpo el dominio de su voluntad, esclavo de su cuerpo. Tenía que buscar la libertad fuera de ella y ella lo dejaba irse con Lilaila por el día, pero al llegar la noche lo extenuaba, le exigía que le contase todo de la otra. Le aconsejaba que le dijese que la quería para que no lo tomase por tonto. En la intimidad cambiaron el nombre para dejar de ser hermanos. Se llamaban Cuqui y Cuco y Cuqui llamaba a Lilaila cuando la nombraba y mordía a gritos creyendo que así engañaba a Clotilde. Consigue que Jesualdo se la robe con las maquinaciones y palabrería que le hacían sentirse atado y sumiso, sin redención, algo castrado. La castración le hace volver a Abelardo que vive atosigado por el Abad del Claro Valle. Decide viajar a Roma cuando comprende que sólo la intervención del Papa será capaz de librarle del Abad del Claro Valle. Como el Santo Padre únicamente podrá recibirle dos o tres años más tarde por la agenda tan apretada, se convierte en jilguero, el Papa en gato dispuesto a zamparlo de no ser porque se posa en el techo lejos del alcance del felino. Ante el hecho incontrolable de un animal civilizado, surge el diálogo y del diálogo, el acuerdo cuando ambos se ponen al mismo nivel y pueden hablar de tú a tú sin estorbos. 

Como consecuencia del entendimiento, el Papa escribe una carta al Abad del Claro Valle para que deje en paz a Abelardo y él mismo se beneficia porque puede acceder a la prelatura de Tuy. Durante el viaje de fin de carrera no se les ocurre visitar la tumba de Abelardo porque aquello los haría parecer una pareja de turistas vulgares que caminan en manada detrás de la banderita de un guía. A Clotilde la vulgaridad le parece horrorosa. Le hace interesarse en las costumbres de los faraones y de los incas porque los hijos de sus dioses sólo se pueden casar entre hermanos y los Barallobre son hijos de dioses. 

La evolución poética de Jota Be sufre una mutación una tarde de cielo cárdeno, poblado de nubes de desarrollo vertical y caballitos del diablo en el aire. Descubre las contradicciones del Universo debido a una experiencia dolorosa. Lo que a algunos poetas conduce al suicidio, a él le lleva al abandono de las estrofas clásicas, a adoptar la desarmonía, las disonancias rabiosas, salidas de pie de banco y a empantanarse en temas profundos y oscuros. ¿Qué más da que no le entiendan si nadie va a comprender ni compartir su idea de que el mundo es un desbarajuste? Aboga por la utilidad de los idiomas privados, piensa que la incomunicación actual de gente que habla la misma lengua siempre será mayor que en la torre de Babel. No cree que en Babel se entendieran menos que ahora. 




"El silencio me hacía feliz y me parecía la mejor cosa del mundo."


El poema titulado: “La piedra se desprende de su dermatoesqueleto” está inspirado en el desenlace de la historia de Coralina en Heidelberg. Los estudiantes y los tenderos, inflamados de independencia los corazones, se echan a la calle al grito de “Viva la libertad.” Grito revolucionario similar al “A por ellos oé, oé” de los campos de fútbol, que se oía por primera vez a orillas del río Neckar. Los amotinados ganan la batalla al caer la tarde. Asaltan el castillo con la ayuda del crepúsculo, al tiempo que el Príncipe Elector y la Gran Duquesa huyen en carroza. Mientras tanto,  el mejor mozo, el más revolucionario y más gallardo de todos abre las rejas de la prisión de Coralina y le hacen pasillo haciendo bóveda con los sables desenvainados y le acompañan al hotel entre canciones viejas de bebedores de cerveza. 

Coralina quiere agradecerle la liberación como mejor sabe: se le echa al cuello, pero el mozo no asiente a despojarse de la importancia del uniforme emplumado. A cambio le ofrece una intervención en la función teatral del día siguiente. Ella canta la Marsellesa y un bolero andaluz inflamado de una rara efervescencia de rebeldía popular. Allí mismo la proclaman Musa y Alegoría de la revolución triunfante. Pero todo resulta ser un ardid del representante francés de Coralina para recuperarla. Al terminar la función la sube a un coche cuando ya los ulanos entran por la Puerta del Norte para restituir en el trono al rey de Wutemberg. París la nuit no puede permitirse el lujo de prescindir de una de sus más hermosas atracciones.

If you ever change your mind 
About leaving, leaving me behind a 
Bring it to me 
Bring your sweet loving home 
Bring it on, bring it on, bring it on, bring it on 
Home to me
Van Morrison




Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.